x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

Renacer de Palermo, caso de aprendizaje para Medellín

Leoluca Orlando, alcalde antimafia de Palermo, capital siciliana, cuenta cómo la región italiana superó la época de la mafia.

  • El alcalde de Palermo, Italia, narra su experiencia antimafia en su visita a Medellín. FOTOs santiago mesa
    El alcalde de Palermo, Italia, narra su experiencia antimafia en su visita a Medellín. FOTOs santiago mesa
  • Renacer de Palermo, caso de aprendizaje para Medellín
17 de mayo de 2018
bookmark

Al igual que Medellín en los años 90, Palermo, la capital de la isla italiana de Sicilia, estaba acorralada por el poder criminal y sanguinario de la “Cosa Nostra”, al mando de Salvatore “Totó” Riína (1930-2017). La mafia desafió a la institucionalidad desatando una escalada terrorista que tuvo su pico máximo en 1992 cuando dos carros bomba acabaron con las vidas de Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, magistrados que habían llevado a los tribunales a 300 mafiosos italianos.

La mafia encontró a su más férreo opositor en el alcalde de la ciudad en esa época Leoluca Orlando, abogado y catedrático, quien recogió las banderas de Piersanti Mattarella, presidente de la región de Sicilia asesinado por la mafia en 1980. Leoluca fue alcalde entre 1985 y 1990. En 1993 vuelve a ser reelegido y continúa su lucha frontal contra las mafias y la recuperación de la institucionalidad en Palermo y Sicilia hasta 2000 cuando concluyó su nuevo periodo. Vuelve a ser reelegido para el periodo 2012 - 2015. Y hoy sigue en el cargo tras una nueva reelección.

Leoluca, de visita en Medellín, compartió con las autoridades locales sus conocimientos, experiencias y estrategias que llevaron a doblegar a la mafia siciliana y restablecer la cultura ciudadana y su tejido social duramente golpeados y falseados por la delincuencia.

El alcalde Federico Gutiérrez, quien acompañó a su homólogo italiano en un diálogo que este tuvo con el equipo de dirección y periodistas de EL COLOMBIANO en su sede de Envigado, reconoció que el renacer de Palermo y el liderazgo político de Orlando le han servido de modelo para su plan de gobierno. “No solo es un referente para mí, sino un símbolo para las sociedades que luchamos en contra de la ilegalidad. Lideró un cambio cultural que es el que necesitamos. El ejemplo de Palermo es que sí se puede. No podemos quedarnos en ese círculo vicioso porque no queremos más generaciones perdidas”, dijo Gutiérrez.

A continuación presentamos algunas de las preguntas hechas al alcalde italiano.

¿En qué contexto histórico comenzó su lucha política?

“En los últimos 40 años experimentamos el gobierno de la criminalidad, no la criminalidad contra el gobierno. Esto último es fisiológico, normal. Empecé mi experiencia denunciado que en Palermo la mafia era la cara del Estado. Seguí el ejemplo de un líder: el presidente de la región de Sicilia, Piersanti Mattarella, asesinado en 1980, cuando yo era profesor universitario. Al lado del cuerpo (cadáver) de Mattarella, mi vida cambió. Sus familiares me obligaron a empeñarme en la política con un argumento fuerte: no puedes permitir que Piersanti muera otra vez. Me dijeron: ‘tienes que seguir su batalla’. Dejé la universidad y empecé la liberación de la ciudad. Palermo es la ciudad, que ha tenido el mayor cambio cultural en Europa, aún más que Berlín, Moscú, Praga o Varsovia. Esas ciudades cambiaron por la caída de la Unión Soviética o la unificación alemana. Nosotros cambiamos sin modificar la Constitución”.

¿Cómo empezó el cambio?

“El cambio no solo es justo, moral y legal, es conveniente. Nuestro mayor enemigo, tanto en Palermo como en Medellín, ha sido el eterno presente, el vivir solo para hoy, sin el respeto por el futuro o por el pasado. Los criminales no respetan el tiempo. Por eso la seguridad no es un derecho: es consecuencia de otros derechos como el trabajo, la salud, la movilidad. Cuando tengo estos derechos garantizados, tengo seguridad. Hay que empezar por algún lado: yo empecé por la seguridad”.

¿Cómo convenció a sus ciudadanos de la necesidad de esa transformación?

“La transformación presupone un cambio de infraestructura, tanto física como mental. Si el cambio cultural no tiene un acompañamiento estructural se vuelve débil. La cultura de la legalidad tiene que tener un impacto económico. Empezamos con darle seguridad a la infraestructura y con promover la innovación y la movilidad. Palermo es, con Milán, las dos ciudades del Mediterráneo con mejor cableado tecnológico y tenemos cuatro líneas de tranvía. La semana pasada licitamos otras siete. Nos volvimos una ciudad turística. En el pasado solo venían periodistas a hacer informes sobre la mafia. Hoy Palermo es la cuarta ciudad en Italia en turismo. Antes el aeropuerto solo estaba conectado con cinco ciudades; hoy, con 97. Estamos adelantando un proceso de renovación urbana aprovechando las líneas del tranvía”.

Uno de sus postulados es abordar la corrupción como un problema sistemático, enraizado no solo en la política, sino en la sociedad. ¿Cómo atacó el problema?

“En Palermo estábamos acostumbrados a ver la corrupción como un sistema, no había una reacción ciudadana. Hoy no existe la mafia de ayer pero la corrupción sigue. Me dan más miedo tres casos de corrupción que respondan a un sistema, que 100 individuales. El problema no es un robo a un banco, el problema es cuando estos delitos obedecen al sistema. Tenemos que hacer que la mafia salga del Estado y que los casos de corrupción sean expresiones individuales. La lucha no es solo contra el ladrón, se debe eliminar la corrupción interna”.

¿Cómo se construye la cultura de la legalidad? Explíquenos la estrategia del ‘carro siciliano’.

“La diferencia entre la criminalidad normal y los sistemas criminales es que la primera es contra el Estado; la segunda está dentro del Estado. Una cosa es ir a robar un banco con una máscara negra y un arma y, otra distinta, que el director del banco entregue el dinero. La lucha contra el narcotráfico se parece más a la lucha contra la ‘Camorra de Nápoles´ y no contra la mafia de Sicilia. Esta última tiene un jefe y una estructura vertical. La Camorra no, tiene una relación horizontal, no se sabe quien es el jefe. Por eso la estrategia es como un carro de dos ruedas: la legalidad y la cultura. Si solo tienes tolerancia cero y seguridad, funciona bien contra las mafias pero no contra el sistema criminal. El carro se queda girando sobre una sola rueda y no avanza. Y si solo funciona la segunda rueda, la cultura, el carro tampoco avanza. Las dos ruedas deben ir a la misma velocidad. La tarea del alcalde es controlar la velocidad de las ruedas”.

El reto actual de Medellín es ofrecerles oportunidades a los jóvenes para que no terminen en los grupos armados. ¿Qué labor se hizo al respecto en Palermo?

“La escuela es fundamental para convencer a los jóvenes de no seguir el camino de algunos de sus padres. Si quieres implantar la cultura de legalidad, debes empezar por el individuo. Debes convencer a los hijos del narcotraficante que ellos no son la sangre de sus padres sino que son autónomos. Para encarcelar a un asesino hacen falta 30 segundos. Pero para convencer al hijo de un asesino de que su padre se equivocó, no son suficientes 30 segundos y si no lo haces, quizás tengas al frente otro asesino.

Novelas, documentales y series reviven cada cierto tiempo la época del narcotráfico pero desde los victimarios y no tanto desde las víctimas. ¿Qué posición debe asumir el Municipio?

“Es necesario el apoyo a las víctimas. Nosotros aplicamos toponomástica (estudio etimológico de los nombres de lugares) inteligente: cuando queremos enviar un mensaje cultural utilizamos los nombres de los lugares para recordar la violencia contra la mujer o las víctimas de la mafia. Nombramos jardines o lugares públicos. Puede ser un recuerdo pero finalmente se vuelve memoria y una ocasión para reflexionar. (...) Marlon Brando fue un excelente actor. Cuando murió (2004) yo estaba en Alemania. Me llamó un periodista a preguntarme por él y yo le dije que “El Padrino” había dado un mal mensaje: normalizaba el comportamiento de la mafia. Los había vuelto del común”.

¿Qué mensaje le deja a la comunidad, responsable directa de la transformación?

“Coraje cívico. No hay que delegarle a nadie, ni siquiera al alcalde, el cambio. Por demasiado tiempo en Palermo se delegaba todo al alcalde pero así no funciona. Si no se involucran todos en la comunidad el cambio es débil. La lucha contra la mafia es solamente del pueblo”.

El empleo que buscas
está a un clic
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD