Crear un dispositivo que busca mejorar la calidad de vida de los 677.703 colombianos con limitaciones motrices en sus miembros inferiores (Minsalud, 2017) fue el reto que asumieron cuatro instituciones de educación superior de Medellín al diseñar la primera silla de ruedas todoterreno fabricada en el país.
El proyecto, ganador de una convocatoria de Colciencias lanzada en 2017 para incentivar innovaciones que beneficien a los afectados por el conflicto armado, se encuentra en su última fase, cuyo resultado será una silla de ruedas que sea capaz de sortear los obstáculos que plantea la accidentada geografía rural de la región central del país.
Además, los aportes de investigadores y estudiantes del Sena, la Universidad de Antioquia, la UPB y la Universidad de Medellín han sentado las bases para trabajar en el país con aleaciones de magnesio, un material liviano y maleable que hace más eficiente la versión final de la silla de ruedas todo terreno, y al que el proyecto espera abrirle la puerta para nuevas aplicaciones.
Las fases del proyecto
De acuerdo con Félix Echeverría, profesor de la Universidad de Antioquia y líder investigador, la unión de las instituciones se dio con el fin de optimizar los pasos que llevaran de la idea a la materialización.
Así, el primer escollo a superar fue identificar qué profesionales respondían a los vacíos en el conocimiento, los procesos necesarios para el trabajo del material a emplear, el diseño de la silla y las pruebas a realizarle una vez estuviera construida.
“En el aspecto de la generación de conocimiento, Colciencias priorizó el desarrollo de nuevas tecnologías en materiales para propuestas de movilidad. Nuestra respuesta fue crear una silla de ruedas en magnesio para personas en condición de discapacidad que viven en entornos rurales”, expuso Echeverría.
Y es que según Federico Cardona, presidente del Consejo Iberoamericano de Diseño de Ciudad y Construcción Accesible, las sillas de ruedas convencionales se quedan cortas ante las características de la geografía rural colombiana, e incluso en algunos entornos urbanos.
“La base para un usuario de silla de ruedas es que los entornos por los que transita sean accesibles. Como nuestra geografía es tan variada, se presentan pendientes y terrenos irregulares que les dificultan a las personas tener autonomía, que es precisamente lo que se busca con el uso de estos productos de apoyo”, dijo.
Consciente de esa dificultad, el grupo investigador optó por el magnesio como el material que haría la silla más maniobrable para el usuario.
La materia prima
Aunque el primer prototipo se diseñó en aluminio, el producto final que se espera entregar antes de que culmine el año empleará magnesio, lo que reducirá en un 50 % el peso del chasis (actualmente 4 kilos) y el esfuerzo que deba hacer la persona a bordo de la silla.
“El magnesio es el tercer material más abundante en la superficie terrestre, y es un metal muy liviano. Sin embargo, en Colombia el uso que se le da se limita a los fertilizantes y la cerámica, por lo que al incorporarlo a la silla lo que conseguiremos, además de mejorar su peso, es demostrarle al país que es posible la manufactura en magnesio”, expuso Esteban Correa, docente del programa de Ingeniería de Materiales de la Universidad de Medellín.
Por su parte, Paula Chacón, profesora de la facultad de Diseño Industrial de la UPB y quien intervino en el diseño del prototipo, explicó que aparte del material, la incorporación de una tercera rueda brinda una mayor comodidad y estabilidad al usuario.
“Definimos que el uso de tres ruedas haría que la silla se adaptara mejor a los terrenos irregulares, en los que el contacto de tres puntos de apoyo con el suelo en lugar de dos dotaría de mayor estabilidad al prototipo. La duda estuvo en si la tercera rueda debía incorporarse en la parte delantera o trasera, por lo que creamos unos modelos en láminas de madera que, tras someterlos a varias pruebas de usuarios, demostraron un mejor rendimiento y seguridad al usar la rueda delantera”, dijo.
Tras definir la posición de esa tercera rueda, se pasó al diseño de un prototipo en aluminio (foto), que fue el que cuatro usuarios potenciales evaluaron en julio pasado, y es el que dará paso al desarrollo definitivo en magnesio.
William Loaiza, suboficial de la Séptima División del Ejército, perdió sus dos extremidades inferiores en 2012. Por eso fue uno de los seleccionados para probar la silla de ruedas. Sobre ella, expuso: “Su maniobrabilidad no es tan limitada como la de una silla convencional, y sus ruedas se adaptan mejor al suelo”.
La inversión en el desarrollo de la silla es de $861 millones, de los que Colciencias aportó $350 millones y las universidades $511 millones.