El Parque de las Aguas ya no es lo que era. En eso concuerdan, por lo menos, visitantes y vendedores. Ya no hay filas enormes desde temprano y el parqueadero se mantiene semivacío. Al entrar, los turistas preguntan por las atracciones y muchos, con desagrado, reciben la noticia de que los toboganes no funcionan y la piscina de olas no hace olas. Algunos, renegando, se devuelven.
Es evidente que los mejores días del parque ya pasaron. La piscina de olas, uno de sus atractivos principales, lleva 20 días sin funcionar porque el motor tiene problemas. Y no es la primera vez que sucede, este año ha pasado varios periodos iguales por problemas en el compresor.
Juan David Palacio, director del Área Metropolitana, entidad dueña del parque, respondió que este motor lleva el desgaste de muchos años anteriores en los que no se le hizo mantenimiento y de allí las fallas. “Cuando recibimos el parque los motores de la piscina estaban reventados y las tuberías desgastadas y hemos hecho la recuperación”. Anunció que el motor se reparará con un nuevo compresor.
Un recorrido por el parque permite ver que en gran medida la desazón radica en el cierre de los toboganes, que para muchos son el corazón del parque. En los mejores días, los 12 toboganes fueron lo más apetecido. Se hacían largas filas largas a su alrededor, pero en junio pasado se dio la noticia que nadie quería: un estudio de gestión del riesgo determinó que estas estructuras generaban riesgo inminente para los usuarios. Es decir, habían cumplido su vida útil y repararlos era imposible.
Con la noticia, reconocen los venteros, la afluencia de público empezó a caer. Y eso se hizo evidente este viernes. En plena semana de receso escolar, el parque estaba vacío, con apenas unos turistas.
Lina Patiño, que hace 20 años vive de un negocio de helados dentro del parque, dijo que la situación ha sido, por lo menos, “muy triste”. “Desde que cerraron los toboganes, la baja de público ha sido total. Además, se dañó la piscina de olas, los revolcones, ya vendemos 80% menos”, comentó.
Dijo que hay días en los que apenas le queda para los pasajes. “En lo que llevo acá nunca había visto el parque así”. Cuando se habla con la gente, hay un punto de inflexión. Luego del cierre de los toboganes, un influenciador de redes sociales grabó un video y expuso la situación.
Dicen que no vuelven
Fuera del parque, un vendedor de vestidos de baño e inflables, que prefirió no dar su nombre, dijo que el video del influencer fue el desencadenante. “Nada de lo que dijo es mentira: contó cómo está el parque y es verdad, pero nos hizo daño”. Agregó que muchos salen disgustados cuando se dan cuenta de que los toboganes no funcionan: “se van diciendo que no vuelven”.
Hay que decir que la administración del parque, que se hace a través de Metroparques, tiene bien cuidadas las zonas verdes, la capilla y los quioscos. El parque no se ve decadente. Los jardines están bien dispuestos, floridos.
El problema es que el Área Metropolitana dejó sembrada la duda sobre los toboganes. El director Palacio dijo que a pesar del diagnóstico negativo, nuevos ingenieros ven una posibilidad de recuperación y repotenciación. Esta opción se esperará antes de tomar una decisión de demolerlos. De no haber más alternativa que esta última, sería muy difícil volver a tenerlos. Instalar nuevos toboganes “vale más de $26 mil millones, pero como el parque no genera utilidad económica sino social, se hace muy difícil contemplar la compra tanto para esta como para administraciones futuras”, aseguró.
Palacio indicó que a los usuarios se les advierte la situación antes de ingresar y que se hizo una rebaja en las tarifas como compensación.
El asunto, es cierto, viene de administraciones anteriores que no previeron la situación de los toboganes. Se sabía que iban a cumplir su vida útil y no quedó un plan para reemplazarlos. Sin los toboganes, el corazón del parque, difícilmente hay futuro, y eso se hace evidente hoy .
26.000
millones de pesos costaría instalar nuevos toboganes, recursos que no hay.