La crisis en la Universidad Nacional aún no ve luz al final del túnel, tras la resistida elección de José Ismael Peña como rector de esa institución por parte del Consejo Superior Universitario (CSU).
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Como parte de los esfuerzos para calmar los ánimos —que se exacerbaron luego de que Peña se posesionara en una notaría y no ante el MinEducación—, la ministra Aurora Vergara había convocado una sesión extraordinaria para abordar las salidas a la crisis.
Sin embargo, esa entidad anunció que la reunión no se llevó a cabo por falta de quorum, pues de los ocho miembros del CSU, solo asistieron la mitad.
Entre los asistentes estuvieron el viceministro de Educación Superior, Alejandro Álvarez Gallego, quien fue en representación de la ministra Vergara; las designadas del presidente de la República, María Alejandra Rojas Ordóñez y Danna Nataly Garzón Polanía; así como el representante del Consejo Nacional de Educación Superior (CESU), Víctor Manuel Moncayo.
Y los que no acudieron a la reunión fueron el representante de los profesores, Diego Torres; el representante de los exrectores, Ignacio Mantilla; la representante de los estudiantes, Sara Jiménez, y la representante de las directivas académicas, Verónica Botero.
Ante esto, Aurora Vergara expresó que el ministerio a su cargo “ha mostrado su voluntad de buscar una salida consensuada a la situación actual de la Universidad Nacional, en el marco de un ejercicio democrático, transparente y público, y continuará con ese propósito”.
“Insistimos en que la solución a la crisis que enfrenta la institución sea resuelta desde el CSU”, agregó la funcionaria.
Entre tanto, el viceministro Alejandro Álvarez afirmó que no lograr avanzar en una solución sigue afectando gravemente la vida académica de cientos de estudiantes en todo el país, lo cual, a su criterio, pone en juego el derecho a la educación de miles de estudiantes.
“Hacemos un llamado a la grandeza y a la responsabilidad de todos los miembros del Consejo Superior Universitario para que dispongamos nuestra voluntad y encontremos la salida más amigable y jurídicamente viable, de cara a la comunidad y al espíritu democrático que debe caracterizar a las universidades públicas”, expresó.
Y agregó que “aquí no hay dos bandos, hay una comunidad expectante y debemos estar a la altura de lo que representa la Universidad Nacional para el país”, puntualizó.
El origen de esta crisis estalló a finales de marzo cuando el CSU designó a José Ismael Peña como rector, luego de que en la consulta universitaria (que se hace entre estudiantes, profesores y egresados) el ganador fuera Leopoldo Múnera.
Si bien el resultado de la consulta no es vinculante para la elección (de hecho, la decisión del CSU casi siempre choca con la votación en la consulta), en esta ocasión el Gobierno dijo que sus tres delegados votarían por el elegido de la consulta. Finalmente, la votación final eligió por cinco votos a Peña.
Desde entonces, el descontento en los estudiantes se ha hecho sentir con movilizaciones y protestas, de las cuales algunas han terminado en disturbios y enfrentamientos con la Fuerza Pública.
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