José Fernando Reyes es reconocido como uno de los magistrados más ponderados y ecuánimes que han pasado por el Palacio de Justicia en los últimos tiempos. Por eso, ha llamado mucho la atención su fuerte reacción a lo dicho por el presidente Gustavo Petro.
El mandatario ha intentado minimizar lo ocurrido el jueves en las afueras del Palacio de Justicia, cuando un grupo de manifestantes no dejaba salir a los magistrados y los presionaba a elegir fiscal. Petro ha dicho que los magistrados nunca estuvieron impedidos de movilizarse libremente. Y Reyes, tratando de hacer acopio de diplomacia, señala: “Lo que dijo el Presidente no es lo que realmente sucedió”.
Por el contrario, el magistrado afirmó que se vivieron momentos de zozobra y que para quienes estaban allí atrapados en el edificio no fue fácil apartar de sus memorias los momentos trágicos que se han vivido en el Palacio de Justicia.
Magistrado Reyes, le oímos hacerse una pregunta muy dura, decía usted: “¿Necesitan que maten a un magistrado para entender la gravedad de lo ocurrido?”, ¿es una respuesta al presidente Petro, que trató de minimizar lo que pasó ese día?
“Consideré oportuno, como presidente de la Corte Constitucional hablar de ese evento por varias razones. Primero, porque hay que proteger la protesta y defender la libre movilización y manifestación de ciudadanos. Lo segundo, hay que defender la independencia judicial, es decir, los jueces tienen que estar libres de toda presión para deliberar y decidir. Sobre todo, de presiones violentas. Y lo tercero, es que los que tenemos responsabilidades públicas tenemos que decir la verdad y eso es parte de la obligación del presidente de la República: el hecho de afirmar que los magistrados podían salir y entrar, no era tan correcto, en la medida en que las imágenes decían otras cosas y además los magistrados sólo pudieron salir cuando la Policía hizo el callejón especial para que salieran ya avanzada la tarde”.
¿Usted estaba esa tarde en el Palacio de Justicia?
“No, nosotros teníamos sala el jueves, pero considerando las posibles contingencias que significaba el paro de Fecode, decidimos hacerla el miércoles”.
¿Usted ha tenido oportunidad de hablar con colegas de la Corte Suprema sobre lo que ocurrió y qué le han dicho?
“Sí, que evidentemente estuvieron limitados, que estuvieron temerosos, que no pudieron recibir sus alimentos. También que si querían salir no lo pudieron hacer y, además, estaba la reminiscencia de eventos que han sido trágicos para la justicia y esto no me lo dijo uno, me lo dijeron varios magistrados. O sea que sí fue una situación existente y una situación de temor y de zozobra”.
¿Es decir, los magistrados llegaron a pensar en lo ocurrido en la toma del Palacio en 1985?
“Pues yo no quisiera agravar estas cosas, pero lo que sí quiero decir es que ellos tenían temores fundados porque las marchas y todas estas cosas en el último tiempo pueden terminar mal. Es básicamente eso”.
Frente al reclamo que hace el presidente Petro de que se elija de manera oportuna la fiscal ¿qué posición tienen ustedes? ¿si es necesario elegirla pronto o la Corte Suprema se puede tomar el tiempo que necesite?
“Los ciudadanos y el Presidente a la cabeza tienen el derecho de hacer peticiones respetuosas a todos los poderes públicos, ni más faltaba que no. Pero también hay que entender que la elección de un fiscal general de la Nación no es un asunto baladí, elegir al fiscal general de la nación es elegir a uno de los funcionarios más tremendamente importantes en una democracia, que tiene que tramitar y gestionar todo lo relacionado con los delitos de una manera seria, que nos dé garantías a todos los ciudadanos. Pero además, un fiscal general de la Nación no solo tiene que saber del proceso penal en sí mismo, sino de procesos contractuales, de personal, de las relaciones internacionales con otras fiscalías, con las policías judiciales, con Europol, con el Departamento de Estado de los Estados Unidos, con el Departamento de Justicia, o sea, es una persona que tiene que tener un nivel de competencias absolutamente dilatado y complejo. Luego, para elegir a una persona que llene esas expectativas, la Corte tiene que examinar con muchísimo detalle todas y cada una de las hojas de vida, las particularidades, las entrevistas etc. Entonces, para concluir: Sí, el presidente tiene derecho y también todos los ciudadanos, a pedirle a la Corte que decida y la Corte tiene también el derecho y la obligación de acertar. Y para eso tiene también la posibilidad de tomarse todo el tiempo que estime necesario para hacerlo”.
Usted menciona que quizás el Presidente Petro no expresó de forma correcta lo que pasó con los magistrados en la Corte Suprema, ¿usted cree que el presidente mintió?
“Pues a mí me parece muy severo decir que él mintió, y sobre todo, porque a veces las conclusiones pueden resultar de la observación periférica de datos que llevan a una conclusión errada. O sea, yo no soy quién para decir si el presidente mintió o no mintió. Lo que yo sí digo es que el Presidente o no tenía toda la información o simplemente pretendió minimizar un asunto a partir de lo que él pudo observar o le contaron. Y tal vez no obtuvo toda la información completa, pero lo que está claro, es que lo que dijo el Presidente no es lo que realmente sucedió”.
¿Usted, como una de las cabezas más importantes del poder judicial siente que desde el Ejecutivo hay un interés en socavar el poder de las otras ramas y tratar de imponer los designios del presidente?
“Pues yo no creo que esas agendas existan hoy día, es decir, sería muy calamitoso para una democracia que se quisiera amordazar o direccionar la justicia. Lo que pasa es que, como hemos dicho por ahí, la forma de tramitar las frustraciones puede tener formas menos correctas, o menos ortodoxas y ciertamente el presidente tiene derecho a expresar sus desacuerdos con las sentencias, a no estar de acuerdo con ellas, a disentir de ellas, a no compartirlas y eso hay que defenderlo en la medida en que el presidente es un ser humano que tiene derecho a tener esas emociones. Lo que tiene que quedar claro al final es que por mucho que no le gusten tiene que acatarlas y tiene que tomarlas en serio. Luego yo creo que hay que poner las cosas como en esa dimensión y decir tómese en serio estas sentencias. Las sentencias se pueden criticar, se pueden disentir, se pueden apelar para que ellas dejen de regir. Los jueces no son infalibles y, en todo caso, todos los actores públicos tienen el derecho a objetarlas, a criticarlas y a no estar de acuerdo”.
Qué opinión le merecen los pronunciamientos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la parte de Derechos Humanos de Naciones Unidas y del Secretario General de la OEA. ¿Usted cree que es legítimo que estas organizaciones internacionales lleguen a presionar, de alguna manera, a la Corte Suprema para que elijan fiscal?
“Yo no quisiera generar aquí un cisma con el organismo del Sistema Interamericano de Derechos, diciendo cosas que quizás no puedan ser estimadas prudentes y que más bien generen algún grado de resquemor. Yo creo que los actores políticos de este país que tienen capacidad de opinar y de manifestarse con mejor libertad que la que tiene un juez para expresar las cosas, han dicho cosas importantes, suficientes y muy ilustradas”.
Magistrado, el 20 de febrero se vuelve a reunir la Corte Suprema, ¿usted desde la Corte Constitucional qué llamado le hace al país?
“Pues yo creo que hay que bajar los ánimos. El Presidente es un gran líder, no solo un líder de opinión sino popular. Y él sabe que lo de la semana pasada salió mal, y quizás si él pudiera reconducir esas manifestaciones populares de otra forma, pues no sé cómo sería, en todo caso, alineadas en la prudencia y en el respeto, no en el coartar la libre expresión y la libre movilización, sino en el respeto y en la no irrupción en violencia, yo creo que él haría un gran trabajo. Seguramente si hubiera diálogo, al final no tendríamos cosas qué lamentar. Yo creo que nos falta conversar, nos falta serenarnos y, todo esto es posible si existe sensatez y si existe una decisión de verdad de que al final la paz sea lo que nos anime, inclusive en actos como estos, en donde eso no tendría que ser mencionado, pero mire usted al final la convulsión en la que hemos vivido hace tantos años aparece siempre por todas las esquinas de la casa”.
¿Usted cree que este tipo de presión de la calle hace que los magistrados se sientan más llevados a votar o a no votar?
“Yo no tengo la capacidad para advertir eso. Lo que sí quiero decir, es que los magistrados son seres humanos como todos y que es necesario garantizarles una relativa paz espiritual para ellos, porque si no hay esa tranquilidad puede haber malas reacciones frente a sus acciones o a sus aplazamientos puede haber resultados que al final no son los queridos, es decir, tratando de lograr rapidez logremos todo lo contrario, pero como digo es solo una percepción mía que puede ser totalmente incorrecta”.