“La vida es una sola, muchos de nosotros no sabemos por qué estamos peleando o por qué estamos allá”. Con estas palabras, una de las 35 desertoras de las disidencias de las Farc que se entregaron a la Fuerzas Militares, describió la compleja situación de amenaza que los obligó a dejar las armas en la región del Catatumbo.
Ella, junto a otros cinco combatientes del frente 33, fue evacuada por el Ejército en un helicóptero, que los recogió en la noche de este miércoles en el corregimiento Las Mercedes, en zona rural del municipio de Sardinata.
El Catatumbo ajustó ocho días en medio de un brutal conflicto armado entre los disidentes y la guerrilla del ELN, que ha dejado 38 muertos confirmados (hay cadáveres sin recuperar) y más de 40.000 desplazados.
“Esto empezó por los compañeros del ELN, que empezaron una guerra contra nosotros”, indicó la desertora, quien junto a sus demás camaradas está refugiada en el cantón militar San Jorge, del Ejército.
“Si tienen la oportunidad de salir y que el Gobierno los ayude, o el Ejército, que se salgan”, manifestó la mujer, refiriéndose a los otros miembros del frente 33 que siguen en la pelea, en un mensaje que fue difundido por los militares.
Otro de los desertores, cuya identidad también fue reservada, expresó que “el conflicto empezó por los compañeros del ELN, por el asunto de la plata y el territorio”. Según él, la región es disputada porque “hay parte de coca y la minería, ellos querían esos sectores para el narcotráfico y minería”.
Este hombre invitó igualmente a sus colegas a dejar el frente de guerra, “vengan (al cantón militar), que aquí les respetan la vida”.
Además de los miembros del frente 33, que están en una mesa de conversaciones de paz con el Gobierno, el objetivo del ELN también han sido los desmovilizados de las antiguas Farc (firmantes de paz) que viven en el Catatumbo.
Según el Ministerio de Defensa, 25 ya fueron evacuados, 15 están desaparecidos y se recuperaron los cadáveres de seis más.
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