Quedan seis años para desmontar el jinete de la deforestación que galopa sobre la Amazonia colombiana habiéndose llevado sin conmiseración 551.600 hectáreas.
La meta de Visión Amazonia, divulgada con cierta timidez por el gobierno, es reducir a cero la tala a 2020 en esta inmensa región, el 42,4% del área continental del país, 483.164 kilómetros o el 6,2% de la toda Amazonia.
No será fácil. El informe del Ideam sobre el monitoreo de los bosques en 2013 reveló que el índice más alto de deforestación está en Amazonia, con 68.883 hectáreas deforestadas, casi todas en Caquetá, Putumayo, Meta, Guaviare y el eje San José del Guaviare-Calamar, 57% de la deforestación nacional.
El panorama no es halagador. Gabriel Vallejo, ministro del Medio Ambiente, informó que la destrucción de la vegetación ha derivado en la desconexión entre la cordillera Oriental y la Amazonia, evidente en los alrededores de La Macarena, el parque Tinigua y las sabanas del Yarí. Una ruptura grave para la biodiversidad.
Causas
La meta de Visión Amazonia parece ambiciosa. Luz Marina Mantilla Cárdenas, directora del Instituto de Investigaciones Amazónicas Sinchi sostuvo que la principal causa es la ampliación de la frontera agropecuaria, que pasó de 35.788 kilómetros cuadrados en 2002 a 45.481 kilómetros cuadrados en 2012.
El Sinchi no mide la tasa de deforestación, sino el cambio de cobertura, explicó Uriel Murcia, coordinador de Investigaciones. Se perdieron 551.600 hectáreas de 2007 a 2012, de ellas 166.300 en Caquetá y 91.000 en Guaviare. El 10% de la Amazonia ha sido deforestado. Una situación compleja en la que participan distintos actores en dos escenarios:
El suroriental, Amazonas, Guainía y Vaupés, de baja intervención, con patrón de parques y áreas protegidas y resguardos indígenas. Allí están apareciendo pequeños manchones de pérdida de bosque.
El otro es el occidental, del Caquetá, Putumayo y Guaviare, con poblamiento diferente de colonos y campesinos, infraestructura vial, bloques de hidrocarburos. Concentra la mayor tasa de deforestación.
La praderización es el principal desencadenante. Otros factores son los cultivos ilícitos, la extracción selectiva de madera y la minería. Los ilícitos, dijo Murcia, se han reducido a menos de 100.000 hectáreas.
De 2007 a 2012, último análisis, se redujo casi la mitad el cambio de cobertura, de 1 millón a 551.600 hectáreas, aunque no se conocen las razones.
No solo se debe trabajar por detener la tala sino por restaurar lo perdido. En Caquetá y Guaviare se desarrollan programas de agroforestería para brindar otra opción. “Hay que detener el ingreso de la ganadería al interior de la selva”, dijo Mantilla Cárdenas. En Caquetá se trabaja con caucho y con productos como el copoazú.
En 2015 comenzará el proyecto Corazón de la Amazonia, con el fondo GEF, que promoverá la gestión sostenible y la reducción de la deforestación en 9 millones de hectáreas en Caquetá y Guaviare.
“Hay que reconstruir la unión de Los Andes con la Amazonia. Ese es un mensaje importante. No se puede perder la conexión ecológica”.
Las consecuencias las padecemos todos. Un estudio del brasileño Antonio Nobre reportó que la selva amazónica está perdiendo la capacidad de regular los sistemas climáticos. En los pasados 20 años se deforestaron más de 763.000 kilómetros cuadrados en la región brasileña, 1,5 veces toda la Amazonia colombiana.
Esta reducción parece implicada en la severa sequía que sufre Brasil. Eso podría suceder en Colombia. La meta cero deforestación a 2020 no parece sencilla, pero si no se empieza... .