Hasta hace 10 años a nadie se le hubiera ocurrido poner en discusión a Santa Fe de Antioquia como amo y señor entre los destinos turísticos del departamento.
Ir a pasear a Santa Fe era, más que un plan, un proyecto anual de las familias para poder disfrutar de sus hoteles, el Puente de Occidente, sus piscinas, iglesias y su centro histórico. Esa sólida economía turística no podía sino mejorar con la vía 4G que puso a Santa Fe a 50 minutos de Medellín.
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O eso era lo que pensaban allí. Sin embargo, sobre la Ciudad Madre como referente turístico penden varias incertidumbres en el mediano y largo plazo que desde hace rato están generando ruido y en cierta forma, están materializándose. Hoy incluso se habla destinos como Mutatá y Ebéjico, antes impensados, como seria competencia.
Pero hay que ir por partes. Hablando de la coyuntura actual, empresarios turísticos y comerciantes entregaron un balance positivo de la temporada decembrina y en enero. Hoteleros reportan ocupación de más del 80%, que incluso se sostuvo después del Puente de Reyes, un alivio para un sector que tuvo en los últimos años una saga de infortunios con la pandemia y el cierre del puente Paso Real que en los últimos dos años dejaron pérdidas de hasta el 70% en ocupación hotelera y otras actividades asociadas.
Pero ese buen balance podría ser solo una tregua breve si se materializan algunas de esas incertidumbres. Víctor Pino, empresario turístico de la región, señala que desde 2023 en las diferentes instancias del gremio ha lanzado varias alertas de lo que él considera que son una sumatoria de factores que podrían minar la posibilidad de que Santa Fe siga el ritmo de la dinámica turística en Antioquia y el país.
Entre las que menciona están la irrupción de las rentas cortas que ha golpeado al sector hotelero. Señala que para los hoteleros, que realizan constantemente inversiones para mejorar experiencias y locaciones, ha sido difícil competir con situaciones como alojamientos de Airbnb para ocho personas todo un puente festivo por un valor de $500.000. Otro factor inquietante, expresa, es el surgimiento de nuevos destinos, que antes, durante medio siglo de dominio del negocio turístico, llegaron a contemplar como competencia.
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Víctor apunta que destinos como Mutatá, con su turismo de naturaleza; Ebéjico y Fredonia, con su oferta de descanso en clima templado; Cisneros con su revitalizada propuesta de charcos y cultura; y otros lugares ya posicionados como Jardín y Jericó con su apuesta patrimonial y arquitectónica se han ido quedando progresivamente con buena parte de la tajada de turistas que dominaba Santa Fe.
El tercer factor que expone el empresario está asociado al anterior, y es que según Pino, contrario a lo que se cree, Santa Fe no puede ser considerado como un sólido destino de veraneo, si se parte desde los parámetros que establece la Organización Mundial de Turismo. Santa Fe, complementa Víctor, no tiene una cadena de valor con infraestructura, bienes y servicios ni integra una propuesta regional. Sin esto, concluye el empresario, el turismo en la Ciudad Madre ha terminado por estancarse en un turismo de sol y piscina, una propuesta muy elemental para el complejo y competido mercado turístico mundial, cada vez más cualificado.
La única salida que ve Pino es consolidar una apuesta sólida como destino turístico cultural que tenga todo un circuito de valor, tarea en que la dice que vienen trabajando en los últimos 15 años.
Desde el año pasado la alcaldía empezó a bosquejar un proyecto para repensar la vocación turística de Santa Fe y volcarla a una apuesta biocultural, lo cual implica fortalecer la oferta cultural y hacer un trabajo grande de investigación para rescatar prácticas, tradiciones, gastronomía, entre otros.
Mientras esos planes despegan el gremio busca la forma de lograr una estabilidad en medio de tanta volatilidad.
Una de las críticas más recurrentes que han hecho los ciudadanos en los videos en redes sociales que abordan las problemáticas que afronta Santa Fe son los altos precios. Víctor cree que sí existe una sobredimensión de los precios, mientras que otros empresarios como Mario Jaime, de la hostería Tonusco, consideran que los precios que manejan siguen siendo bastante competitivos frente a otros destinos. Eso sí, el punto de encuentro en esta discusión es que sería una pésima idea que el municipio entre a la “guerra del centavo” buscando recuperar terreno, pues esto terminaría por deteriorar el tejido social siempre tan vulnerable en lugares turístico, además de que socavaría la posibilidad de encontrar el sello distintivo que busca el municipio.
En medio de la búsqueda de ese punto de equilibrio el comercio también ha sufrido un reacomodo. A finales del año pasado hubo desbandada de negocios que se ubicaban en el Centro Histórico, algunos se asentaron en otros locales menos céntricos, debido a los altos gastos y los bajos ingresos que dejaron las recientes crisis mencionadas. Otros restaurantes, bares y negocios de servicios cerraron definitivamente.
Ovidio Sánchez, del restaurante La Comedia ABC, considera que la vocación del Centro Histórico es necesaria repensarla, primero desde la oferta, pues considera que para ser uno de los centros históricos más emblemáticos y encopetados del país carece de la oferta de bienes y servicios que buscan y encuentran turistas en otros destinos nacionales reputados.
Mientras sector público y empresarios se sientan a darle forma al nuevo turismo en Santa Fe de Antioquia, una estrategia prioritaria en la que están enfocados en este momento es encontrar la forma de encadenarse con los actores del negocio en Medellín, pues en la Ciudad Madre les sigue pareciendo increíble que en las calles de la capital antioqueña saturen a los turistas con planes para Guatapé y Jardín, y la otrora capital del departamento, con su clima, sus hosterías de lujo y su arquitectura única no figure como corresponde.
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