En un escenario en el que hasta 2019 el transporte representaba el 40 % del consumo de energía primaria en Colombia, y de ese total los combustibles fósiles aportaban el 90 %, es necesaria la promoción de escenarios de debate y discusión acerca de la importancia de acelerar las acciones que conlleven a la consolidación de una transición energética, en la que las alternativas renovables tengan cupo e impulsen la movilidad sostenible.
Estas y otras cifras fueron presentadas en el documento Factores de Emisión de los Combustibles Colombianos (FECOC+), elaborado en convenio por la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) y la Universidad de Antioquia en 2020, en el cual se resaltó la necesidad de establecer políticas puntuales para reducir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) en el sector transporte, cuyo parque automotor lo conforman 15.128.482 unidades (RUNT 2020), de los cuales el 83,7 % eran automóviles particulares y motos.
La meta del Gobierno colombiano a 2030 es reducir en un 51 % las emisiones de GEI. Entre las acciones para lograrlo está la inversión en el mejoramiento de la operación y la ampliación y construcción de la infraestructura de sistemas de transporte público masivo que desincentivan el uso del vehículo particular.
Además, con la Ley 1964 de 2019 sancionada por la Presidencia, se ha querido dar impulso a la movilidad eléctrica, y aunque aún las cifras son muy bajas en proporción a las unidades que utilizan combustibles convencionales, el crecimiento en porcentaje es importante; Andemos, la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible, reportó que en 2020 el aumento en las ventas de híbridos y eléctricos fue del 91 %: de 3.134 registros en 2019 se pasó a 6.011 el año pasado.
A la movilidad eléctrica se suman otros modos de transporte que vienen creciendo en usuarios, como las bicicletas, las patinetas o las alternativas de carro compartido que también suman al propósito general de cambiar hábitos y comportamientos en pro del medio ambiente.