Mientras para algunos expertos la peatonalización de la carrera Carabobo fue un hecho extraordinario que modificó la manera de vivir y disfrutar el Centro de Medellín, para otros no se generó mayor espacio público, se diseñó una vía que luego fue monopolizada por las ventas, principalmente las ambulantes, y se convirtió en una zona que no se disfruta con tranquilidad y que incluso tiene problemas de seguridad.
En 2005 se tomó la decisión de convertir la carrera 52 (Carabobo), una arteria vehicular, en un paseo peatonal que va desde la calle 44 (San Juan) hasta la calle 53 (avenida de Greiff).
En el proyecto, la Alcaldía de Medellín invirtió cerca de $18.000 millones y permitió a los ciudadanos recorrer a pie una de las, hasta entonces, calles más congestionadas del centro de la ciudad.
“El ser peatonal vitaliza la vía. La presencia de grupos humanos hace posible configurar espacios de sociabilidad que antes no se tenían”, dijo Beethoven Zuleta Ruiz, director de la Escuela de Hábitat de la Universidad Nacional.
Agregó que sin la peatonalización, otros elementos de la ciudad, no hubieran cobrado tanta vitalidad, como sucede con el parque de Los Deseos.
El urbanista José Fernando Ángel comparte ese punto de vista e indica que desde la avenida de Greiff, en dirección al barrio Aranjuez (nororiente), hubo mejoramiento de los andenes, reordenamiento del espacio público, más zonas para el peatón, pero en este caso, combinado con automóviles.
Darío Ruiz, urbanista, califica esta decisión como un hecho extraordinario. “Se peatonalizó y con ello se rescató la arquitectura adyacente en el Centro”.
Edificios notables
La tradicional carrera Carabobo tiene, de sur a norte, obras arquitectónicas destacadas, como los edificios Carré y Vásquez, declarados bienes de interés cultural de la nación y considerados una síntesis de la arquitectura colombiana de finales del siglo XIX.
Esta muestra de arquitectura cercana al estilo republicano, según los expertos, convive con antiguas casas de bahareque que se niegan a desaparecer y se transformaron en centros comerciales, restaurantes, cafeterías, piñaterías y almacenes.
Más adelante se encuentra el Palacio Nacional, del arquitecto belga Agustín Goovaerts y construido entre 1925 y 1934, es “un edificio romántico que fue muy bien recuperado”, según José Fernando Ángel. Desde los años 90 del siglo XX es un centro comercial popular.
En el cruce con la calle 51 (Boyacá) se encuentra la iglesia de la Veracruz, de estilo colonial, construida entre 1682 y 1712.
Y desde ahí, es solo dar unos pasos para llegar al anterior Palacio Municipal, concluido en 1937 y sede del Museo de Antioquia desde el año 2000.
La rutina
A primeras horas de la mañana, la carrera empieza a recibir a sus visitantes y, con la luz del día arriban los usuarios habituales, transeúntes desprevenidos, vendedores ambulantes y empleados de los espacios comerciales, que transforman la calle vacía en ríos humanos que transitan por una vía adoquinada y con equipos de sonido con altos decibeles de ruido, como si compitieran por cuál tiene el volumen más alto.
Asimismo, espacios de tertulia para añorar el viejo Guayaquil, conocer la historia de décadas atrás; cantar tangos, música popular y compartir con amigos, conocidos y desconocidos, son otras opciones que atraen en esta zona del Centro de Medellín.
“La gente viene y se encuentra con un espacio que ofrece tranquilidad”, sostiene Daniel Manzano, director ejecutivo de Asoguayaquil, gremio que reúne comerciantes del sector.
Pero, la ausencia de carros también es una oportunidad para que los ciclistas usuarios del programa Encicla (bicicletas de uso compartido) y con ciclas propias, recorran la vía esquivando a los peatones en su objetivo de alcanzar pronto su meta.
Calle congestionada
Rigoberto Londoño lleva 45 años trabajando en las calles y recuerda con precisión que antes se trataba de una calle angosta y congestionada.
Este vendedor de almojábanas menciona que cuando no existían las terminales de transporte Norte y Sur, los vehículos que se dirigían o venían de la autopista Medellín-Bogotá, tenían su paso obligado por la carrera 52. Pero no eran los únicos: muchos buses urbanos también utilizaban la vía y a estos se sumaban taxis y algunos carros particulares.
Rigoberto celebra que los ciudadanos puedan caminar hoy por allí y, por eso, es una de las vías preferidas para trabajar. “Es una bendición para las ventas. Es una oportunidad que se nos da. Antes pasaban buses, busetas, camiones, taxis y motos todo el día, pero ahora existen bancas para que las personas disfruten y descansen”.
Dice que al pasar de ser una calle convencional, pavimentada, con entre dos y tres carriles para vehículos, a una vía peatonal, en adoquín, Carabobo le trajo un beneficio adicional a los vendedores como él y a los peatones, que pueden encontrar allí un espacio más tranquilo que en el resto del Centro.
Sergio Marín, quien lleva 20 años trabajando en la zona, recuerda con precisión las rutas de buses que hace más de una década transitaban por la carrera: “Belén Rincón, Transportes Medellín, Santra, Aranjuez y Villa Hermosa”, repasa cómodamente, sentado en una de las sillas dispuestas en el paseo peatonal, cerca a una escultura del maestro Fernando Botero.
Aurora Salazar nació en Cocorná y estudió en Medellín para ser profesora. Luego, de varios años regresa con frecuencia a Medellín y una cafetería de Carabobo es el lugar indicado para recordar con su familia los años vividos.
Compara la vía adoquinada con las calles de su pueblo, que son pavimentadas.
Dentro de la gama de opciones que le ofrece el paseo peatonal, los restaurantes populares son un descanso para ella.
Inseguridad
Pero junto a las posibilidades que brinda el espacio público para el peatón, persisten unos lunares que se convierten en un desafío, según, Daniel Manzano, director ejecutivo, Asoguayaquil.
Para el directivo gremial son líos presentes en la zona, la proliferación de ventas ambulantes, el microtráfico y el consumo de sustancias sicoactivas.
Existen retos también en el control del pasaje peatonal por donde transitan y se estacionan motos y, bicis. “En estos momentos Carabobo es un desorden”, dijo .
Denuncia que los vendedores ambulantes son víctimas de la delincuencia, que les cobra por el espacio que utilizan.
Reconoce el trabajo de la Policía y Espacio Público, pero asegura que el personal se queda corto ante los desafíos que presenta la problemática social y de inseguridad.
Son cerca de siete cuadrantes los ubicados entre San Juan y el Museo de Antioquia y, unos 52 profesionales los que prestan servicio, informaron voceros de la Policía.
Estas áreas son unas de las prioridades de la Policía Metropolitana, cuyo comandante, el general Óscar Gómez, anunció en días pasados refuerzos para estos y otros cuadrantes del centro.
El anuncio fue simultáneo con el de la Alcaldía de Medellín, que presentó, el pasado 30 de marzo, un plan que busca devolverle la vitalidad al corazón de la ciudad, con una inversión calculada en $270.000 millones. Y Carabobo recibirá parte de esta iniciativa, pues la Plaza Botero, en el extremo norte del pasaje peatonal, se conectará con el proyecto del Paseo Bolívar, el más importante de esta iniciativa.