Desde aplicativos móviles para desplazarnos de un lugar a otro hasta robots domiciliarios, drones que vuelan con medicamentos, impresoras 3D capaces de modelar órganos humanos...
Hoy, cuando los avances tecnológicos van más rápido que nunca, Murat Sönmez, director de la red global de Centros para la Cuarta Revolución Industrial del Foro Económico Mundial (WEF), dice que al momento de pensar en cómo regular estos nuevos sistemas inteligentes, los países deben ser arriesgados, ágiles, no tener miedo a equivocarse. Porque, en este acoplamiento, “no es el pez más grande el que se come al pequeño, sino el más veloz”.
Así, con el fin de impulsar políticas públicas para los nuevos desarrollos, se inauguró en Medellín el primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial de Latinoamérica. EL COLOMBIANO dialogó con Sönmez sobre los aprendizajes que tendrá la ciudad.
La Cuarta Revolución Industrial es un concepto distante para la mayoría. ¿Cómo explicarlo?
“Más importante que tratar de definir qué es la Cuarta Revolución Industrial es enfocarse en los resultados de estas tecnologías. A través de ellas podemos mejorar la atención médica, reducir el consumo de energía y la congestión vial, llevar servicios a zonas remotas y rurales del país, usar drones para proveer cosas.
La Cuarta Revolución nos permite hacerlo de forma rápida, en múltiples áreas y tecnologías en simultáneo. En el pasado teníamos el lujo del tiempo para estudiar algo, pero ahora necesitamos ser veloces y , si lo hacemos bien, tendremos un futuro más sano, una cultura más productiva e incluyente. Eso es lo que esperamos lograr con estos centros”.
Y, además de los empresarios, ¿cómo impacta esto a los ciudadanos?
“Por ejemplo, imagina a una mamá que vive en la ciudad y su hijo está enfermo, y puede utilizar un smartphone o dispositivo para recolectar toda la información y, sin tener que ir a un hospital, consigue acceso inmediato a los servicios de salud.
Esto está basado en una plataforma de inteligencia artificial. O si se trata de una emprendedora pequeña y quieres abrir tu negocio, vas a necesitar ayuda experta en temas legales que se pueden proveer por medio de una plataforma de este tipo. Los gobiernos gastan mucho dinero en la compra de servicios técnicos y el blockchain es un ejemplo de una tecnología que puede proveer confiabilidad en los procesos”.
En el nuevo Centro de Medellín se trabajarán proyectos en Internet de las cosas (IOT), blockchain e inteligencia artificial (IA). ¿De qué manera garantizar que pasen del papel a la acción?
“La clave está en establecer vínculos entre el Gobierno, la industria, la academia y la sociedad civil e identificar áreas donde se pueda tener impacto rápido en Colombia. La tecnología no es el problema en sí, sino cómo hacer que la implementación se haga en escala.
Y ahí es donde los marcos regulatorios y las políticas públicas son importantes. Por ejemplo, con la inteligencia artificial, algunas preguntas importantes son: ¿quién posee la data que la IA necesita usar? ¿El Gobierno, la industria, la sociedad civil o una combinación de todos? ¿Quién se beneficia por el uso de esa data, a quién se le remunera? Cómo te aseguras, también, que provenga de fuentes confiables. Ahí es donde el internet de las cosas (IOT) se vuelve crucial, porque es allí donde se generan los datos.
Finalmente, necesitamos asegurarnos que los algoritmos o los modelos son éticos. El blockchain es una oportunidad para la confianza pública, extremadamente necesaria en Colombia. Ya empezamos un proyecto en blockchain con la Procuraduría General, que busca garantizar que la compra de servicios estatales sea transparente”.
¿Tiene el de Medellín alguna ventaja con relación al resto de centros?
“Yo no diría ventaja, sino un complemento, porque el contexto de cada una de las ciudades es diferente. Así que Medellín nos da una variedad, algo que es necesario”.
Durante la inauguración del Centro, usted mencionó que Medellín iba a integrar una red de ciudades inteligentes.
“Es muy fácil tener estos conceptos en el papel, pero si no se implementan no sirven. Por eso el gobierno de Japón, en cabeza del presidente del G20 en la ciudad de Osaka, decidió crear una alianza global y propuso una plataforma de ciudades inteligentes. Cuando compartí esto con el alcalde Federico Gutiérrez durante una cena informal, él dijo: ‘se me hace una muy buena idea, nosotros tenemos una alianza de ciudades’. Y yo dije: ‘¿estaría interesado en unirse?’.
Él estuvo de acuerdo y le envié un mensaje de texto a quien dirige el Centro en Japón, Chizuru Suga, quien también respondió que sí, que este sería un gran comienzo en Suramérica. Instantáneamente conectamos a Medellín con el G20 y ese es nuestro propósito: asegurarnos de que todos se beneficien”.
¿Cómo será el enlace para que Medellín pueda aprender de San Francisco, de Tokyo, de los otros centros y viceversa?
“Se necesita de un compromiso activo en los proyectos y con la red. Un buen ejemplo es ese de Japón, en donde Medellín se conectó con la iniciativa de Tokyo en simultánea. Me gustaría enfatizar la importancia de tener al ministro Comercio, Industria y Turismo de Colombia, José Manuel Restrepo, como parte de la mesa directiva global de WEF, eso le da la oportunidad al país de saber qué es lo que está sucediendo y, al mismo tiempo, de influir en lo que ocurre”.
El presidente Iván Duque mencionó que en este proceso es fundamental la educación. ¿Cómo cambiar los modelos tradicionales de enseñanza?
“El aprendizaje basado en la memoria no provee las habilidades para la Cuarta Revolución Industrial. Un robot o una computadora pueden memorizar mucho más rápido que cualquier humano, así que lo que necesitamos es pensamiento crítico, pensamiento de diseño y el dominio del inglés. Solo el 2 % de la población en Colombia lo habla y eso necesita aumentar. En un futuro, los grados universitarios no van a ser tan relevantes como lo han sido en el pasado, podemos fortalecer programas certificados de uno o dos años para que las personas puedan tener accesos a trabajos inmediatamente.
En un país en desarrollo como Colombia, no hay riesgo en intentar algo nuevo, todo es oportunidad. Esperamos que establecer el primer Centro en Latinoamérica pueda ser una pequeña contribución en ese sentido”.