Si alguien le quiere explicar a otra persona la riqueza de la economía de Támesis le bastaría ir a un local de unos 120 metros cuadrados ubicado a escasas dos cuadras del parque principal de ese municipio.
En estantes tan limpios como si guardaran el instrumental de una sala de cirugía y organizados meticulosamente, allí se muestran una variedad de colores, sabores y olores capaces de deleitar al más exigente paladar. En total, son cerca de 170 referencias y todas se cultivan en fincas de esta localidad o han sido fabricadas por las manos laboriosas de la misma gente que habita este territorio del Suroeste Antioqueño.
Frutos mercado campesino. Así se llama este paraíso terrenal en miniatura. Néstor Jaime Morales, quien atiende el negocio y es además coordinador de la Organización Multisectorial Campesinos Emprendedores (OMCE), explica que en el establecimiento manejan tres líneas: agropecuarios, procesados, y manufacturados y artesanías.
De la primera hace parte todo lo que viene de la tierra —y del agua—, como las verduras y hortalizas; pollos criados a la antigua, es decir a punta de maíz y sobras, no de concentrado; así como deliciosos quesos y pescados. En total, son entre 20 y 25 referencias, según añade el dirigente y vendedor.
Buenos ejemplos de procesados son los cafés, panelas en distintas presentaciones, chorizos, chocolates, jaleas, mieles y colaciones. Y entre las manufacturas y artesanías suman unas 30 referencias de manillas, aretes, collares, vasos y formas en madera.
La idea de tener una vitrina para mostrar la abundante producción local nació unos ocho años atrás bajo la consigna de “tamesino compra a tamesino”.
El exalcalde por dos periodos (2012-2015 y 2020-2023) Juan Martín Vásquez cuenta que el pueblo siempre tuvo una vocación agrícola, pero casi no generaba valor agregado porque el producto por excelencia durante mucho tiempo fue el café y simplemente se lo vendían a la Federación, a través del comité local.
Fuera de eso vieron una paradoja como para echarse a llorar: que el municipio “importa” semanalmente 14 toneladas de alimentos que bien podrían salir de los extensos campos de que disponen. Son 254 kilómetros de área territorial, casi todos fértiles y distribuidos por todos los distintos pisos térmicos.
Esa reflexión se la hicieron en la Alcaldía, en el primer periodo de Vásquez, y decidieron darle uso a una casa amplísima pero desvencijada que les cedió la Gobernación, donde antes funcionaba la oficina de Rentas.
“Cuando yo llegué pensé que ahí debíamos hacer un sitio para atender la ruralidad de Támesis y construir un supermercado de productos campesinos para sustituir importaciones, mermar la huella de carbono e incentivar la producción local apoyando la gran cantidad de emprendimientos que había; ahí fue que empezamos”, apunta el exmandatario.
El primer paso fue demoler la casona de un solo piso porque no era segura su firmeza para lo que se requería, y en su lugar levantaron otra construcción robusta que conserva la estética de la arquitectura pueblerina pero con condiciones para que dure mucho tiempo. El primer piso lo reservaron para el mercado, el cual dejaron en manos de la OMCE mediante un comodato a cinco años, mientras que en el segundo ubicaron la Secretaría de Desarrollo Rural, además de un laboratorio de café en el que exploran nuevas posibilidades para el clúster de bebidas especiales que también se conformó con el fin de aportarle valor agregado a este estimulante natural que es insignia del país.
La inversión en la obra pasó de mil millones de pesos y se hizo con recursos de regalías.
Luego dotaron el mercado y empezó a funcionar en diciembre de 2019, pero al inicio de 2020 le hicieron adecuaciones para darle un aspecto más coqueto porque al decir de Vásquez, “parecía un supermercado de la Cortina de Hierro”.
Esto sucedió justo tres meses antes de que el mundo se aisló por la pandemia del covid-19 y cobró más fuerza el argumento de buscar la soberanía alimentaria debido al riesgo que significaba traer de otras partes comida y mercancías esenciales para la subsistencia.
“En la pandemia, así estuviéramos cerrados, sostuvimos los emprendimientos y la gente nos agradece porque con eso fueron capaces de mantener sus hogares”, apunta Morales.
Superada la emergencia sanitaria se comenzó a reactivar el turismo y el sitio empezó a ser visitado asiduamente por los foráneos que pasan por allí y no resisten las ganas de entrar, atraídos por la exuberancia natural.
Morales indica que hoy por hoy cerca del 60% de la clientela son turistas, mientras que el otro porcentaje está constituido por compradores locales.
Campesinos emprendedores
A la par con la parte locativa se ha cumplido un proceso organizativo en alianza con la Fundación Aurelio Llanos y el Sena. Los 140 asociados de la OMCE han recibido capacitaciones en administración, manejo de alimentos, costeo, empaque y etiquetado, entre otros saberes. Y en cada producto se nota que han cumplido la tarea, por lo sofisticada de la presentación.
La organización comunitaria ya venía pensando y proyectando procesos en la línea del desarrollo territorial sostenible. La intención era generar alternativas para que no pasara lo que casi siempre ocurre, que las ganancias del campo se las llevan los que comercian y no los que, con sus cuidados, hacen brotar la riqueza del suelo.
Hernán Escobar es uno de los asociados y desde la vereda San Isidro, en la finca familiar El Viejo León, tiene 4.500 árboles de cacao cuyas cosechas transforma en chocolate de mesa que vende puro o mezclado con clavos, canela o nuez moscada. Además, saca un tipo de “mecato” caramelizado con panela orgánica al que denomina chocolaciones, y un tipo de jalea artesanal.
Al preguntarle por los beneficios que ha recibido al tener la posibilidad de mostrar sus productos en un pequeño espacio de más o menos un metro cuadrado de área de Frutos, no duda en decir que han sido “demasiados”.
“Ahí donde usted ve ese puestico, en 2022 nos generó 19 millones de pesos y en 2023 casi que lo duplicamos. Cada día hemos crecido por el volumen de personas que llegan y por el voz a voz con la gente”, añade.
Entre 2020 y 2023 Frutos facturó más de 1.700 millones de pesos, que se han ido directamente a los bolsillos de los productores locales, y con mayor rentabilidad que en el pasado.
Potencial como despensa agrícola
Támesis es un municipio agrícola por excelencia, con predominio del café aún habiendo sufrido los rigores de las crisis del grano desde hace cerca de cuatro décadas: de unas 3.500 hectáreas sembradas que hubo, hoy quedan alrededor de 1.600. Justamente esa situación difícil hizo que muchos campesinos vendieran sus tierras o las dedicaran a la ceba de reses. Un dato curioso es que el municipio tiene cerca de 17.000 habitantes y, más o menos, igual número de cabezas de ganado.
De unos seis años para acá empezó a figurar el cultivo del aguacate de exportación como renglón económico, con 350 a 400 hectáreas, y actualmente es importante también la producción de cítricos, con 1.200 hectáreas, de suerte que es en Támesis donde se producen la mayoría de los jugos que venden en supermercados reconocidos como D1 y Euro. Igualmente, aunque el cacao ha disminuido, quedan unas 300 hectáreas plantadas con ese alimento energético.