En varios momentos críticos de la última década, el personal del hospital Luis Felipe Arbeláez del municipio de Alejandría le entregó al azar la responsabilidad de decidir quiénes recibían sueldo y quiénes debían esperar algunas semanas más. Una rifa, para ser exactos, se encargaba de elegir los favorecidos, mientras los demás, para mitigar las necesidades apremiantes, debían acudir a la buena voluntad de tenderos y comerciantes del pueblo para abastecerse a punta de fiados.
No es la única forma que el personal de la salud, administrativo u operativo ha hallado para esquivar las crisis sucesivas de este hospital y lograr, al final del día, cumplir con el objetivo de servir a los alejandrinos.
Por ejemplo, hace exactamente dos años se idearon un bono pro-farmacia que les permitía a los aportantes participar en un sorteo por la Lotería de Medellín, y al hospital comprar medicinas para pacientes críticos que llevaban semanas devolviéndose con las manos vacías de la farmacia.
Aunque el hospital aún está categorizado en alto riesgo fiscal y financiero, desde el año pasado el personal recibe su salario puntual, resalta Diver Lopera, gerente de la ESE. También adquirió un nuevo software, gracias a los $18 millones que recogió con una cabalgata en el municipio el año pasado y a los $60 millones que puso la alcaldía. Con este, asegura Lopera, están recuperando la facturación “con la que estamos mejorando los cobros que antes, por el desorden del doble software anterior, tenía al hospital muchas veces prestando servicios gratis a las EPS”, dice.
El detalle del mecanismo
Estas acciones hacen parte de un plan de saneamiento fiscal y financiero que antes de finalizar septiembre el hospital deberá entregar en su versión definitiva al Ministerio de Hacienda para que este apruebe su viabilidad.
En la rendición de cuentas de hace una semana, el gobernador (e) Luis Fernando Suárez manifestó que el objetivo de la administración departamental es acompañar y asesorar estos planes y así rescatar al menos al 30 % de los 45 hospitales que están en condición crítica fiscal y financiera, según resalta la Asociación de Empresas Sociales del Estado de Antioquia –Aesa–.
“A groso modo el plan busca incrementar los ingresos, por ejemplo, con mejores recaudos; logrando que las EPS aumenten sus pagos. También tiene una línea de reducción de costos y gastos. Si Minhacienda viabiliza el plan, las entidades territoriales y la Nación pueden asignar unos recursos para facilitar ese objetivo de alcanzar el equilibrio y un margen de utilidad a favor”, explica Luis Alberto Martínez, director ejecutivo de Aesa.
Martínez se muestra cauto frente a la otra parte de la propuesta que tiene la Gobernación para salvar a los hospitales públicos, encaminada a “que estos se hagan socios de Savia Salud EPS, de acuerdo con la aprobación de su junta de democratizar el 25 % de sus acciones”, una opción que, según explicó el mandatario encargado, capitalizaría a la EPS, la segunda más importante en Antioquia por cobertura en la región y que atiende 1.800.000 personas.
“Lo que persigue el plan de reorganización de Savia es que los hospitales se conviertan en un cuarto socio (Antioquia, Medellín y Comfama son los otros tres). Entonces Savia le dice a un hospital x. Si yo le debo a usted plata, entonces capitalice esas acreencias, hasta el 20 % de la deuda. Es decir, si a dicho hospital le deben $100 millones, se capitalizan $20 millones, que se reducen de la cartera de Savia y aumenta en ese porcentaje la participación del hospital en el EPS”, explica.
Sin embargo, plantea el directivo gremial, esta propuesta hay que tomarla con pinzas por dos razones: primero porque las EPS que tomaron esta vía no han logrado la recuperación patrimonial. Segundo, porque no resuelve el problema estructural de fondo y son “los incentivos que convirtieron la salud en una mercancía entre un tire y afloje de quien vende el servicio y quien lo compra”.
El rostro concreto de estas causas de fondo que siguen sin solución lo ilustra Jael Palacio, la primera enfermera que tuvo Alejandría, alma de los programas de prevención y promoción del hospital (maternas, crecimiento y desarrollo, hipertensos, diabéticos, etc) y que tras 38 años de servicio está a cinco meses de pensionarse. “Mes a mes quedamos con rezagos para atender toda la población que requiere controles”, dice mostrando un arrume de documentación para demostrarlo.
Alejandría tiene 400 hipertensos, solo por citar una de las poblaciones atendidas. “Hace poco hice en seis días 125 citologías. Cuando vamos a las veredas debemos dejar de hacer controles a quienes llegan aquí”.
Y el futuro no pinta mejor –dice– “hasta ahora nadie quiere tomar este puesto, porque el pago frente a la carga laboral es muy desequilibrado. El hospital no puede contratar más personal y lo necesita. Y los perjudicados son los habitantes de un pueblo como este si un hospital municipal se viene a pique”, concluye
