Para tranquilizarlos, el soldado Wilson de Jesús Martínez Jaraba les decía a sus familiares que, aunque su trabajo era peligroso, estaba decidido a salvar las vidas de campesinos y niños que no morirían destrozados por las minas antipersonal.
Así lo recuerdan su esposa, padres y cuatro hermanos mientras esperan en su pequeña casa del barrio Alfonso López, del municipio de Magangué (Bolívar), la llegada de sus restos mortales.
Tras pisar una mina mientras inspeccionaba un terreno en la vereda Orejón, del municipio de Briceño, es el primer militar que muere en Colombia en labores de desminado humanitario. Y se suma a las 11.143 víctimas (122 este año) de estas armas usadas por guerrillas y antes por paramilitares.
Su hermana Arlys dice que nunca percibió miedo en Wilson en los 13 años que duró su carrera militar y los nueve últimos de su vida, en los que desenterró minas en varias regiones. Cuatro municipios hoy libres de este flagelo.
Tampoco vio dudas cuando les contó que haría parte de los 48 miembros del Batallón de Desminado escogidos para erradicar esta amenaza en la vereda Orejón. La primera zona del país donde se prueba el plan piloto de desminado producto del proceso de paz entre el Gobierno y las Farc.
“Nos repetía que no nos preocupáramos, que en la zona tenían un helicóptero dispuesto para trasladarlo rápido en caso de un accidente para recibir atención... creo que así manejaba él su temor natural”, relata Arlys.
Y así como lo dijo en vida ocurrió. Tras pisar una mina antipersonal instalada por guerrilleros de las Farc en el Alto de Capitán, que amputó su pierna derecha completa, el soldado Martínez fue auxiliado sin éxito por sus compañeros en el sitio. Pero cuando llegó la aeronave ya había muerto desangrado.
El accidente convirtió en tragedia los primeros días del desminado en Briceño que se mostraba exitoso, luego de que los militares destruyeran cinco artefactos ubicados por guerrilleros delegados para cumplir con el plan acordado en la mesa de negociaciones de La Habana.