El 8 de marzo es el día en que las mujeres del mundo se unen para visibilizar las desigualdades que las atraviesan y conmemorar sus luchas en la búsqueda de la igualdad de género. En este contexto, nuevos temas y conceptos han aparecido en las agendas de las organizaciones sociales y los gobiernos, uno de ellos es la Economía del Cuidado, que hace referencia a las actividades cotidianas, como limpiar, cocinar, cuidar de niños, niñas, adultos mayores, discapacitados, realizadas tradicional y mayoritariamente por mujeres y que sostienen la vida y las economías de las familias, en particular, y de las comunidades y el modelo económico actual, en general.
A propósito de la conmemoración de este año, EL COLOMBIANO habló con Natalia Velásquez Osorio, secretaria de las Mujeres de la Gobernación de Antioquia, cuya cartera lanzó recientemente el Plan de Economía del Cuidado de Antioquia. Una política pública dirigida a reconocer la importancia de las labores del cuidado para el sostenimiento del sistema económico, cuya difusión en los territorios será acompañada por parte de una experta de ONU Mujeres, organismo dedicado a defender los derechos de las niñas y mujeres en el mundo.
¿Por qué es importante hablar en el departamento de Economía del Cuidado?
Es importante sensibilizar a la sociedad en torno al reconocimiento de las labores de las mujeres en la Economía del Cuidado. También, por la necesidad de fomentar la corresponsabilidad entre los hombres y las mujeres. Además, se evidencia cómo este trabajo, que no es una obligación de las mujeres, y lo han realizado durante muchos años, ha sido ocultado y no remunerado. Este tema es importante para el departamento y en general para el país.
¿Cómo hacer para que en el departamento se reconozca la importancia de la Economía del Cuidado?
Es un ejercicio de pedagogía que implica ir a los municipios, explicar qué son las labores del cuidado, por qué el cuidado es un derecho, es decir, que las mujeres pueden decidir si cuidan o no, para que no sea un asunto impuesto, porque nosotras también tenemos derecho a ser cuidadas, protegidas y vivir libres de violencia. También para que se reconozca el cuidado como un trabajo, cuántas horas dedicamos para que todo funcione y cómo le aporta esto a la economía.
¿El cuidado como un trabajo?
Implica cambiar el estereotipo o la creencia de que dedicar el tiempo a las labores del cuidado no implica nada. Cuando analizamos las publicaciones que han hecho sobre Economía del Cuidado vemos que es el punto de partida para un montón de discriminaciones. A lo que me refiero, entonces, es cómo los trabajos de las mujeres son menos valorados.
Cuando hablamos de la feminización de la pobreza tiene que ver con esa creencia que tenemos de que como es una asunto de mujeres no vale tanto. Creemos que las trabajadoras domésticas, por hacer un trabajo del cuidado, es un asunto precario y que no tiene que tener la misma garantía de derechos que otros trabajos, por ejemplo.
¿Por qué se dice que estas labores del cuidado sustentan la economía?
Hay evidencia que dice que si midiéramos el porcentaje de trabajo del cuidado en el PIB, representa una participación mayor que incluso el renglón de la industria y el comercio. Por eso, hay que hablar de economía del cuidado, porque eso que se hace tan en silencio, en lo íntimo, sustenta la economía de las poblaciones.
Al mismo tiempo, esa sobrecarga nos resta a nosotras posibilidades de un desarrollo humano integral. Tiene que ver con que no vivimos libres de violencias, pero también tenemos una menor participación política, porque hemos estado siempre en la casa cuidando. Si reconociéramos el cuidado como un trabajo, nos pudiera permitir a las mujeres avanzar de una forma distinta.
¿Cómo están llevando el Plan de Economía del Cuidado a los 125 municipios del departamento?
La pedagogía no es solo con las comunidades, también se convoca a las diferentes secretarías, como salud, inclusión social, educación, infraestructura, para que comprendan qué es y cómo se puede implementar. Lo transversal del tema implica convocar a otras dependencias distintas a las autoridades de género.
Después lo que hacemos es empezar a desarrollar acciones puntuales con públicos específicos, por ejemplo, una Mesa Departamental de Masculinidades para que los hombres entiendan que ellos también tienen que ver con el cuidado, que no es una “ayuda”. Si los municipios logran crear sus propios planes de Economía del Cuidado también tendrán una herramienta para que sepan cómo hacer el ejercicio de reconocimiento y pedagogía.
¿En esta administración se va a concretar alguna acción o cómo se podría materializar el Plan de Economía del Cuidado?
Quienes deben asumir las obras de equipamiento y demás son las alcaldías. Lo que tenemos que hacer es transversalizar el enfoque del cuidado a lo que ya existe, por ejemplo, los centros de desarrollo infantil permiten a las mamás de alguna manera tener más horas para ellas.
El plan no se materializa en una obra, lo que tenemos que hacer es mostrar al mercado, las comunidades, las familias y a nosotros como Estado cuáles son esos asuntos de los cotidianos que se nos desdibujan. ¿Hace cuánto estamos hablando de enfoque de género?, años y a las administraciones locales todavía les cuesta muchísimo entender cómo concretar acciones afirmativas. En este período creo que ese es el desafío.
¿Cuáles son las complejidades para la difusión del Plan de Economía del Cuidado en el departamento?
Las creencias, los estereotipos, los roles de género, la dificultad para comprender un tema como la equidad de género, es un tema sensible. Apenas estamos siendo capaces de evidenciar el problema. También cómo generamos investigaciones, conocimiento que permitan entender y saber cómo desde la gestión pública se concretan actividades específicas.
Ante la complejidad que representa abordarlo en todos los municipios del departamento, la mayoría con un presupuesto muy incipiente, el gran desafío que tenemos es que entiendan qué es para saber cómo lo transversalizan y cómo se optimizan esas acciones que podemos desarrollar con lo que tenemos.
¿Cuáles son los principales obstáculos a los que se enfrenta el Plan?
Las barreras institucionales, que persisten para la garantía de los derechos, porque toda esa deconstrucción que hay que hacer en las sociedades también hay que hacerla a nivel institucional.
Por eso, que haya un plan ya se considera una acción afirmativa, que dice que hay que hablar de este tema, reconocerlo y revisar cómo están las mujeres que se dedican al cuidado en término de sus derechos.