La noticia más reciente sobre el Cerro de las Tres Cruces, en el suroccidente de Medellín, fue la instalación de 24 luminarias tipo led, que impactarán mensualmente a 10.000 personas, según la Alcaldía de Medellín. Sin embargo, la nueva iluminación revivió algunas preguntas, que tienen que ver con el futuro del lugar como ecoparque, propuesta que rueda desde la administración anterior.
Entre esas preguntas resalta el futuro de los comerciantes que trabajan en el cerro, los cuales se muestran preocupados ante posibles desalojos, pues desde junio de 2019 el Municipio y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (Amva) avanzan en la legalización y compra de los predios que integran el cerro.
Otra de las preocupaciones tiene que ver con los recursos que impulsarían el ecoparque, pues el prepuesto para los cerros de la ciudad fue recortado este año en más del 50 %. De los $4.300 millones que la Secretaría de Medio Ambiente dispuso para estos en 2020, se pasó a $1.900 millones este año.
Angustias
Felipe Aguirre y su mamá llevan casi diez años al pie de las Tres Cruces. Al inicio de una de las pendientes tienen un pequeño negocio de proteínas e hidratación, para quienes se aventuran a trepar el cerro. Felipe cuenta que han avanzado en reuniones con la Alcaldía, pero no se ha concretado nada.
Las promesas que se ponen sobre la mesa tienen que ver, según este, con cubículos y reubicaciones, con el propósito de trabajar de la mano del Municipio: “Nos dijeron que habilitarían unos cubículos, con energía y agua, para no tener que obtenerla de donde no se debe”.
Pero sobre eso no hay claridad, según la Secretaría de Espacio Público. Esta precisó que aunque se han desarrollado reuniones con los comerciantes, solo se han pactado acuerdos de trabajo transitorio y no módulos para los venteros.
Esta situación, para Miriam David, otra comerciante del lugar, genera incertidumbre. Una reubicación, por fuera del cerro, afectaría su fuente de subsistencia: “De esto dependemos varias familias. De hecho, nosotros fuimos los primeros en llegar al lugar cuando el cerro no era tan turístico. Y las personas también necesitan de esta oferta, si nos vamos, ¿quién les venderá?”.
A estas preocupaciones se suma el uso del suelo, según Luis López, visitante frecuente del cerro. Para él, las intervenciones de la administración deberían ser más contundentes, en cuanto a la siembra de árboles y el control de los visitantes: “Hay que ser cuidadosos con las transformaciones y usos, sino la poca fauna y especies del lugar se verán afectadas”.