La falta de regulación e identificación de las emociones, la tramitación de expresiones, pensamientos y sentimientos generan en los niños una tendencia a reincidir en la mala conducta, de ahí que los padres deban desarrollar estrategias para trabajar ese tipo de habilidades con los más pequeños.
“Los niños no se portan mal porque quieren. Detrás de una mala conducta siempre hay un niño desmotivado, desalentado, que no está siendo orientado adecuadamente. Algunos padres tienden a ser muy cómodos en la crianza, no les permiten participar en su propio desarrollo, los complacen para evitar sentirse incómodos y hay quienes pareciera que les tienen miedo a sus hijos. Todo esto provoca en los niños metas erradas y, por supuesto, una mala conducta”, señala Leidy Zuleima Jaramillo Ospina, entrenadora certificada en disciplina y magíster en clínica psicológica.
Está claro que los niños pueden presentar algunas conductas inadecuadas sin que sea grave para su desarrollo. Sin embargo, cuando se trata de un asunto constante puede desencadenar problemas de adaptación al entorno social, escolar y familiar.