Dormir a un hipopótamo es una tarea de paciencia. Incluso en las condiciones más favorables, teniéndolos relativamente acorralados, hace falta suerte para piquen el cebo y luego un pulso diestro y nervios de acero para atinarle a esa mole gris con el dardo que contiene el cóctel de opiáceos, que por cierto anda escaso en el mundo, encargado de noquear al animal de más de 1.300 kilos. Luego viene la verdadera faena.
Cuando el hipopótamo yace despatarrado sobre la “sala de cirugía” a cielo abierto hay un margen de minutos para prepararlo para la operación. En esos minutos todo puede salir mal. Hay que levantarle la cabeza y abrir la boca para introducir una sonda endotraqueal que lo mantendrá vivo y bien profundo. Lo que se busca es llegar hasta la tráquea y para eso hay que abrirse paso por la faringe, los cartílagos y la epiglotis. Abrirse paso literalmente pues alguien del equipo médico tiene que meter medio cuerpo en las fauces del mamífero más peligroso en la tierra.
En ese momento es cuando tiene que reinar el silencio, cuenta David Echeverri, jefe de gestión de Biodiversidad de Cornare. Un ruido alrededor, cualquiera que sea, puede provocar que el hipopótamo hiperventile, que su ritmo cardiaco se dispare, que eventualmente entre en shock.
Por eso el equipo de Cornare que tiene la responsabilidad de esterilizar los primeros 20 hipopótamos en medio del plan que anunció la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, para empezar a controlar la expansión de esta especie invasora armó un estricto protocolo para garantizar que con la menor cantidad posible de personal logren adelantar con éxito cada procedimiento en unos potreros de Doradal.
El equipo a cargo de las cirugías, que le costarán al país $40 millones cada una, está conformado por ocho personas entre médicos veterinarios, anestesiólogo, biólogos y equipo de personal de apoyo.
Tendrán la responsabilidad de esterilizar a la mayor cantidad posible de hipopótamos mayores de seis años que integran el grupo más grande, el grupo Nápoles, uno de los seis que están colonizando la cuenca del Magdalena Medio.
Una lección valiosa que aprendieron quienes llevan años lidiando con el problema de estos mega hervíboros es que mientras menos show mediático se cree más dolores de cabeza se ahorrarán.
Por eso decidieron arrancar sin aspavientos. Meterse al potrero a trabajar en silencio y ya llevan tres esterilizados. El proceso empezó hace mes y medio, mucho antes de que el anuncio de la ministra el pasado jueves 2 de noviembre desencadenara todo tipo de titulares de prensa y atizara las peleas de siempre. Parece una decisión sabia porque la guerra entre animalistas y biólogos en el país sigue desatada.
Varios de los biólogos más reconocidos en el país lideran el bloque en defensa de la evidencia científica cuyos postulados fueron respaldados por el estudio más completo hasta ahora realizado en el país sobre los impactos de la invasión de los hipopótamos.
El estudio que construyeron el Humboldt y la Nacional y que recoge tres décadas de conocimiento y experiencia de Cornare, Corantioquia y varios expertos concluye que es obligatorio sacar del ecosistema a 30 hipopótamos cada año, de los 215 que existen, empezando inmediatamente con la aplicación simultánea de la esterilización, la translocación, la captura para cautiverio y la cacería de control, siendo esta última la acción prioritaria por ser la mejor estrategia costo-efectiva para reducir los estragos de estos invasores contra la biodiversidad del país. Del otro lado están los animalistas, un sector poderoso que parece tener más peso que el gremio científico en los espacios de poder como el Congreso y hasta en el propio Gobierno Nacional.
Los animalistas liderados por figuras como la senadora Andrea Padilla han intentado ganar el pulso a la evidencia científica con narrativas simples pero eficaces que mantienen a buena parte de la opinión pública en contra de la erradicación de los hipopótamos. Discursos anticiencia que, como todos los negacionismos, apelan a las emociones y a las falacias vírales.
La ministra Muhamad ha sido señalada de jugar a doble banda, de dorar la píldora. Tras anunciar el proceso de esterilizaciones la ministra fue duramente criticada por los expertos que le cuestionan los vacíos de la estrategia que presentó y las dudas que siguen sin aclararse. ¿Por qué no puso en marcha las esterilizaciones y la caza de control en simultáneo como lo recomendó la evidencia? Muhamad dice que la eutanasia será una realidad y que antes de que acabe el año dará a conocer cómo se ejecutará.
El biólogo Hugo Fernando López Arévalo, profesor de la Facultad de Ciencias de la Nacional, volvió a poner el dedo en la llaga y le recordó a la ministra que aunque la esterilización es parte de las estrategias de control y manejo, no aborda el problema de raíz: “El plan de esterilización está aportando muy poco a los dos indicadores principales, que son: disminución del número de individuos y de su área de distribución en el país. La cacería de control se contempla en nuestra legislación, hay que hacer un plan de manejo de esta actividad y ejecutarlo”.
Echeverri dice que desde Cornare le han insistido al Ministerio que a lo que hay que apuntarle de lleno es la translocación, montarlos en un avión y enviarlos a un hábitat controlado en otros países.
México cerró la puerta. La propuesta del polémico empresario Ernesto Zazueta no convenció al gobierno mexicano que encontró el plan peligroso para sus ecosistemas. Pero esta semana EL COLOMBIANO conoció que además de India, que va en serio para llevarse 60 hipopótamos, se sumó el interés de Filipinas, República Dominicana y Perú. Es un trámite completamente nuevo y ahí radica la dificultad para ejecutarlo.
Pero al margen de todo eso, lejos de las peleas en universidades y en las redes, de los cálculos políticos en Bogotá, el equipo que lidera Echeverri sigue metido en la boca del hipopótamo, haciendo lo que pueden. Dice el biólogo que en paralelo con el proceso de esterilización adelantan una estrategia que puede tener impacto real a pesar de que no genera clics ni se presta para shows. Un proceso robusto de educación ambiental; adentrarse en veredas y caseríos de Puerto Triunfo, Puerto Nare, Yondó, en Puerto Boyacá y toda la Depresión Momposina para recuperar la narrativa en favor de la biodiversidad nativa del país. Para erradicar mitos para mostrar las amenazas reales.
Esta semana se conoció un video más, un hipopótamo que ingresó a una finca en Doradal. Merodeó por los jardines a centímetros de la casa. Los biólogos aseguran que existe evidencia robusta de que se están lanzando a la conquista de áreas urbanas siguiendo patrones conocidos: los machos hacen avanzada, exploran. Cuando encuentran condiciones viables hacen reconocimiento con hembras y crías. Está pasando. Ya no solo se ven en la Medellín-Bogotá o las calles de Doradal. Están ingresando a zonas residenciales, a predios urbanos.
Cuando llega la sequía los hipopótamos se dividen y conquistan. En 2015 lo hicieron. Hambrientos por la sequía se lanzaron a deambular por las calles de Doradal, algo que no habían hecho hasta entonces y que echó abajo las tesis sobre comportamiento que tenían los expertos hasta ese momento. Con el fenómeno del Niño en el horizonte parece que estuvieran adelantando tarea.
$40
millones cuesta esterilizar cada hipopótamo.