Una fiesta desaforada de Año Nuevo, un jacuzzi en un cuarto de El Poblado y una mezcla letal de licor y drogas, son las características comunes tras la muerte de dos extranjeros en Medellín.
Fue una invitación de amigos la que inició este desenlace para el jubilado británico Leon Victor Dean, quien pasó los últimos años de su vida en una apacible vivienda del corregimiento Santa Elena.
Sus conocidos llegaron desde Canadá, con la idea de recibir el 2022 de vacaciones en la capital antioqueña. Fuentes judiciales le contaron a EL COLOMBIANO que se hospedaron en un hotel de la carrera 36 con la calle 10, y convidaron a Dean a un festejo “con unas mujeres”, según el reporte.
En la noche del 4 de enero, el forastero de 59 años se reunió con sus amigos en la habitación 301, se destaparon las primeras botellas y se encendió el hidromasajeador, al que todos entraron.
La celebración duró hasta las 3:00 de la madrugada del 5 de enero, cuando la mayoría se fue a dormir, menos el invitado, quien permaneció en el jacuzzi.
Siete horas después se levantó el primero de los “enfarrados” y encontró a Dean flotando en la bañera. Apenas lo volteó, notó que un hilo de sangre salía de su nariz, y aterrado llamó a la recepción del hotel.
El subcomandante de la Policía Metropolitana, coronel Rolfy Jiménez, declaró ayer que “por los elementos encontrados en la escena, se presume que podría estar asociado a la sobredosis de sustancias alucinógenas y licor”.
La última fiesta
El desenlace de Dean fue el mismo que arropó una semana antes a Víctor Manuel Lacayo Vilchez, un nicaragüense de 39 años, con doble nacionalidad y residencia fija en Estados Unidos.
Trabajaba como agente de seguros en una farmacéutica y, como era su costumbre por estas fechas, viajó de California a Colombia para gozar de su descanso. Llegó el 15 de diciembre y estuvo la primera semana en Santa Marta.
El 23 de diciembre arribó a Medellín y, por medio de una inmobiliaria, arrendó un apartamento en la carrera 43 con la calle 10, cerca del parque de El Poblado. A los seis días invitó a varias personas a una fiesta que, sin pensarlo, resultó siendo la última de su vida.
Los investigadores relataron que a las 9:00 a.m. del 29 de diciembre una agente de la inmobiliaria ingresó al sitio y quedó en shock al ver cuatro cuerpos desmadejados en el jacuzzi. Lacayo estaba muerto, mientras que otro hombre y dos mujeres yacían inconscientes, pero aún respiraban.
Los sobrevivientes fueron llevados a urgencias de las clínicas Las Américas, El Rosario y Las Vegas, donde el diagnóstico preliminar fue intoxicación por estupefacientes.
La Fiscalía espera que se recuperen para que testifiquen sobre lo que sucedió.
Una amiga del fallecido les contó a los investigadores que él solía consumir cocaína y metanfetaminas.
El coronel Jiménez ratificó esa información, indicando que en este caso también “hubo excesos de licor y sustancias alucinógenas, que al parecer condujeron a esta muerte lamentable”.
El turismo que se vende
El Observatorio de Turismo de la Personería de Medellín lanzó una alerta el pasado diciembre, para que las autoridades adoptaran una política de protección a los visitantes de la ciudad.
Basado en estadísticas de Medicina Legal (con corte al 31 de octubre), el Ministerio Público informó que 18 turistas extranjeros fallecieron en 2021 por causas no naturales: tres por suicidios, dos asesinados, dos en procedimientos estéticos fallidos, uno por accidente de tránsito, otro por sobredosis de drogas y nueve casos más están por establecer.
El citado caso de sobredosis sucedió el 8 de febrero en el sector Estadio, y el difunto era un nativo de Dinamarca, cuya identidad no fue revelada. Con este y los hechos de El Poblado, ya son tres los fallecidos por esta modalidad en 11 meses.
“Tenemos que hacer una reflexión sobre el turismo que se está ofreciendo en el exterior, en el que aparecemos como un destino para las drogas y el sexo. El problema va creciendo y cada vez será más difícil cambiar esa imagen, no podemos permitir que Medellín sea el after party de América Latina y que cualquiera pueda venir a hacer lo que le da la gana”, opinó Luis Guillermo Orjuela, director ejecutivo de la Corporación Zona Rosa de El Poblado y directivo de la Confederación de Empresarios de la Industria del Entretenimiento Nocturno, el Turismo y los Servicios (Confedecont).
El dirigente gremial reconoció que es muy complejo controlar comportamientos que ocurren en espacios privados, pero reclamó una campaña más agresiva del Gobierno local para educar a los turistas sobre tres asuntos críticos: “La explotación sexual infantil, el consumo de drogas y la prostitución, que aunque no es ilegal, aquí está atravesada por redes delictivas de narcotráfico y robos con escopolamina”.
Comentó que dicha campaña debería hacerse urgente en aeropuertos, terminales de buses, hoteles “y hasta en la calle, porque en El Poblado se ve que los mismos vendedores informales son los que les ofrecen a los extranjeros el perico y el tusi. Esto es muy serio, porque la mala experiencia de un solo turista nos quita otros 15 en el futuro”.
El coronel Jiménez coincidió en que esta es una cuestión repetitiva en la zona, adonde los visitantes “llegan buscando hoteles y residencias para este tipo de celebraciones con excesos”.
Dijo que su Institución “viene haciendo los controles a través de la verificación de documentos y de la legalidad de estos establecimientos, pero son lugares abiertos al público y es responsabilidad de cada ciudadano el tipo de comportamiento que adopte”.
Sobre las investigaciones judiciales por las muertes de Leon Dean y Víctor Lacayo, fuentes judiciales manifestaron que apenas están en etapa preliminar en un despacho de la Fiscalía y que las vacaciones de Fin de Año de los funcionarios han ralentizado las pesquisas.