Con solo escuchar el celular, Rusby Cecilia Vargas comenzaba a temblar y se ponía todavía más nerviosa si veía que su interlocutor era Juan Valdés, su jefe.
La tensión llegó a ser tan fuerte, según relata, que, aún teniendo formación como psicóloga, tuvo que buscar asesoría de una colega y amiga para superar el trauma.
Así relata ella los comienzos del proceso en el que actuó como denunciante y que la Procuraduría falló en segunda instancia contra Valdés, el actual director del Parque Arví, quien, según testimonios de varios subalternos que hablaron con EL COLOMBIANO, estaría reproduciendo ahora las presuntas conductas de acoso laboral que llevaron a la suspensión del cargo que detentaba en aquel tiempo —enero de 2015— y a una inhabilidad de diez años para ejercer funciones en el sector público.
Hoy día falta que la junta de la Corporación Parque Arví se pronuncie acerca de si esa penalización es impedimento para que Valdés siga al frente de la reserva natural o si, como sostiene él con base en un concepto legal que pidió, podría continuar con la condición de delegar la contratación pública en otro empleado de la entidad.
Tampoco se ha pronunciado al respecto la administración del alcalde Daniel Quintero que lo montó en el cargo y tiene en buena medida en sus manos la determinación de su permanencia por ser el mayor aportante de recursos para el sostenimiento del parque.
Los caminos de la señora Vargas y de Valdés se toparon en septiembre de 2014 en la sede principal del Sena, en Bogotá. A él lo había acabado de llevar el director Alfonso Prada (hoy ministro del Interior) para que dirigiera el Sistema Nacional de Formación para el Trabajo. Ella, por su parte, ya acumulaba 21 años de antigüedad en la institución, con roles de liderazgo sobre grupos de hasta 30 personas y calificaciones sobresalientes en las evaluaciones de desempeño.
Pero como por arte de magia, en los albores del 2015, a los ojos de su nuevo jefe, Valdés, resultaba que todo lo estaba haciendo mal al punto de que la habría ridiculizado en las reuniones con las personas a cargo de ella.
La sentencia del Ministerio Público en segunda instancia expedida a finales de octubre de 2022 pero que solo se conoció en los últimos días, menciona las penalidades de la funcionaria: “El doctor Valdés, delante de sus compañeros, utilizaba términos descalificando su trabajo tales como: ‘Usted es una caída del zarzo, usted no sabe dónde está parada, usted maneja estos procesos como una panadería’”.
Fuera de eso, según la versión de ella a la que le dio crédito la Procuraduría y que validó con cinco testimonios, Valdés no la convocaba a reuniones, no la mandó nunca más de comisión y le encomendó sus funciones a contratistas de la confianza de él. La aisló.
De acuerdo con Vargas —a quien por lo pronto habría que tratar como la “presunta víctima” porque Valdés le dijo a este diario que no desfallecerá para que le quiten el sambenito de acosador laboral— este solía recalcarle que “aquí el que piensa soy yo, usted está es para obedecer”.
Así dice, fue como la desestabilizó emocionalmente. Lloraba de forma continua y cuando veía un mensaje de él por Whatsapp temblaba pensando qué le iba a pedir. “Uno empieza hasta a creer que es incapaz”, dice. Hasta se le cayó el pelo.
Vargas buscó ayuda psicológica, renunció a sus funciones, más no a su cargo dentro de la carrera administrativa, y lo denunció.
Si bien ella fue la única que puso la cara, primero ante el comité interno de convivencia y después ante la Procuraduría General de la Nación, en el proceso anexó una carta en la que 20 funcionarios hablan de los tratos desobligantes que habrían recibido.
Vargas sostiene que se mantuvo firme a pesar de que no faltaron presiones para que desistiera de la queja, pero no claudicó en los siete años que duró el proceso, con el propósito de que su historia no se repitiera.
No obstante, asevera que en 2018, cuando Valdés se desempeñó como Secretario de Productividad y Competitividad de Antioquia, en la gobernación de Luis Pérez, una contratista la llamó a contarle su propio drama, que parecía calcado. Solo que esta decidió con su esposo renunciar y no darle más largas al asunto porque valía más su bienestar y el de un hijo que venía en camino.
Este jueves al leer la publicación de EL COLOMBIANO sobre lo que estaría ocurriendo en el Parque Arví, a Rusby Vargas se le erizó la piel al remembrar su vivencia con Valdés .