El youtuber colombiano Diego Bautista, conocido como “Diego Zas”, invitaba a su casa a Juan* para jugar videojuegos, pero cuando se quedaban solos abusaba de él. A cambio de su silencio, el influencer le ofrecía dinero, celular y más juegos. La dinámica se mantuvo por lo menos un año, hasta que las señales físicas en el cuerpo de Juan se hicieron más evidentes y él mismo confesó que su “amigo de juegos” lo abusaba. La familia atendió el llamado y tras denunciar lograron que Diego Bautista fuera condenado a 16 años de prisión por acceso carnal abusivo que dejó como secuela una enfermedad de transmisión sexual en el niño de 8 años de edad. Al “youtuber” le dieron casi la pena máxima contemplada en el Código Penal colombiano que expone condenas de entre 12 y 20 años de cárcel para quien cometa ese tipo de delitos en menores de 14 años.
Esa ha sido una de las penas más ejemplares en los últimos meses contra depredadores sexuales y es apenas uno de los 8.295 casos de violencia sexual contra menores de edad que se registraron entre enero y agosto.
El panorama es tan alarmante que la Procuraduría pidió acciones urgentes pues según reportes de la Estadística Delictiva de la Policía Nacional 4.605 niños y niñas, y 3.690 adolescentes en todo el territorio nacional han sido víctimas de delitos sexuales en apenas 8 meses. Una de las entidades llamadas a responder es el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) que hasta el momento ha acogido en su sistema de protección a 11.130 menores víctimas de violencia sexual, 9.705 niñas y 1.425 niños. Entre las principales ciudades donde se registra la mayor cantidad de casos están Bogotá, Valle del Cauca, Atlántico, Cundinamarca y Antioquia.
Y es que Colombia cada vez más pareciera convertirse en un lugar peligroso para la niñez. Según datos recopilados por la agencia de derechos humanos Pandi cada día, 57 niños son examinados por abuso sexual, lo que se traduce en 20.879 exámenes al año. Entre enero y agosto de este año, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses reportó 12.899 exámenes médicos legales por delito sexual en primera infancia, infancia y adolescencia.
Ante las constantes denuncias por violencia sexual en entornos educativos, la Procuraduría hizo especial énfasis en estos ambientes y en el reciente informe reveló que en lo que va de 2023 se han registrado 1.351 casos de agresión escolar con presuntos delitos contra la libertad, integridad y formación sexual en colegios oficiales y no oficiales del país. El informe además resalta que los compañeros de clase son los principales agresores dentro de las instituciones educativas.
Preste atención a las señales
Catalina Vertel, gerente de la IPS Creciendo con Cariño, explicó que los signos de alerta se pueden presentar de manera física como dolores abdominales, sangrados, lesiones genitales o en zonas cercanas. Pero también hay señales emocionales que requieren atención como los cambios de conducta abruptos, lenguaje inapropiado para la edad, miedos, fobias o cualquier comportamiento que vaya en contra de la conducta normal del niño.
Ante esas señales de alerta lo primero que debe hacer el cuidador es creerle al niño. “Creer en su relato, escucharlo con atención sin interrupciones ni preguntas insistentes. Nunca culpabilizar o enojarse por el relato o las evidencias físicas, sino agradecerle por contar, tranquilizarlo y darle apoyo. Nunca decirle que van a guardar el secreto, porque el secreto siempre está alrededor del abuso. Este es un tema que los adultos deben poner sobre la mesa”, explicó Vertel.
El siguiente paso será trasladar al menor a un centro asistencial de inmediato. Luego vendrá la denuncia al ICBF, al Centro Atención Integral Víctimas de Abuso Sexual (Caivas) y a la Fiscalía. Así mismo, Vertel hace un llamado a reparar la violencia sexual porque “si no se repara no para la generación de trauma y daño. Estamos reconociendo cómo los adultos de hoy tuvieron una infancia producto de la violencia que trae costos muy altos en la sociedad. Lo más importante es la reparación de la salud mental”.
*Se cambió el nombre para proteger al menor de edad.