Tras diáspora ocurrida en la mitad del siglo XX, los panaderos de este municipio del oriente se volvieron protagonistas de este gremio a nivel nacional. Su sazón es reconocida incluso a nivel mundial.
Para contar esta historia debo remitirme a una anécdota del pasado, de mis épocas de estudiante universitario cuando frecuentaba una panadería vecina.
La calidad de sus productos no era la mejor, pero el precio era su principal gancho. Con $2.000 pesos uno quedaba “desayunado”. Tal vez hoy por ese precio no le den a uno en ningún lado ni un mendrugo.
Cierto día llegó allí un taxista con acento del Valle. El hombre pidió el referido “combo” desbara-estudiantes de pan con jamón y gaseosa. Tras dos bocados, dejó a un lado su vianda con cara de rechazo, apuró dos tragos de gaseosa y le gritó a los empleados: “¡Ve ¿Quéjesto? Nombe, los paisas no saben hacer pan. Vayan a Cali pa' que aprendan!” Acto seguido, dejo dos billetes y salió indignado.
Ante el “show” todos quedamos perplejos, salvo los panaderos a cargo del negocio. Ellos solo se miraron, sostuvieron una cómplice sonrisa de sorna y continuaron con sus labores. Hoy, tantos años después entiendo el porqué de ese enigmático gesto.
Y es que resulta que –según las cuentas de la Secretaría de Desarrollo Económico y Turismo de Marinilla– casi todas las panaderías que hay en el país, tienen en común el “toque paisa”, pues están regentadas por negociantes de este municipio del Oriente, o tienen como sus panaderos a alguien de allí.
“Se ha identificado que el 85% de los puntos calientes de Colombia (como se conoce a panaderías que mantienen producción continua) son oriundos de Marinilla. Esto es una gran noticia que da cuenta de la tradición panadera nuestra”, apuntó la secretaria Leidy Rivera Castaño.
El dato se lo confirmó a este diario la Asociación Nacional de Fabricantes de Pan en Colombia, que señaló que en ese universo de 21.041 panaderías registradas a 2024 –diseminadas sobre todo en las ciudades principales– los marinillos mandan la parada ya sea en el mostrador o entre los hornos.
Es más, recientemente se conoció que el pandebono –el característico manjar que es tan popular en Cali– resultó elegido por el ranking mundial Taste Atlas como uno de los mejores panes del mundo. ¿Pero cual de los pandebonos fue el que se alzó con semejante palmarés? Pues el de la panadería Kuty, manejada por el señor Jairo Ramírez Serna, un marinillo que junto a su hermano y su familia volvieron el negocio en todo un emporio del pan en la “Sucursal del Cielo”.
Para entender el porqué hay tanto marinillo regado en las panaderías del país y por qué son exitosos, hay que devolverse en el tiempo y tal vez meterle un poco de genética al asunto.
Para nadie en Antioquia es un secreto que el marinillo tiene un espíritu aventurero que lo lleva a emprender en cualquier parte. ¿Serán acaso reminiscencias de ese gen de los navegantes españoles que llegaron a colonizar ese territorio del oriente y que lo bautizaron con el diminutivo de Santa Marina, su patrona? Quien sabe.
De otro lado hay que tener en cuenta que entre los años 60 y 80 desde el municipio se dio una diáspora de sus habitantes en busca de mejores oportunidades. De esas oleadas migratorias sobresalen las emprendidas por las familias Ramírez, Hincapié, Serna, Gómez y Giraldo, entre otras. Así como a finales del siglo XIX, estas gentes se lanzaron a otras tierras, principalmente del occidente del país.
“Ellos arrancan como en una especie de segunda colonización y estando por allá encuentran en la labor de la panadería una opción para ellos y sus familias. Tengo entendido que arrancan en las panaderías porque estas manejan un ritmo de trabajo tan extenso y tan duro como las labores de campo, pero con la ventaja de que les permite generar un capital más rápido”, explicó el alcalde Julio Serna.
Uno de los principales avances que trajo el arribo de los marinillos a sus nuevos hogares es que –tras aprender los secretos del negocio– se dedicaron a fundar sus propias panaderías en los barrios a donde llegaban. Sus negocios se caracterizaban por una producción continua y una atención que hacía sentir al comensal como en casa, según detalló la secretaria Rivera.
Tras el éxito inicial alcanzado, esos primeros marinillos llamaban al resto de sus familiares. Por eso, al emprendimiento se sumaban parejas, hijos, primos y hasta sobrinos que luego de un tiempo terminaban abriendo nuevas panaderías donde replicaban el modelo. Al final se generaba un gremio emparentado que facilitaba esa creciente sana competencia.
Los panaderos marinillos conquistaron sobre todo la capital del Valle y no falta quien dice que el barrio más grande de Marinilla es Cali.
Pero más allá del relato de esta proeza visto desde arriba, hay que entrar en la realidad que trae este oficio de delicados alimentos pero de gran rudeza en su elaboración.
En el segundo piso de la panadería Delicias del Parque, en todo el centro de Marinilla, opera una especie de “fragua” donde sus panaderos trabajan arduamente para que sus comensales lleven sabrosos productos.
Se presentan como William Arbelaez, Conrado Albeiro “Paleto” y William Duque. Son tres hombres fornidos, de brazos anchos y expresiones duras que –al trabajar en la bodega de ese antiguo caserón vestidos de blanco– más parecen duros marineros de algún viejo galeón español. Sin embargo nada más alejado de la realidad, pues entre la ardua labor las bromas y el buen humor son la constante.
Mientras suena una salsa desde un radio, ellos se mueven con destreza. Zizaguean entre bultos de harina, canecas de aceite, barras de mantequilla, hornos hirvientes, pesadas máquinas, un metiche periodista y el acucioso fotógrafo, llevando las charolas con masas que en pocos minutos se convertirán en frescos panes de extasiante aroma.
—“¿Alguna vez se cansa uno de ese olor tan delicioso?”, les pregunto.
—“De vez en cuando sí se vuelve muy hostigante”, dice uno.
—“¡Nunca!”, contesta otro. “Yo nunca me canso de ese olor. Llevo casi 40 años en estas y todavía me encanta. Es más, todavía hasta sueño que estoy haciendo panes”, remató.
Sin dejar de atender a la prensa, los tres hombres siguen en sus labores. Uno de ellos se concentra en pasar una pesada masa por un cilindro varias veces hasta que la misma pueda quedar como una delgada tela sin romperse. Ese, señala, es el secreto de un pan igual de suave a un algodón.
—“Si quiere que le diga la verdad, el secreto es trabajar con muchas ganas y nada de pereza”, comentó.
Entre pasadas de masa, movimientos de charolas y el ruido de los hornos y del radio, ellos van contando las vicisitudes de su oficio.
Señalan que durante un día regular pueden estar horneando más de 600 panes en largas jornadas que se extienden por toda la semana.
“El panadero no tiene día de descanso, no puede llevar a la mujer al cine, sufre caídas y quemones, se aporrea con los rodillos, a veces trabaja días derecho. Es el trabajo más sacrificado que hay, pero es lo que he hecho toda mi vida y con lo que he sacado a la familia adelante”, comentó Conrado a la vez que señalaba algunas de sus cicatrices.
Lea también: El turno ahora es para la arepa: es el mejor pan de Suramérica, según Taste Atlas
Frente a la diáspora, uno de ellos comenta que esta llegó incluso a Bogotá y Bucaramanga e incluso a países como Chile, Ecuador y hasta España con la panadería Sabores de Mi Tierra de don Arcesio Arteaga. Eso sí, en todas la consigna es el trabajo duro.
“Cali fue el explotadero de los marinillos. Eran jornadas de 6:00 a.m., a 10:00 p.m., con apenas dos horas de descanso. Eso era trabajar durísimo, pero eso sirvió para crear como una red. Uno si quería arrancar para allá preguntaba le decían con quien era mejor trabajar y con quien no. Mejor dicho, uno comió mucha mierda para abrir campo y que a los nuevos panaderos les fuera mejor por allá”, añadió.
“Pero vea como es la vida, Cali me volvió señor, me volvió gente, me volvió trabajador. Si por mi fuera yo volvería a Cali, pero la familia ya se amañó acá”, comentó su tocayo.
Los panaderos de Delicias del Parque señalan que por ahora sus sendas descendencias no les interesa mucho seguir el paso de sus padres.
Paradojas de la vida, ese parece ser el talón de Aquiles del éxito que tienen los marinillos en este negocio, pues las terceras generaciones aspiraron a la educación que sus abuelos y padres no pudieron tener por estar al pie de los hornos, lo que afectaría el relevo generacional.
![La repostería también es otro frente en el que destacan los marinillos en el país. Foto: Julio César Herrera Echeverri]](http://estaticos.elcolombiano.com/binrepository/780x757/1c0/780d565/none/11101/RTND/panaderia-del-municipio-de-marinilla_46109769_20240920193808.jpg "La repostería también es otro frente en el que destacan los marinillos en el país. Foto: Julio César Herrera Echeverri]")
Y si bien el alcalde Serna y la secretaria Rivera señalan que en muchos casos, los conocimientos de los nietos permiten tecnificar y mejorar las panaderías de los padres y abuelos, también apuntaron que desde la actual administración se le viene apostando a la formación de los nuevos panaderos marinillos para prever este asunto.
“Por eso de la mano del SENA se firmó un convenio para entregar en octubre un aula especializada en la enseñanza de la panadería con la que no solo se educarán a los jóvenes sino que también se podrán certificar los antiguos”, dijo.
De otro lado, para mantener viva la tradición se está buscando incluir nuevas recetas con productos autóctonos marinillos como el maíz capio o el frijol. Ya se explora la idea de crear un pan de frijol cuya materia prima será producida por la Asociación de Mujeres Campesinas AMCABF y de como rescatar los pandequesos de maíz capio.
Así mismo para finales de este año estaría programada la segunda versión de la Fiesta del Pan y los Panaderos, que desde 2019 no se realiza y en la que se esperan reunir las colonias de panaderos diseminadas por todo el país e incluso hasta el mundo. Se espera que con estas acciones, los panaderos marinillos sigan creciendo como la masa de sus panes y siendo un éxito a nivel nacional.
Por eso, si usted nota que en su panadería lo tratan con cariño y le ofrecen un producto de calidad, dele las gracias al marinillo abnegado que tal vez esté detrás del negocio.
También tienen amplia tradición en la costura
Aparte de su tradición panadera, Marinilla también es protagonista en la elaboración de prendas de vestir. De hecho, el municipio ha sido la maquila que históricamente surte de ropa a los almacenes del centro comercial El Hueco así como otras grandes bodegas del país.
Por iniciativa de los comerciantes marinillos se han hecho certámenes a la per de Inexmoda como “Moda para el Mundo” que han logrado incluso exportar ropa a otros países.
A raíz de este éxito en el municipio se viene realizando el encuentro comercial Marinilla está de Moda, teniendo en cuenta que en este territorio están asentadas más de 100 empresas del sector así como cerca de 200 famitalleres.
Para la tercera edición del certamen se espera que más de 120 empresas, talleres y compañías del conglomerado se den cita en el parque principal para disfrutar de este pequeño “Colombiamoda”. La cita será el próximo 27, 28 y 29 de septiembre en el parque principal de Marinilla.
