Andrés Julián Cuartas Arbeláez, un taxista con 15 años de experiencia bregando la calle, jamás imaginó la odisea que iba a padecer cuando decidió salir de su casa este martes 21 de febrero a las 11 de la noche para empezar a trabajar. Su mamá, movida seguro por el instinto, le pidió que no saliera pero él insistió. Acababa de sacar el taxi del taller y necesitaba ponerlo a producir nuevamente.
Le puede interesar: Minuto a minuto: taxistas levantaron el paro en el norte de Bogotá; así avanza la jornada en otras ciudades
Cuando conducía por Ditaires dos muchachos le pusieron la mano. Le pidieron que los llevara a la Oriental con los Huesos. Arrancaron. Cuando transitaban por Mayorca le preguntaron que si iba a participar en el paro de taxistas. Andrés les dijo que no, que sí los iba apoyar parando el carro pero que no quería exponerse. No dijeron más.
Minutos después, llegando a la estación Ayurá, Andrés sintió el cañón frío de un revólver en su cuello y acto seguido le ordenaron que se orillara. Él les suplicó que no le hicieran nada, que solo tenía $150.000 pesos en la billetera. Tomaron la plata y lo hicieron bajar del carro y lo dejaron ahí tirado en la Regional.
Le puede gustar: Juan, el taxista que convierte sus carreras en radionovelas
Andrés, desorientado, corrió hasta el separador y allí empezó a pedir auxilio a los taxistas que pasaban. Uno le paró y de inmediato lo subió al carro, tras conocer que era un colega víctima de robo, y lo llevó hasta el CAI de la Aguacatala donde la única respuesta que recibió de los policías es que se fuera para la Fiscalía, que seguro su taxi lo iban a emplear para cometer algún delito.
De ahí le tocó salir hasta el acopio de taxis en Aguacatala. Allí, desesperado, les pidió el favor que lo llevaran hasta la Fiscalía, todos se ofrecieron y un colega finalmente lo dejó en el búnker. Allí la respuesta es que debía esperar hasta las 7 de la mañana para poner la denuncia. Era la 1:00 de la mañana. Desolado, lo único que pensó era sentarse afuera de la Fiscalía a esperar que lo atendieran. Justo en ese momento recibió una llamada, un colega que le dio la noticia que él no quería escuchar: su vehículo estaba incendiándose en plena 33.
Lea también: Así será el paro de taxistas: ojo a los puntos de concentración en el Valle de Aburrá y el oriente
El colega lo trasladó hasta allí y cuando llegó, cerca de la 1:30 de la madrugada, ya el carro había sido apagado y estaba reducido a la ruina.
Andrés Julián llevaba nueve años con su taxi, era propio y con él sostenía a un hogar conformado por su mamá, su papá y su hermana adolescente. ¿Qué va a pasar ahora? Mientras encuentra alguna respuesta sobre qué sucederá con el seguro del vehículo, lo único que tiene claro es que necesita trabajar. La situación no da espera. “No me pregunte en qué voy a trabajar porque no tengo idea en este momento. Lo único que sé es que en lo que sea que me den trabajo estoy seguro que lo voy a hacer bien”.