En el libro Herencia y Legados, publicado por el Concejo de Envigado y pagado con recursos públicos, la atribución de la autoría del Cantar del Mio Cid a Fernando González no es la única pifiada.
Vale la pena recordar que al ser consultado por EL COLOMBIANO para un artículo que salió el viernes pasado, el presidente de esa corporación, David Londoño, calificó como un “craso error” el que se haya dicho en ese texto que el filósofo de Otraparte fue quien escribió el texto que relata las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, un caballero y militar castellano que vivió en el Siglo XI y que ha figurado en la historia como de autor anónimo.
Como si fuera poco, en un apartado del libro donde aparece la historia de la emblemática morada del autor de Mi Simón Bolívar, Viaje a pie y El hermafrodita dormido —estos sí de González— escriben el nombre de Casa Otra Parte y no Casa Museo Fernando González Otraparte, como realmente es, pero además dicen, también de forma errónea, que esta propiedad reconocida como patrimonio histórico está “ubicada en la Zona Suroriental de Medellín (Poblado-Palmas, Avenida Fernando González, carrera 43A No. 27A-sur, zona 11).
Pero ahí no paran las posibles inconsistencias de un libro que costó 21 millones de pesos que salieron del presupuesto de los envigadeños.
El capítulo III, supuestamente dedicado a personajes que han marcado a la Ciudad Señorial en su pasado y presente, así como otros que se perfilan a futuro, abunda en perfiles de políticos. Entre ellos está, por ejemplo, el exdiputado Rodrigo Mesa (q.e.p.d), de quien se destacan sus habilidades como político y conocedor de temas de Hacienda aún sin haber tenido formación académica al respecto; no obstante, se omite que en 2012 este fue inhabilitado para ejercer cargos públicos por 5 meses a raíz de que en una sesión de la Asamblea dijo que “invertir plata en el departamento del Chocó era “como meterle perfume a un bollo”, expresiones que la Procuraduría calificó de “irrespetuosas, inapropiadas e injustificadas”.
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Igualmente, están el cantante Maluma —que vivió en Envigado, pero nació en Medellín— al que se le identifica en la página 201 por el nombre de pila: Juan Luis Londoño; y el futbolista Juan Fernando Quintero, oriundo de la comuna 13 y que anotó sus primeros goles en el Envigado Fútbol Club. En cambio, brilla por su ausencia en las 332 páginas Débora Arango, que no solo ha sido la más insigne artista de ese municipio, sino que marcó una época para el país con su pintura. Tampoco está el general Marceliano Vélez, un militar y político muy reconocido en el siglo XIX.
Aparte de presidente del Concejo de Envigado en 2024, cuando el público vio Herencia y Legados, Londoño figura en los créditos como director del proyecto editorial cuestionado, y al preguntarle por los criterios para la inclusión de los personajes contestó que la selección tanto de estos, igual que de los lugares, de los sectores económicos que se destacan, de la fauna y la flora, respondió que la compilación “se basó en los textos aportados por diferentes autores que participaron en el proyecto, así como en las lecturas realizadas durante las sesiones del Concejo Municipal desde el año 2021, en las cuales se narraron historias de figuras representativas de nuestra ciudad”.
Además, aclaró que la ausencia de la dueña de Casablanca y del general Vélez, “tan importantes para nuestra historia”, no fue intencional y que “refleja la falta del espacio”, por lo que podría haber futuras ediciones.
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Lo curioso, si de espacio se trata, es que 39 de las primeras páginas las dedican a las biografías de los actuales 17 concejales y a las hojas de vida del personal administrativo de esa corporación. Valga anotar que las imágenes de los corporados están a color, mientras que el resto de las que usa el libro son a blanco y negro.
EL COLOMBIANO trató de conocer la opinión de los directivos de Otraparte con relación a las erratas sobre su identidad, pero dijeron que no se pronunciarían.
Por su parte, Sergio Restrepo, un envigadeño destacado en el campo de la gestión cultural a nivel metropolitano, apuntó que en este caso “se les fue más que un duende de esos de las litografías” y explicó las fallas en el contenido como el uso de alguna inteligencia artificial, que luego no pasó por ninguna revisión de estilo ni de tipo editorial.
“Hay que celebrar que publiquen textos de memoria histórica, pero hay que cuidarlos más para no caer en esas imprecisiones”, añadió Restrepo.
No pagaron contenidos
Según Londoño, no hubo un autor único y la producción intelectual no tuvo ningún costo porque hicieron la integración de “escritos de diferentes autores, como concejales, personal de apoyo del Concejo”, además de otros obtenidos del Centro de Historia local y algunas transcripciones de las lecturas que acostumbran realizar durante las sesiones desde 2021.
La recopilación de textos, dijo, se hizo de enero a octubre de 2024 y la edición fue en noviembre para llevar las artes a imprenta a comienzos de diciembre.
En total, desde los últimos días del año pasado hasta que estalló la controversia en los primeros días de 2025, alcanzaron a distribuir 180 ejemplares de mil que imprimieron.
Londoño reiteró que todos los posibles errores que sean identificados “serán incluidos en una fe de erratas que se adjuntará a los libros pendientes de repartir y se publicarán los canales oficiales del Concejo municipal”.
Las preguntas al concejal se hicieron este lunes de a pocos y por Whatsapp, debido a que “estaba ocupado”. Al preguntarle si hubo alguien especializado a la hora de concebir la estructura del escrito así como para la edición final y corrección de textos, o quién se haga responsable de los errores o posibles omisiones, tratándose de un producto hecho con plata de los contribuyentes, no hubo respuesta.
