Según las cuentas de un par de oficinas de abogados especializadas, hay en este momento más de 10.000 antioqueños a la espera del pasaporte que los certifique como ciudadanos de Portugal y, por lo tanto, de la Unión Europea. Esto gracias a una ley que entró en vigencia en ese país en 2015 y que, a modo de reparación, permite que aquellas personas que demuestren ascendencia de origen sefardí, es decir judíos expulsados de los reinos de España y Portugal a finales del Siglo XV por los reyes católicos, puedan obtener la nacionalidad portuguesa.
Hay que decir que España tuvo una ley similar que caducó en 2021 y a la que aplicaron unos 50.000 colombianos de los cuales, de nuevo según cuentas de las oficinas de abogados que son las que lideran estos procesos, se aprobaron poco menos de 30.000. Aunque la posibilidad de aplicar a la nacionalidad portuguesa con el argumento de la ascendencia sefardí sigue vigente, la norma ha sufrido algunas modificaciones que hacen que cada vez sea más difícil acceder a esta. No obstante, hay miles de antioqueños que empezaron hace años el trámite y que están contando los días para recibir la notificación del ministerio de justicia portugués que los notifique como ciudadanos del viejo continente.
Es el caso, por ejemplo, de David Serna, un ingeniero civil paisa que empezó el proceso para conseguir la nacionalidad portuguesa con otros siete miembros de su familia a comienzos del 2020 y que sabe que muy probablemente tendrá su nuevo pasaporte antes de que termine este año, como ya lo tiene su hermana que ahora vive, trabaja y hace negocios en Italia sin ninguna restricción. Serna se convirtió en un experto en genealogía empírico. Escarbó en sus ancestros hasta llegar a Leonor Álvarez de Cieza y Cazalla, una mujer de origen judío que nació aproximadamente en 1503 en Extremadura, España de donde tuvo que huir a mediados de siglo. Uno de sus hijos, Luis Zapata de Cárdenas, también nacido en Extremadura, vivió, se casó y dejó muchos descendientes en las montañas de Remedios, Antioquia, que después se extendieron por todo el departamento y el Eje Cafetero.
Las razones para querer tener la ciudadanía portuguesa son varias, aunque no todos quienes aplican pretenden irse a vivir en tierras lusas, la mayoría lo hace con el objetivo de mejorar su calidad de vida y acceder a los servicios de educación y salud de la Unión Europea. Además, hay quienes quieren el pasaporte como un plan B en caso de que en el país ocurra una catástrofe económica o política. El abogado portugués Renato Martins explica que quizá el principal atributo es que es un beneficio que trasciende generaciones, pues si una persona consigue la nacionalidad portuguesa luego podrá otorgársela a su cónyuge o a sus hijos. Además, las personas pueden acceder al sistema financiero de estos países. De acuerdo al índice de los pasaportes más poderosos del mundo, el de Portugal está en el cuarto lugar en compañía del de Bélgica, Luxemburgo, Noruega y Reino Unido. Con estos pasaportes se puede entrar a 191 países sin necesidad de tener visa. El documento luso está mejor ranqueado que el de Suiza, Australia, Estados Unidos y Canadá. El pasaporte colombiano está en la posición número 40 de la lista y permite la entrada 135 destinos en el mundo.
Aunque la posibilidad de acceder a esta nacionalidad y el origen judío no es cosa exclusiva de Colombia ni mucho menos de Antioquia, este sí es el departamento del país desde donde más se han hecho las solicitudes y a donde más han llegado pasaportes, ¿por qué?
Lo primero que hay que decir es que para acceder a la nacionalidad portuguesa por esta vía lo más importante es demostrar, con documentos sólidos, que en algún punto del árbol genealógico de la persona que hace la solicitud hay algún judío que haya salido expulsado de la Península Ibérica. Y aquí es importante una claridad: contrario a lo se suele creer no se trata de tener determinado apellido de origen español o portugués.
De acuerdo con el genealogista Andrés Villegas, que se encarga de hacer el estudio del linaje de los aplicantes de la firma de abogados portuguesa Martins Castro, lo difícil no es encontrar un ascendente judío en algún punto del árbol sino conseguir los documentos que lo demuestren, pues el registro civil en Colombia no tiene ni 100 años, de manera que casi todo está en las iglesias, en las partidas de bautismo, de matrimonio, en los testamentos o en las herencias. Por suerte, dice Villegas, en Antioquia hay una buena tradición de cuidado de estos documentos si se compara con otras partes del país donde archivos de décadas enteras han desaparecido de las iglesias por algún desastre natural o por un hecho violento o por puro descuido. Esto sumado a que también en el departamento se han hecho estudios genealógicos serios como la obra Genealogías de Antioquia y Caldas publicada a principios del Siglo XX por Gabriel Arango Mejía que, ante una eventual falta de documentos oficiales, pueden servir como prueba ante las autoridades de este país. Todo esto sumado por supuesto a esa vieja y polémica hipótesis según la cual en la época de la colonia en Antioquia se asentaron más judíos que en cualquier otra parte del país y de allí que algunos rasgos de la antioqueñidad suelan compararse con comportamientos o valores propios de los judíos. Pero sobre ese debate volveremos más adelante.
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Una vez hecho el estudio genealógico que lleve hasta ese ascendente sefardí (que parece que para los antioqueños no ha sido tan difícil de encontrar pues las oficinas de abogados que se dedican a estos trámites no dejan de recibir clientes) este debe ser revisado y aprobado por la Comunidad Israelita de Lisboa que emite un certificado de origen sefardí. Ya con ese certificado en mano, los abogados hacen la solicitud de la nacionalidad ante el ministerio de Justicia portugués que entre otras cosas revisa los antecedentes judiciales de cada solicitando y, después de una espera larga, emite o no la nacionalidad. El proceso, que al comienzo duraba un año ahora puede durar hasta dos o tres y es que la Comunidad Israelita de Lisboa y el ministerio portugués están tan saturados como las oficinas de abogados.
Estas oficinas de abogados cobran entre $3.000 y $5.000 euros que generalmente se van pagando en cuotas conforme el proceso va avanzando. Sin embargo, es bueno tener precauciones a la hora de contratar por estos trámites, pues hay quienes pescan en río revuelto y terminan estafando a la gente. Un requisito indispensable es que el abogado que hace la solicitud ante el ministerio de Justicia tenga permiso profesional para ejercer en Portugal, pues no es suficiente con el título colombiano.
La polémica por judíos en Antioquia
Con sus respectivas políticas de reparación, los gobiernos de España y Portugal pusieron a los colombianos y a los antioqueños a reblujar documentos en búsqueda de su origen y revivieron el debate por la presencia y la influencia de los judíos en Antioquia, especialmente en una nueva efervescencia del antisemitismo en el mundo por el recrudecimiento del conflicto entre Israel y Hamas en la franja de gaza.
El genealogista Andrés Villegas se atreve a asegurar que de los cientos de casos que ha estudiado en los últimos años para certificar el linaje sefardí en Antioquia ha encontrado que aproximadamente en la mitad de los casos es posible dar con una cabeza judía, mientras que en otras regiones del país la probabilidad de éxito puede ser del 20% o del 10%. Sin embargo, como se dijo antes, hay otros factores además de los genealógicos que influyen en el éxito de esa búsqueda como la custodia de los documentos o incluso la endogamia (la reproducción entre miembros de la misma familia) que ha sido tan común en el departamento.
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No obstante, la lucha de versiones sobre si efectivamente somos descendientes del pueblo judío expulsado de Europa y en qué medida está lejos de terminar. En el 2021, EL COLOMBIANO publicó un reportaje especial de tres entrega en el que iba tras las pistas de ese supuesto origen sefardí. Lo primero que hay que decir es que efectivamente de los cientos de miles de judíos que fueron expulsados de España y Portugal algunos llegaron al recién descubierto territorio que hoy es Colombia por el puerto de Cartagena, donde además no podían quedarse porque había un tribunal de inquisición, de manera que muchos terminaron internándose en las montañas de Antioquia, donde a diferencia de en otros centros como Santa Fe de Bogotá o Popayán, fueron bien recibidos. Sin embargo, siempre ha sido determinar la magnitud de ese desplazamiento.
En una obra publicada en 1650 por el rabino Menasseh ben Israel y reeditada en 1881, se sugería que en Antioquia vivía una colonia de judíos descubierta en 1642 por el hebreo Aarón Levi, también conocido como Antonio Montesinos. Este situó la supuesta colonia en el camino del río Nare, en la entrada desde el Magdalena al Oriente. Los judíos que supuestamente encontró Montesinos debieron arribar por el río Magdalena con Jiménez de Quesada, según sugiere Fabio Villegas Botero, autor de El alma recóndita del pueblo antioqueño. En los años 20 de Frederick Miller, el encargado del Instituto Rockefeller de Nueva York para la lucha antianémica en Colombia dijo que “la población de Antioquia es casi toda de origen judío, pues fue allí donde se establecieron estos cuando fueron desalojados de España y, debido a la índole heredada de esta raza, han logrado que su departamento sea el primero en finanzas e industrias”. Autores como Barba Jacob o Jorge Isaacs también se refirieron en sus versos a ese enlace antioqueño-judío, sin embargo después de andar por las montañas de estas tierras durante décadas armando genealogías, Gabriel Arango Mejía dijo que se había persuadido de que ni rastro de judíos se encuentra en nuestros ascendientes y mucho menos de que éstos fueran criminales y presidiarios sin ley y sin Dios”. Hay que recordar que durante siglos, desde la colonia y hasta las primeras décadas de la república, ser judío en Antioquia fue un estigma, una mancha, un sinónimo de avaricia, usura y trampa. Luego hubo quienes le dieron la vuelta a estos adjetivos y los reemplazaron por trabajo duro, cooperativismo, astucia, tenacidad. Esas dos visiones opuestas son las que llevan siglos enfrentadas.
¿Qué dice la ciencia?
En octubre del 2000, el grupo de Genética Molecular de la Universidad de Antioquia (Genmol) publicó un estudio sobre el origen y la estructura de varias poblaciones indígenas en Antioquia. Ese estudio sugiere que aunque una buena parte de los fundadores hombres de Antioquia son originarios del sur de España, también hay algunos sefarditas y del norte. El análisis de Genom sugiere que la contribución semítica a Antioquia podría incluir un componente sefardí, porque aproximadamente el 14 % de haplotipos (conjunto de variaciones del ADN) del cromosoma Y de Antioquia se comparten con pueblos judíos. Ese estudio mostró que mientras el 95% de las mujeres que fundaron el departamento eran amerindias, nueve de cada diez hombres venían de Europa.
Años más tarde, en el 2018, el investigador antioqueño Juan Camilo Chacón volvió a abordar el tema y para su tesis doctoral estudió la historia genética de más de 6.000 personas de Colombia, Perú, Chile, México y Brasil, que después comparó con los datos de 2.358 personas de 117 poblaciones que representaron a nativos americanos, europeos del sur y oriente del Mediterráneo, subsaharianos de África y asiáticos orientales.
El resultado fue que el 23% de los latinoamericanos que participaron del estudio tienen más de 5% de ancestría de judíos conversos. Sin embargo, en Colombia ese porcentaje fue cercano al 10% y resultó más alto que en cualquier otro país de la región. “La población fundadora de Antioquia se estableció en los siglos XVI y XVII a través de la conjunción de amerindios, europeos y africanos y creció en relativo aislamiento hasta finales del siglo XIX, con una mezcla temprana de mujeres nativas y hombres inmigrantes”, fue una de las conclusiones del reportaje. Otra, mejor, fue la que escribió Tomás Carrasquilla en 1919, años antes de que a Antioquia llegara la última oleada gran oleada de judíos sacados de Polonia, Rumania y Alemania : “Aquí no hay tipo ni agrupación que pueda encarnar esta montonera tan heterogénea. Ni el interés pecuniario, ni el amor al suelo y al trabajo, ni la misma verbosidad hiperbólica son aquí generales. Solo la autonomía individual puede sumarnos, porque aquí cada uno es Juan Memando y... ¡San-se-acabó!”.
Lea acá las tres entregas sobre el especial de la huella judía en Antioquia
Entrega 1: La historia (no oficial) de la huella judía en la formación de Antioquia
Entrega 2: ¿De dónde provienen los genes del ancestro del pueblo antioqueño?
Entrega 3: La presencia judía que pervive en Antioquia