Los que se acostumbraron a reconocer a Yarumal por su parque faldudo y coronado por la imponente basílica de color gris, verán un cambio extremo a partir de este final de año; un cambio que no está exento de polémicas.
En ambos casos, los resquemores de quienes no están de acuerdo radican justamente en que consideran que se están sepultando dos referentes paisajísticos y culturales importantes para los yarumaleños, que ya tienen pocos en este paso acelerado del municipio campesino que era, a la ciudad que va emergiendo con sus edificios altos y el comercio vibrante que tiene ahora.
En lo meses pasados, a la vez que los pintores avanzaban montados en andamios altos para culminar las obras en la fachada de la basílica menor La Merced, a unos metros de ella, se desarrollaba una intensa actividad de maquinaria y obreros que culminará con una verdadera cirugía extrema en el parque, a finales de este año, antes de que la administración actual le entregue al nuevo alcalde. En el parque, el cambio se proyecta tan profundo que hasta quedará aplanado. Hoy el templo luce ya su nueva imagen.
Para exponer los puntos de vista enfrentados en cada caso, conviene ir por partes.
Por ejemplo, Johan Gutiérrez, un músico y chef de 32 años que vive una cuadra arriba del parque, relata que hacia 2019 habían remozado este espacio y además levantaron en la parte central varias casetas con agua, energía eléctrica, gas y hasta batería de baños para los vendedores de comidas rápidas. Recuerda que en ese momento se desató una polémica en el pueblo por el alto costo de la red de gas que instalaron y ahora será “platica perdida”, con el agravante de que esa infraestructura casi no se usó por el encierro obligado de la pandemia.
Pero lo más importante es que teme que quiten una especie de pasamanos tubulares a lo largo de los pasadizos que permitían ir en diagonal de un lado a otro, entre los cuatro extremos del cuadrado inclinado que conforma el parque.
La zozobra de un viejo vendedor que desde muchos años atrás tuvo una caseta en el parque y mientras culminan los trabajos se instaló en una de las esquinas, es que ya le anunciaron que no hay sitio para él después de la reapertura. “Con este negocito levanté a toda mi familia y ahora me dicen esto”, se lamenta.
Otros comerciantes de los alrededores también se quejaron de la rebaja en las ventas por el cerramiento para repavimentar las calles aledañas, pero poco a poco han apreciado como retorna la clientela y van dejando las expresiones de crítica, no obstante que la zona central aún mantiene cierto aspecto de calamidad por los telones verdes que la circundan y el ruido de las máquinas.
Gutiérrez se lamenta además del posible sobrecosto derivado de los líos con la contratación, pues el constructor inicial tuvo retrasos y al final le cedió la obra a otra empresa.
Por su parte, el alcalde de Yarumal, Miguel Ángel Peláez, aseguró que tanto los tubos como el templete que lucía el viejo parque se conservarán porque son parte de la memoria del municipio, y aunque confirmó que el valor del proyecto subió $2.000 millones con respecto a los $7.300 millones iniciales, insiste en que no se trata de un sobrecosto sino de una adición por componentes que se habían planeado en forma diferente.
Al contrario de lo que piensa Johan, el funcionario defiende que se quiere rescatar un referente de los pobladores, que “antes era solo de paso porque eran unas diagonales, casi que unas calles cerradas que no invitaban a quedarse debido a la pendiente”.
Entre sus nuevos componentes, en la parte baja habrá un andén con una pérgola, como extensión de la zona comercial; luego vendrá una plaza cívica con capacidad para más de 2.000 personas en actos especiales; una terraza cultural tipo teatrino al aire libre para unos 500 espectadores; otra terraza, la del templete, va a ser un espacio para recordar hitos como la fundación y para albergar las esculturas de Epifanio Mejía, el autor del himno antioqueño; del padre Benedicto Soto —fundador de la comunidad de Hermanas Concepcionistas— y del general José María Córdova en recuerdo de la batalla de Chorros Blancos; una especie de tercera terraza será el atrio de la basílica. Aparte, dejarán espacio para que los niños se diviertan en una especie de mini parque infantil.
El área del nuevo parque serán 7.200 metros cuadrados.
“Este espacio público se va a convertir en el referente más importante para Yarumal, el que le va a dar nombre, sentido de pertenencia, y lo va a ubicar, sin duda, como uno de los mejores parques de Antioquia”, apuntó el alcalde Peláez. A estas alturas, cuando falta mes y medio para que termine su administración, las obras van por el 80% de avance y la intención es terminarlo hacia diciembre, para cortar la cinta antes de entregar el cargo.
Según él, las críticas provienen de quienes piensan que ese presupuesto se pudo destinar para paliar necesidades básicas insatisfechas, pero adujo que esta obra hace parte de sus promesas de campaña y se incorporó al plan de desarrollo, y fuera de eso se concertó con la comunidad.
Para él, los $2.000 millones de más se explican porque inicialmente habían pensado en que los pisos fueran de concreto a la vista y luego se volcaron hacia un diseño más estético. Algo similar ocurrió con la iluminación para los jardines, para los andenes, para la pérgola, para la iglesia y para el edificio patrimonial donde hoy funciona la escuela Rosenda Torres.
Discordia por la fachada
La pintura de la basílica no hace parte de ese presupuesto sino que fue costeada por la Iglesia y según el párroco Carlos Ignacio Cárdenas, costó $250 millones.
Aunque la intervención no comprendió aspectos estructurales, es notoria porque implica cambio del color en el frontis, la cúpula y las torres “variando el tradicional plateado”, y ahí radica el resquemor de algunos fieles. De hecho, el Comité de Vigilancia del Patrimonio Histórico le envió un oficio al padre Cárdenas el 19 de septiembre, recordándole que la basílica es un bien patrimonial y por tanto cualquier modificación o restauración debe pasar por un “Plan Especial de Manejo y Protección” que debe contar con el visto bueno de la Alcaldía. Al parecer, el mensaje llegó tarde y que lo hecho, hecho está.
La fachada de la basílica menor era gris, con las torres plateadas y ahora combina el cobre con blanco y crema. El párroco Carlos Ignacio Cárdenas explica que el previo no era propiamente el tono original, pues la cúpula la hicieron entre 1903 y 1907 con 14 quintales de cobre. En 1944 montaron las torres y las forraron en ese mismo color, pero en 1953, le pusieron la pintura plateada con el fin de no lidiar más con la limpieza del metal y esta se comió el cobre.
“Hoy estamos es dándole una carita más alegre a la basílica”, dijo, a la vez que explicó que la Alcaldía debió celebrar un convenio con la dioócesis si quería intervenir en la decisión.
250
millones de pesos cuesta la pintura y arreglo de la fachada de la basílica menor de Yarumal.