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Elecciones 2023 | Gamonales e inexpertos luchan por el control de las alcaldías en el Bajo Cauca

En los seis municipios hay casas políticas que aspiran a conservar o llegar al poder, mientras una camada de desconocidos anhela gobernar.

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24 de septiembre de 2023
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En el Bajo Cauca hay 37 candidatos disputándose seis alcaldías. Es una carrera variopinta en la que corren las casas políticas tradicionales, hijos de viejos políticos y hasta un conocido locutor de radio. De fondo están las maquinarias intentando imponerse a toda costa, y un puñado de inexpertos que, pese a no saber de administración pública, se la han jugado recorriendo la región y conociendo sus problemas.

El Bajo Cauca es una región diversa, que va desde las estribaciones de la cordillera Central hasta las planicies del Caribe. En ese espacio están Cáceres y Zaragoza, dos de los pueblos más antiguos de Antioquia, fundados por la codicia española por el oro, el mineral que ha marcado buena parte de la historia del territorio. Por eso, en esta contienda no hay que perder de vista el peso electoral de los mineros, que este año estuvieron en paro.

En cada pueblo hay singularidades. Tarazá es el primer municipio que se encuentra el viajero por la Troncal del Caribe. Con estas elecciones, son cinco las veces que la gente ha ido a las urnas en los últimos cuatro años. En 2019 fue elegido Miguel Ángel Gómez, por el Partido Liberal. Pero el alcalde murió en 2020, y se convocaron nuevas elecciones.

En 2021 se celebraron elecciones atípicas en Tarazá, y el ganador fue Dawinson Gómez, el hijo del fallecido alcalde. Pero no había pasado un año de la muerte del padre, y la elección fue declarada nula. En 2022, entonces, la gente fue de nuevo a las urnas, y esta vez ganó Mario Eliécer Sierra. Con las de octubre son cuatro las convocatorias a votar en cuatro años, y la gente está cansada, sin demasiadas esperanzas en la política.

El desgano político se siente no más al hablar con la gente. Pese a eso, en el parque principal se suceden los pasacalles de las campañas de tres candidatos. En una esquina hay una casa roja, adornada con banderas. Es la sede de Dawinson Gómez, el frustrado alcalde, que aspira, ahora, a ganar las elecciones desde el comienzo del periodo. Aunque no tiene trayectoria, acompañó a su papá, que ejerció como mandatario municipal en tres periodos.

Gómez tiene el aval del Partido Demócrata, el mismo por el que se lanzó Julián Bedoya a la Gobernación. Y es que Miguel Ángel, el papá del aspirante, era del grupo político de Bedoya. Hoy hacen parte del grupo de trabajo del exsenador en su aspiración de llegar a la Gobernación. No en vano se ha mencionado a Tarazá como uno de los fortines bedoyistas.

El candidato a vencer, según la propia campaña, es Yomer Álvarez, avalado por el Partido Conservador. Fue concejal en el periodo 2012-2015 y tiene alianza con Cambio Radical y la ASI. Aunque en Tarazá ganó Petro en las pasadas elecciones, no hay demasiado ánimo hacia las candidaturas de izquierda. El Pacto Histórico dio aval a Rubén Cano, un líder de la Defensa Civil; por el recién conformado Dignidad y Compromiso, va Jesús Aníbal Yepes, con énfasis en la lucha contra la corrupción; el médico Reinaldo Zabala, por el movimiento Por el progreso de Tarazá; y Francisco Javier Vásquez, por Tarazá Renaciente.

La pelea será, dicen los propios candidatos, contra el hartazgo hacia la política.

Caucasia, el epicentro

Caucasia es el centro económico del Bajo Cauca, con 123.000 habitantes, casi la mitad del total de la región. Estas elecciones pintan muy interesantes. El pueblo está repleto de vallas. En el municipio, comentan los que saben de la dinámica política, siempre han gustado las campañas estruendosas y “en las que se vea la plata”.

Son 11 los aspirantes a llegar a la Alcaldía. Es una situación inusitada. Un periodista de la región comenta que la elección de Leiderman Ortiz, también periodista, abrió las puertas para que personas ajenas a la tradición política aspiraran a conquistar la Alcaldía. Buen ejemplo de ellos es la candidatura de Anuar Bertel, un locutor radial muy conocido que hoy se la pasa visitando los barrios y haciendo contenido para redes sociales.

“Hay un hastío por la política tradicional. Las casas políticas se han venido a menos, por eso es que exalcaldes como José Nadín Arabia, que estuvo en el cargo tres periodos, no se lanzan de nuevo, y eso le da espacios a gente nueva”, dice un político de la ciudad.

Sin embargo, hay varias figuras políticas conocidas en la contienda. Una de ellas es Surany Arboleda, hija de la excongresista Rocío Arias. También aspira Enrique “Kike” Arango, exconcejal en dos periodos, y quien recibió el aval del Partido de la U. Es tal vez el candidato que más publicidad ha instalado y, comentan en la calle, es la campaña más “bullosa”.

En Caucasia, como en todo el Bajo Cauca, la contienda se anima con estribillos vallenatos, caravanas de motos y globos de colores. Otra candidatura fuerte es la de Johan Montes, del Partido Conservador, quien trabajó en el Banco Agrario y tiene buena relación con los mineros, un sector de suma importancia en el municipio.

En Caucasia las vallas a Gobernación son, principalmente, de Julián Bedoya, que tiene su maquinaria en la región, pero también hay de Juan Diego Gómez. Sin embargo, en la calle se comenta que Luis Pérez, por su paso anterior por la Gobernación, tiene una buena aceptación.

La lista de candidatos la completan Edwin Areiza, de Fuerza Ciudadana; Jaime Alfonso Montoya, de Dignidad y Compromiso; Nedis María Cuadro, de la ASI; Dagoberto López, del Partido Liberal; Fabio Enrique Montes, de Alianza Democrática Amplia; Benito Antonio Pacheco, del Pacto Histórico; y Antonio José Pérez, de Nueva Fuerza Democrática.

Disputas de a dos

Hay dos municipios del Bajo Cauca en los que la competencia por la Alcaldía está dividida entre dos candidatos. Sucede en Nechí, el pueblo más al norte de la región. Allí, dicen, la cosa está “caliente”. Por un lado está Felipe Echeverri, que perdió hace cuatro años por poco más de 100 votos, lo que provocó una disputa que terminó con la quema del Palacio Municipal.

Del otro lado está Yumaris Henríquez, la candidata del continuismo, avalada por el Partido Conservador. Personas cercanas a su campaña han señalado a su rival de enviar mensajes misóginos y racistas, cosa que niegan con contundencia desde las filas de Echeverri. Por su parte, el candidato denunció a su contrincante de estarse aprovechando de la burocracia municipal para constreñir a los votantes, y por eso denunció ante la Procuraduría al alcalde actual, Marcos Javier Madera.

En Cáceres, más al sur por el río Cauca, también hay dos candidatos enfrentados, aunque no con la fogosidad de Nechí. Por un lado está Alejandro Mira, avalado por el Partido Liberal, y reconocido como el continuismo; del otro lado, Damiana Monterrosa, avalada por ASI, líder social y política desde hace 20 años.

Como en otros municipios, hay una creciente tensión por el manejo de la burocracia. Sectores externos alegan que los puestos se han entregado a personas ajenas al municipio, de otras regiones. Desde hace tiempo, las campañas se miden la fuerza con caravanas y convocatorias, siendo la de la candidata, según los habitantes del pueblo, las más concurridas.

La lista del Bajo Cauca la completan El Bagre y Zaragoza, dos municipios vecinos que están sobre el río Nechí. Ambos comparten problemas similares como la extracción ilícita de oro, la contaminación que generan los dragones extractores de oro y la presencia y confrontaciones entre grupos armados.

En Zaragoza aparece, por primera vez en el Bajo Cauca, una opción de Independientes, el partido de Daniel Quintero. La fuerza de ese partido es muy escasa, y ni siquiera aparece el candidato a la Gobernación Esteban Restrepo. Álvaro Chedid es el candidato de Independientes, avalado por Fuerza Ciudadana. Chadid ha sido profesor desde hace más de 30 años. Se enfrentará con Daniel Mendoza, que va por la ASI; Andrés Emilio Luján, avalado por el Partido Liberal; Marta Hernández, que va por Cambio Radical; Alexánder Silva, del Partido Conservador; Juan Esteban Zapata, del Polo Democrático; y Juan Humberto Yalí, que va por firmas.

En El Bagre la situación es muy similar. También hay bonanza de candidatos, la mayoría por alianzas de partidos. Esa es una constante en el Bajo Cauca. Poco pesa la ideología de los partidos, y es frecuente ver alianzas que parecen impensadas en otros lugares. Todos se la juegan por arañar un pedacito de poder.

La lista de candidatos es larga: Aníbal Navarro, del CD; Johe Borjas, del Liberal; Germán Hoyos, de Fuerza Ciudadana; Carlos Mario Pino, por firmas; Marco Fidel Trespalacio, por Alianza Verde; Juan Carlos Gómez, por un movimiento ciudadano; Ellery Martínez, por la Colombia Humana; y Jorge Eliécer Isaza, de Dignidad y Compromiso.

La pugna por el poder está bastante cerrada. La pregunta es si las casas políticas, en efecto, se vendrán a menos. Y si los nuevos alcaldes de la región se mantendrán en el cargo los cuatro años, cosa que no siempre ha pasado, y que ha generado un hastío generalizado y justificado hacia la política.

En el Bajo Cauca hay 37 candidatos disputándose seis alcaldías. Es una carrera variopinta en la que corren las casas políticas tradicionales, hijos de viejos políticos y hasta un conocido locutor de radio. De fondo están las maquinarias intentando imponerse a toda costa, y un puñado de inexpertos que, pese a no saber de administración pública, se la han jugado recorriendo la región y conociendo sus problemas.

El Bajo Cauca es una región diversa, que va desde las estribaciones de la cordillera Central hasta las planicies del Caribe. En ese espacio están Cáceres y Zaragoza, dos de los pueblos más antiguos de Antioquia, fundados por la codicia española por el oro, el mineral que ha marcado buena parte de la historia del territorio. Por eso, en esta contienda no hay que perder de vista el peso electoral de los mineros, que este año estuvieron en paro.

En cada pueblo hay singularidades. Tarazá es el primer municipio que se encuentra el viajero por la Troncal del Caribe. Con estas elecciones, son cinco las veces que la gente ha ido a las urnas en los últimos cuatro años. En 2019 fue elegido Miguel Ángel Gómez, por el Partido Liberal. Pero el alcalde murió en 2020, y se convocaron nuevas elecciones.

En 2021 se celebraron elecciones atípicas en Tarazá, y el ganador fue Dawinson Gómez, el hijo del fallecido alcalde. Pero no había pasado un año de la muerte del padre, y la elección fue declarada nula. En 2022, entonces, la gente fue de nuevo a las urnas, y esta vez ganó Mario Eliécer Sierra. Con las de octubre son cuatro las convocatorias a votar en cuatro años, y la gente está cansada, sin demasiadas esperanzas en la política.

El desgano político se siente no más al hablar con la gente. Pese a eso, en el parque principal se suceden los pasacalles de las campañas de tres candidatos. En una esquina hay una casa roja, adornada con banderas. Es la sede de Dawinson Gómez, el frustrado alcalde, que aspira, ahora, a ganar las elecciones desde el comienzo del periodo. Aunque no tiene trayectoria, acompañó a su papá, que ejerció como mandatario municipal en tres periodos.

Gómez tiene el aval del Partido Demócrata, el mismo por el que se lanzó Julián Bedoya a la Gobernación. Y es que Miguel Ángel, el papá del aspirante, era del grupo político de Bedoya. Hoy hacen parte del grupo de trabajo del exsenador en su aspiración de llegar a la Gobernación. No en vano se ha mencionado a Tarazá como uno de los fortines bedoyistas.

El candidato a vencer, según la propia campaña, es Yomer Álvarez, avalado por el Partido Conservador. Fue concejal en el periodo 2012-2015 y tiene alianza con Cambio Radical y la ASI. Aunque en Tarazá ganó Petro en las pasadas elecciones, no hay demasiado ánimo hacia las candidaturas de izquierda. El Pacto Histórico dio aval a Rubén Cano, un líder de la Defensa Civil; por el recién conformado Dignidad y Compromiso, va Jesús Aníbal Yepes, con énfasis en la lucha contra la corrupción; el médico Reinaldo Zabala, por el movimiento Por el progreso de Tarazá; y Francisco Javier Vásquez, por Tarazá Renaciente.

La pelea será, dicen los propios candidatos, contra el hartazgo hacia la política.

Caucasia, el epicentro

Caucasia es el centro económico del Bajo Cauca, con 123.000 habitantes, casi la mitad del total de la región. Estas elecciones pintan muy interesantes. El pueblo está repleto de vallas. En el municipio, comentan los que saben de la dinámica política, siempre han gustado las campañas estruendosas y “en las que se vea la plata”.

Son 11 los aspirantes a llegar a la Alcaldía. Es una situación inusitada. Un periodista de la región comenta que la elección de Leiderman Ortiz, también periodista, abrió las puertas para que personas ajenas a la tradición política aspiraran a conquistar la Alcaldía. Buen ejemplo de ellos es la candidatura de Anuar Bertel, un locutor radial muy conocido que hoy se la pasa visitando los barrios y haciendo contenido para redes sociales.

“Hay un hastío por la política tradicional. Las casas políticas se han venido a menos, por eso es que exalcaldes como José Nadín Arabia, que estuvo en el cargo tres periodos, no se lanzan de nuevo, y eso le da espacios a gente nueva”, dice un político de la ciudad.

Sin embargo, hay varias figuras políticas conocidas en la contienda. Una de ellas es Surany Arboleda, hija de la excongresista Rocío Arias. También aspira Enrique “Kike” Arango, exconcejal en dos periodos, y quien recibió el aval del Partido de la U. Es tal vez el candidato que más publicidad ha instalado y, comentan en la calle, es la campaña más “bullosa”.

En Caucasia, como en todo el Bajo Cauca, la contienda se anima con estribillos vallenatos, caravanas de motos y globos de colores. Otra candidatura fuerte es la de Johan Montes, del Partido Conservador, quien trabajó en el Banco Agrario y tiene buena relación con los mineros, un sector de suma importancia en el municipio.

En Caucasia las vallas a Gobernación son, principalmente, de Julián Bedoya, que tiene su maquinaria en la región, pero también hay de Juan Diego Gómez. Sin embargo, en la calle se comenta que Luis Pérez, por su paso anterior por la Gobernación, tiene una buena aceptación.

La lista de candidatos la completan Edwin Areiza, de Fuerza Ciudadana; Jaime Alfonso Montoya, de Dignidad y Compromiso; Nedis María Cuadro, de la ASI; Dagoberto López, del Partido Liberal; Fabio Enrique Montes, de Alianza Democrática Amplia; Benito Antonio Pacheco, del Pacto Histórico; y Antonio José Pérez, de Nueva Fuerza Democrática.

Disputas de a dos

Hay dos municipios del Bajo Cauca en los que la competencia por la Alcaldía está dividida entre dos candidatos. Sucede en Nechí, el pueblo más al norte de la región. Allí, dicen, la cosa está “caliente”. Por un lado está Felipe Echeverri, que perdió hace cuatro años por poco más de 100 votos, lo que provocó una disputa que terminó con la quema del Palacio Municipal.

Del otro lado está Yumaris Henríquez, la candidata del continuismo, avalada por el Partido Conservador. Personas cercanas a su campaña han señalado a su rival de enviar mensajes misóginos y racistas, cosa que niegan con contundencia desde las filas de Echeverri. Por su parte, el candidato denunció a su contrincante de estarse aprovechando de la burocracia municipal para constreñir a los votantes, y por eso denunció ante la Procuraduría al alcalde actual, Marcos Javier Madera.

Elecciones 2023 |<b> </b>Gamonales e inexpertos luchan por el control de las alcaldías en el Bajo Cauca

En Cáceres, más al sur por el río Cauca, también hay dos candidatos enfrentados, aunque no con la fogosidad de Nechí. Por un lado está Alejandro Mira, avalado por el Partido Liberal, y reconocido como el continuismo; del otro lado, Damiana Monterrosa, avalada por ASI, líder social y política desde hace 20 años.

Como en otros municipios, hay una creciente tensión por el manejo de la burocracia. Sectores externos alegan que los puestos se han entregado a personas ajenas al municipio, de otras regiones. Desde hace tiempo, las campañas se miden la fuerza con caravanas y convocatorias, siendo la de la candidata, según los habitantes del pueblo, las más concurridas.

La lista del Bajo Cauca la completan El Bagre y Zaragoza, dos municipios vecinos que están sobre el río Nechí. Ambos comparten problemas similares como la extracción ilícita de oro, la contaminación que generan los dragones extractores de oro y la presencia y confrontaciones entre grupos armados.

En Zaragoza aparece, por primera vez en el Bajo Cauca, una opción de Independientes, el partido de Daniel Quintero. La fuerza de ese partido es muy escasa, y ni siquiera aparece el candidato a la Gobernación Esteban Restrepo. Álvaro Chedid es el candidato de Independientes, avalado por Fuerza Ciudadana. Chadid ha sido profesor desde hace más de 30 años. Se enfrentará con Daniel Mendoza, que va por la ASI; Andrés Emilio Luján, avalado por el Partido Liberal; Marta Hernández, que va por Cambio Radical; Alexánder Silva, del Partido Conservador; Juan Esteban Zapata, del Polo Democrático; y Juan Humberto Yalí, que va por firmas.

En El Bagre la situación es muy similar. También hay bonanza de candidatos, la mayoría por alianzas de partidos. Esa es una constante en el Bajo Cauca. Poco pesa la ideología de los partidos, y es frecuente ver alianzas que parecen impensadas en otros lugares. Todos se la juegan por arañar un pedacito de poder.

La lista de candidatos es larga: Aníbal Navarro, del CD; Johe Borjas, del Liberal; Germán Hoyos, de Fuerza Ciudadana; Carlos Mario Pino, por firmas; Marco Fidel Trespalacio, por Alianza Verde; Juan Carlos Gómez, por un movimiento ciudadano; Ellery Martínez, por la Colombia Humana; y Jorge Eliécer Isaza, de Dignidad y Compromiso.

La pugna por el poder está bastante cerrada. La pregunta es si las casas políticas, en efecto, se vendrán a menos. Y si los nuevos alcaldes de la región se mantendrán en el cargo los cuatro años, cosa que no siempre ha pasado, y que ha generado un hastío generalizado y justificado hacia la política.

Minería, grupos armados y paz total, temas centrales en campaña

El Bajo Cauca tiene particularidades que lo convierten en una subregión diferente al resto de Antioquia. Este año hubo un paro minero que detuvo a los seis municipios durante un mes. En ese tiempo no se movía un gramo de oro en Zaragoza, Nechí o el Bagre. La minería, evidentemente, tendrá peso en estas elecciones. No en vano, el vocero del paro minero y líder de la agremiación, Saúl Bedoya, aspira hoy a la Asamblea de Antioquia por Renacer. Candidato que quiera ganar deberá tener el apoyo de los mineros de su pueblo, es un axioma.

Por otro lado, no es secreto que los grupos armados, especialmente el Clan del Golfo, tienen una importante injerencia en la región. No en vano, las alertas de la Misión de Observación Electoral, MOE, han advertido que este año, como en las elecciones pasadas, hay riesgo para candidatos y líderes políticos.

En la región, sin embargo, poco se menciona el tema. En todos los pueblos hay rayones en paredes y avisos de tránsito que recuerdan la presencia de las AGC, es decir, el Clan del Golfo. Candidatos de Nechí, Caucasia, Cáceres y Tarazá reconocen la presencia de estos grupos, pero dicen que en estas elecciones no han tenido problemas para desplazarse a veredas lejanas, y que por ahora no ha habido lugares vedados. No obstante, la MOE ha advertido de la injerencia y el constreñimiento electoral que los armados podrían perpetrar en estas elecciones.

En Tarazá, por ejemplo, los candidatos son conscientes de que buena parte de las rentas de los pobladores provienen de rentas irregulares o ilícitas, como la siembra de coca y la minería ilegal. Por eso, las propuestas están enfocadas en darle un impulso al campo, especialmente con la siembra de cítricos u otras especies que permitan que la economía no dependa de la producción cocalera.

En ese sentido, y contemplando que los grupos armados no darán su brazo a torcer, la paz total, política del Gobierno Nacional, juega un papel importante en la discusión política. En el Bajo Cauca es menos ideológica y más práctica la cosa. Los candidatos saben que la presencia y el poder de los grupos son reales, y que algo debe hacerse para proteger a la gente. Y si enfrentarlos no ha servido, tal vez hablar con ellos mitigue la zozobra de las comunidades.

Hasta ahora, por lo menos, no ha habido ataques contra aspirantes.

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