La multinacional Chiquita Brands fue condenada el pasado 10 de junio por una corte federal de Florida, Estados Unidos, por financiar grupos paramilitares en la región de Urabá. Sin embargo, el proceso tiene un capítulo hasta ahora desconocido, una trama, no muy amistosa, entre los abogados gringos que representaron a las víctimas. Se acusan de haber pagado sobornos a paramilitares para que rindieran falso testimonio en contra de la multinacional.
En el pleito contra Chiquita Brands, confluyen varios bufetes representando a víctimas. El reciente fallo contra la bananera lo ganó el bufete del abogado Paul Wolf. Logró un acuerdo por 12,8 millones dólares para indemnizar a las 2.572 familias. Pese al logro, lo inédito es que la decisión no ha sido bien recibida por el resto de abogados al advertir que Wolf no fue leal con las víctimas, ni con las pretensiones de reparación económica. Dicen que el acuerdo podría incluso caerse por fallas en la interpretación de la ley aplicable en Colombia y EE.UU.
En todo caso, lo que llama la atención es una petición que los abogados elevaron a la juez que avaló el acuerdo, y es que se limite el uso del Facebook de su colega Wolf, porque, según dicen, allí se refiere reiteradamente al proceso y da cuenta de información reservada. Justamente, ahí estaría el meollo del capítulo de los sobornos, tan desconocido como poco comentado.
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Resulta que fue en una de esas publicaciones que Wolf aseguró que el abogado Terrence Collingsworth, miembro de uno de los bufetes que pidió ejercer control sobre el uso de su facebook, es el cerebro de la conspiración con paramilitares para que, a cambio del pago de millonarias sumas de dinero, testificaran contra Chiquita. Según Wolf, estos actos pusieron todo el caso en riesgo.
“Collingsworth es más problemático, porque fue el cerebro de la conspiración abogado-paramilitar. La organización Auc prestó a Collingsworth 1,5 millones de dólares (6 mil millones de pesos), la mitad de los cuales devolvió a Albert van Bilderbeek (condenado por lavado de dinero de los paras en la petrolera Llanos Oil) y la otra mitad se la quedó”, escribió el abogado en su red social el pasado 26 de marzo, al explicar que son usuales estas prácticas por parte de Collingsworth: “pagar a los testigos para que testifiquen según sea necesario”.
Esos supuestos sobornos también los alegó Chiquita Brands en su defensa a través de un documento elaborado por la empresa Guidepost, cuyo presidente para América Latina es el investigador y columnista Yohir Akerman. De hecho, fue el mismo Akerman quien, en su columna de este domingo en la Revista Cambio, entregó algunos detalles de los hallazgos de la investigación que, para ese caso, estuvo a cargo de su colega, Andrés Otero Leongomez.
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“Algunos abogados estadounidenses y sus agentes colombianos sobornaron, y en otros casos intentaron sobornar sin éxito, a más de 12 miembros de las llamadas Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, para manipular su testimonio con el fin de obtener mayores indemnizaciones, y desde luego más jugosos honorarios, implicando a esa empresa, y a otras, como supuestos colaboradores de los paramilitares”, dice Akerman acerca del documento de defensa de Chiquita añadido al proceso en julio del 2020.
Los supuestos sobornos habrían sido ofrecidos a Gregorio Mangones, alias ‘Carlos Tijera’, a Raúl Hasbún, alias ‘Pedro Bonito’, Salvatore Mancuso y Éver Veloza, alias ‘HH’.Pero ninguno da cuenta de ello.
Por ejemplo, en entrevista con El Tiempo, alias ‘Carlos Tijera’ dijo que el único contacto que tuvo con abogados gringos, con relación a ese proceso, fue una petición para que sirviera como testigo y dijera lo que al respecto sabía. Aseguró que nunca recibió dinero.
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En ese mismo sentido respondió alias ‘Pedro Bonito’, aunque con algunas contradicciones. Primero dijo, ante la corte del Distrito Sur de Florida, que Collingsworth jamás le ofreció dinero, sin embargo, más adelante añadió que le habían prometido una comisión entre 2,5 y 5 millones de dólares dependiendo del resultado del caso.
En medio de este cúmulo de acusaciones y señalamientos, el abogado Collingsworth se defendió afirmando que todo es falso y en consecuencia demandará a Wolf por difamación. “Él es un abogado antiético que cometió mala praxis al vender a sus clientes tras esencialmente tomar un soborno de Chiquita”, dijo a El Tiempo.