Mariana Gómez Loaiza es una joven de 18 años oriunda de Abejorral, de la emoción con la que se expresa a veces cuesta seguirle el ritmo de la conversación.
Por su edad, uno pensaría que el motivo de su alegría sería la cercanía de algún concierto de un cantante de moda o la llegada de un inminente viaje que prometa aventuras. Pero nada de eso, lo que llena de emoción a Mariana es el hecho de hacer parte del tercer contingente de mujeres soldados del Ejército que opera en el Valle de Aburrá.
Ella cuenta que cuando trabajaba en Sonsón hace unos años, veía a las militares pasar por el parque o las veía en televisión, y desde esos momentos supo que el Ejército era su vocación.
“Yo me decía: '¡yo quiero estar allá. Si ellas son capaces de estar en el Ejército, ¿por qué yo no voy a ser capaz también?!'. Así que aproveché que volvieron a anunciar los contingentes militares femeninos, me inscribí y pasé. Ya llevo siete meses de mi servicio militar regular y lo que he visto me ha gustado. ¡Nunca me he sentido arrepentida de la decisión!”, comentó la soldado Gómez.
Junto a ella son 36 las mujeres que han decidido en esta “cohorte” empuñar las armas de la patria para prestar su servicio militar voluntario por espacio de 12 meses.
Por ello quien vaya por estos días a la Cuarta Brigada tal vez se sorprenda por la presencia femenina que cada vez copa más espacios de la institución castrense con el mismo profesionalismo y dedicación con el que generalmente se desenvuelven los hombres.
“Acá es donde queda demostrado que si los hombres pueden, las mujeres también. Acá se deja atrás ese tabú donde pensábamos que no podíamos. Los 'cursos' (compañeros) cuando ven que hacemos lo mismo que ellos nos respetan, y nos dicen –en el buen sentido de la palabra– que somos 'viejas berracas'”, agregó Mariana.
El teniente coronel Hugo Castro Aponte, comandante del Batallón de Apoyo y Servicios para el combate Nro. 4 –al que están adscritas las mujeres soldado–, está más que complacido con el desempeño que ha tenido el nuevo auge de la incorporación de mujeres en las fuerzas militares sobre todo en el Aburrá.
“Aunque hace 29 años existe la condición para que las mujeres presten el servicio militar voluntario, la incorporación no tuvo un buen desarrollo por varias razones como la agudización del conflicto. Sin embargo, tras la reorganización del proceso en 2023, se han obtenido buenos resultados. No más el año pasado por fin se logró incorporar de forma completa un contingente con 56 mujeres, cosa que para mí es todo un éxito, porque para ese tuvimos convocadas hasta 400 mujeres para elegir solo 56”, explicó.
Castro indicó que los contingentes se han seguido convocando cada tres meses y actualmente en el tercero hay 36 mujeres que ya ajustaron siete meses. Próximamente se estará haciendo la campaña de incorporación del cuarto.
“La incorporación de mujeres es muy buena por varios factores, por ejemplo el disciplinario. Del primer contingente –que se licenció hace unas semanas– todas las soldados salieron con conducta excelente y en su estadía no tuvieron problemas disciplinarios. ¡Eso nunca antes se había visto! Otro asunto es que muchas de ellas vienen con estudios en carreras técnicas y profesionales, lo que a nosotros nos sirve mucho y a ellas también porque acá afianzan sus talentos”, explicó.
Uno de esos casos es el de la soldado Catalina Areiza, una bellanita de 24 años quien el año pasado se graduó como ingeniera biomédica del ITM.
“Me incorporé porque siempre me gustaron las Fuerzas Militares y además acá tengo la oportunidad de desempeñar mi formación y aprovechar para afianzarla más. Mi meta es poder seguir con una proyección de oficial administrativa”, comentó.
Contrario a lo que se pensaría, las mujeres en el Ejército reciben el mismo entrenamiento que los hombres.
Por ello, durante tres meses la rutina de madrugones, ejercicios extenuantes, adiestramiento en armas y marchas forzadas con pesados morrales –bajo fuertes presiones y férrea disciplina– también es para ellas. Este hecho habla muy bien del compromiso, entrega y capacidad que tienen las mujeres soldados.
“Muchos quieren estar acá pero pocos se quedan. Algunos compañeros hombres se fueron al mes porque no soportaron el entrenamiento”, explicó Areiza.
“El entrenamiento es mixto y es el mismo para todos. De hecho, recientemente se le entregó a la soldado Paula Mesa Cogollo el reconocimiento Juan Bautista Solarte –que es la distinción que se le da al soldado destacado–. Ella demostró ser mejor que muchos hombres a nivel físico y mental y por eso la apoyamos para que siga su carrera militar”, comentó el coronel.
Por ahora, Gómez y Areiza, pese a llevar casi la mitad de su servicio voluntarias, desde ya indican que desean continuar con su carrera militar, como lo han hecho varias de sus antecesoras de los otros contingentes.
Ojalá el gobierno nacional pueda destinar becas y subvenciones para ellas. Esperemos que en un futuro, este artículo sea recordado como las primeras apariciones en prensa de las futuras generales de Colombia.
“Para mí, el Ejército es bonito, tal vez la gente allá afuera piense que lo único que pasa acá son inconvenientes. Pero para mí, estar acá ha sido una experiencia enriquecedora. ¡Yo todavía no me la creo que esté acá como soldado!”, añadió Mariana.