Nathalia González Jaramillo, médica, máster en Epidemiología y candidata a PhD de la Universidad de Berna (Suiza), preparó este análisis para EL COLOMBIANO, sobre las medidas adoptadas, la llamada supresión que se hizo popular desde el jueves en el país y los retos que tendrá Colombia cuando flexibilice la cuarentena, como sucederá desde la próxima semana, según las puntadas que ha dado el Gobierno Nacional, en cabeza del presidente Iván Duque y del ministro de Salud, Fernando Ruiz Gómez, como encargado de atender la pandemia.
Este es el análisis:
“Para la fecha del 17 de abril de 2020, luego de más de dos millones de casos confirmados y más de ciento cincuenta mil muertes en todo el mundo, ante la ausencia de vacunas eficaces disponibles, las medidas de intervención no farmacológicas son la única alternativa para controlar los efectos de la pandemia COVID-19 en los países afectados. El tiempo ha demostrado ser el factor clave para garantizar el éxito de estas medidas. Por eso, países que tardaron en tomar la decisión de decretar el aislamiento espacial, ahora lamentan no sólo un mayor número de casos y muertes sino también una mayor duración en la fase de recuperación de la epidemia. Entre las medidas de intervención no farmacológicas, la cuarentena, que existe en el mundo desde la epidemia de peste medieval ocurrida en el siglo XIV, sigue vigente como la mejor posibilidad inicial para frenar los contagios y disminuir la velocidad de propagación de la pandemia actual. Cuando las medidas de aislamiento espacial logran evitar el contagio abrupto de grandes sectores de la población, se habla de aplanamiento de la curva de contagios o mitigación. Debido a que se dan menos contagios en el tiempo, la duración total de la epidemia puede alargarse, pero los servicios de salud y los gobiernos tienen un mayor margen de maniobras para proteger a la población, es decir, se mitiga el impacto. Una vez los países han tenido tiempo de preparar sus recursos, y han logrado disminuir la velocidad de crecimiento de la epidemia, se puede tomar la decisión de interrumpir el ascenso de los casos para entrar en fase de supresión. La supresión o golpe de martillo, es una decisión que requiere menos restricciones pero mayores disciplina, esfuerzo y control, así como inversión en nuevos frentes. Mientras en la etapa de mitigación es fundamental la inversión rápida en la infraestructura hospitalaria, en la fase de supresión son imprescindibles la disponibilidad de altos volúmenes de pruebas diagnósticas y el control estricto de los casos y sus contactos.
Si Colombia desea entrar en la fase de supresión, deben entenderse los siguientes aspectos con respecto al papel que juegan las pruebas realizadas en el control de la epidemia:
A pesar de que el número de pruebas en Colombia, por millón de habitantes es bajo, la comparación de casos confirmados con respecto a los casos descartados permite analizar que en nuestro país por cada caso confirmado se están estudiando y descartando 15 personas (1:15). Al comparar esta relación con la de otros países, encontramos que Estados Unidos, el país del mundo con la mayor cantidad de casos, por cada caso positivo sólo está descartando 4 (1:4). Si pensamos que esos casos descartados de algún modo reflejan la red de contactos de cada positivo, el análisis nos lleva a pensar que en Colombia se está evaluando una red más amplia de contactos que en USA. Un caso ejemplar y diametralmente opuesto al de Estados Unidos, lo constituye Australia, cuya relación de casos confirmados y casos descartados es muy alta (1:57). Ellos empezaron a tener los primeros casos confirmados el 29 de febrero, tuvieron el pico más alto de contagios un mes después con más de 500 casos nuevos diarios y al día de hoy reportan tan solo 22 casos nuevos por día. Puede considerarse que en Australia se logró la supresión de la primera ola de contagios. Salieron de esta primera ola con 66 muertos de un total de 6522 casos. La asociación entre la supresión y el número de pruebas se basa en que gracias a un uso amplio de pruebas se logra aislar tempranamente los casos y romper la transmisión. El número de pruebas por millón de habitantes debe irse aumentando en función del cambio en la tasa de positivos. Si vemos que la razón se disminuye, entonces hay que aumentar las pruebas. Ahora, lo importante es que esos contactos que dieron negativos, permanezcan fuera de riesgo y no conviviendo con el caso confirmado. En la etapa de supresión, el aislamiento espacial de las poblaciones más vulnerables sigue siendo esencial y deben limitarse las aglomeraciones sociales. Sin embargo, si se dispone de pruebas en abundancia y personal de salud para darle seguimiento a la cadena epidemiológica de casos y contactos, el país puede recuperar lentamente algunas de las actividades económicas que se frenaron durante la cuarentena general de la etapa de mitigación. Esto, sin embargo, requiere un estado de permanente vigilancia y flexibilidad para que, ante el más leve aumento de casos, se pueda volver al estado de cuarentena y proteger la vida de la población”.
* MD, MSc en Epidemiología, Candidata a PhD Universidad de Berna.
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