En medio del afán de la mañana, uno a uno los estudiantes de la institución educativa La Milagrosa empiezan a llegar, de inmediato los comerciantes del sector se preparan para abrir sus negocios, mientras que otros simplemente salen a conversar y contemplar lo que sucede en los alrededores del parque.
Como ocurre en muchos lugares de Medellín, el tráfico y los vehículos frecuentemente mal estacionados, convierten en un caos el tránsito en esta zona.
Sin embargo, a las 9:00 a.m. todo parece estar tranquilo en este barrio habitado por unas 7.200 personas según las estadísticas que maneja la Junta Administradora Local. El café, que a esa hora se toman algunos vecinos, es el momento para compartir las impresiones sobre las noticias que trae el nuevo día.
El barrio está escasamente a 20 minutos caminando desde el centro de la ciudad. Es reconocido por las empanadas que allí se preparan y por la imponente iglesia que se ubica en el costado nororiental del sector.
Auge económico
Carlos Mario Acevedo llegó al barrio hace 20 años y ha sido testigo de la transformación económica, luego de que el sector enfrentó problemas de orden público y seguridad, durante los años noventa y principios de la década del 2000. “Yo viví el crecimiento del barrio, la llegada de muchos comerciantes y el cambio de toda esta zona”, indicó Acevedo.
La transformación del sector comenzó a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando campesinos provenientes de los municipios del oriente antioqueño, se desplazaron hacia la naciente Medellín, para trabajar en las fábricas que apenas entraban en funcionamiento.
Fue un barrio colonizado por obreros, personas muy trabajadoras, dice Antonio José Bustamante líder de la JAL. Hoy solo basta con mirar de extremo a extremo para darse cuenta que el proceso de urbanización no se detiene.
Después de recorrer las muy empinadas calles de La Milagrosa, como la que conduce a la Casa Cultural, se llega a una de las sedes de la Red de Escuelas de Bandas de Medellín y la Biblioteca Ávila, en la que se adelanta la creación del Sistema de Información Local que, entre otros asuntos, permitirá conocer la historia de la comuna 9.
Comunidad religiosa
Durante el año 1951 el barrio Quijano, pasó a llamarse La Milagrosa, en honor a la patrona de la iglesia del sector. El sacerdote Andrés Camilo Berrío, vicario del templo, cuenta que es una comunidad muy devota a la Virgen, con una participación muy activa de la eucaristía, la Semana Santa y las fiestas patronales.
El vicario Berrío también mencionó la historia de la Iglesia, curiosamente relacionada con la vida de la religiosa francesa, Santa Catalina Labouré a quien dice Berrío, se le apareció la Virgen María y le encomendó acuñar una imagen. Los que la portaban, según la historia, podían protegerse de la peste que afectó a París durante el siglo XIX.
El templo conserva un hueso de la religiosa Santa Catalina como una forma de que “la comunidad tenga más cercanía con la santidad. Incluso el templo es hoy un lugar de peregrinaje para los devotos de la fe católica”, como lo relata el sacerdote.