“Se nos cayó la vuelta”, dijo a sus compinches el conductor del camión, aprovechando la llamada que le permitieron hacer los policías.
Lo acababan de capturar en la vía que conduce de Guaduas (Cundinamarca) a Bogotá, conduciendo un vehículo que venía de Cauca y tenía 424 kilos de cocaína en una caleta oculta en el techo del furgón trasero.
Este golpe se dio gracias a información de la Oficina Federal de Investigación (FBI) de Estados Unidos, que le venía siguiendo la pista a una organización de narcotráfico transnacional, con sede en la capital colombiana.
En una operación conjunta con la Dijín de la Policía, se logró darle un importante golpe a esa red, responsable no solo del cargamento interceptado en Guaduas, sino del envío de toneladas cocaína a Estados Unidos, Centroamérica y varias ciudades de Colombia.
Los policías arrestaron en Bogotá a su presunto líder, Wiliam Neil Pineda Córdoba, alias “W”, quien al parecer “contaba con la capacidad proveer de estupefacientes a varias organizaciones criminales del país. Su principal punto de acopio era Bogotá y frecuentaba los departamentos de Cauca, Cundinamarca, Huila, Antioquia, Boyacá, Magdalena y La Guajira, en donde realizaba negocios criminales y tenía sus alianzas para el tráfico de estupefacientes a nivel local”, reportó la Policía en su informe.
“W”, además, cuenta con siete condenas judiciales por diferentes delitos, entre ellos tráfico de estupefacientes, homicidio, secuestro y concierto para delinquir. En 2019, según registros de prensa, fue arrestado en un parqueadero de Villavicencio (Meta), junto a otras tres personas, custodiando 564 kilos de marihuana.
La red ilegal obtenía la cocaína en cultivos y laboratorios de Cauca y Nariño, y luego la transportaba a Bogotá, la Costa Atlántica y Vichada, para su despacho internacional por vía aérea y marítima.
En la operación también fue detenida en la capital la esposa de “W”, Diana Ladino Castaño (“Carito”), quien supuestamente se encargaba de coordinar la logística del transporte en camiones y otros vehículos acondicionados con caletas.
Con ellos cayeron, además del citado conductor, otros secuaces apodados “Javier”, “Careniña” y “Nacho”, cuyas identidades no fueron suministradas por las autoridades, aunque se advirtió que pertenecían a la misma familia.
Según el coronel Edwin Urrego, director de la Dijín, la banda utilizaba santería para tratar de blindar sus movimientos con ayuda del más allá.
En una interceptación telefónica, una supuesta bruja le dijo a “W” que los narcos mexicanos estaban ofendidos porque les debía dinero, y que le iban a poner una trampa ofreciéndole un negocio multimillonario, para luego desaparecerlo.
“Ojo con eso, discúlpeme, yo se lo digo porque yo veo lo que veo, no soy ninguna bruja, pero Dios me dio un don y veo lo que veo. A usted no lo han localizado y le van a poner una trampa con mucho dinero, un negocio muy grande, no se vaya a dejar enredar, es la carnada que le están poniendo”, le dijo la hechicera.
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