En materia ambiental, el regalo de Navidad para el Valle de Aburrá en 2020 no pudo ser mejor que el que le entregó Corantioquia a esta región con la declaratoria del área Quitasol - La Holanda como territorio protegido, una extensión de 6.888 hectáreas plenas de biodiversidad en fauna y flora y con un patrimonio arqueológico que da cuenta de la existencia allí de comunidades indígenas.
Este acontecimiento, que se oficializó el jueves 17 de diciembre, no solo fue celebrado por las 17 veredas de los municipios de Bello, Barbosa, Copacabana, Girardota, San Pedro de los Milagros y Donmatías que lo abarcan, sino por todo el departamento, pues allí también hay importantes fuentes hídricas como la cuenca abastecedora del Alto de Medina y un territorio extenso que perdurará en el tiempo y podrá ser disfrutado por el grueso de los ciudadanos.
Precisamente, con la unión de Corantioquia, el Área Metropolitana, la alcaldía de Bello y el Instituto Humboldt, se empezó a escribir el segundo capítulo de esta historia, con la construcción de un espacio público verde cuyo objetivo será promover el turismo ecológico y permitir que los ciudadanos tengan acceso a esta zona natural y arqueológica bajo parámetros de respeto por las riquezas ambientales que posee y que llevaron a su declaratoria como área protegida de Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI).
“Luego de la declaratoria llevamos meses trabajando en la definición de cómo se va a trabajar en este territorio: qué podemos hacer y cómo”, indicó Ana Ligia Mora, directora de Corantioquia. Inicialmente, se empezarán a desarrollar proyectos en el marco del programa ‘Antioquia más viva’, que consiste en adecuaciones realizadas en zonas como el cerro Quitasol para permitir el disfrute y el conocimiento.
Por el turismo
En este marco se inscribe el proyecto del nuevo espacio verde, que tendrá dos miradores, torres para avistamiento de aves y acondicionamiento de 2,5 km del Camino ancestral Niquía Corrales para permitir una mejor apropiación: “queremos que los colombianos lo disfruten y recorran, porque esto es una gran aula ambiental y la única forma de proteger el territorio es conocerlo y saber sus potencialidades”, subrayó Mora.
La inversión en este nuevo espacio será de $973 millones, de los cuales Corantioquia aporta $720 millones y la alcaldía de Bello $253 millones. La idea es que este cerro, tanto los bellanitas como quienes lo observan desde sus automóviles cuando van por la autopista, puedan no solo apreciarlo a la distancia sino sentirlo como un ente vivo.
Así lo piensa el alcalde de Bello, Óscar Andrés Pérez, quien lo calificó como un lugar emblemático, “que posibilita el encuentro con la naturaleza”. Señaló que lo importante del disfrute del lugar es que se haga con espíritu de conservación de su fauna y flora y las especies que posee. (ver Para saber más).
“La invitación es a que los ciudadanos y turistas se apropien de él con conciencia de protección para un desarrollo sostenible”, advirtió.
Desde antes de la declaratoria las autoridades ambientales le habían puesto mano al lugar. En los últimos años, cuando se tomó conciencia de la necesidad de actuar contra le contaminación del territorio del Aburrá, el Quitasol estuvo en el foco de protección.
El Área Metropolitana es una de las entidades que más lo han intervenido. Su director, Juan David Palacio, expresó que este espacio ambiental no solo es valioso por sus especies sino también por el agua, entendiendo el norte del Aburrá y la subregión Norte de Antioquia como dos zonas que aportan cerca del 45 % del recurso hídrico necesario para la región metropolitana.
Por esta razón, en los últimos años la entidad ha realizado el mantenimiento de 234 hectáreas de reforestación y ha sembrado 182.500 árboles, más la construcción y mantenimiento de 13 mil metros de caminos cortafuego y más de 6.800 metros de cerco, con apoyo de la comunidad.
“Acá están muchos de los servicios ecosistémicos de nuestro territorio; tenerlo como área protegida es un aporte a lo social y lo ambiental, son espacios a los que también se les puede dar una destinación para actividades como el turismo”, subrayó.
Palacio recordó que en el cerro estuvo asentada la comunidad indígena Niquía, de la cual queda el camino ancestral Niquía Corrales (2,5 kms), visto como un patrimonio arqueológico del Aburrá.
El director del Instituto Humboldt, Hernando García Martínez, confirmó que acompañará este proceso velando porque sea también un territorio de aprendizaje científico.
“Acá pondremos toda nuestra capacidad técnica y científica, porque queremos que esta área sea emblemática de lo que son las áreas protegidas urbanas, diseñadas para conectar a la ciudadanía con la naturaleza y que se apropien de ella, que sea un espacio de ciencia participativa y se generen datos que ayuden a entender cómo la naturaleza hace parte del territorio”.
El Valle de Aburrá también tiene otras áreas protegidas como la de Recreación Piamonte (14.23 hectáreas); Recreación Parque Ecológico Cerro Nutibara (29.33 h); Parque Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador (107.13 h); el Cerro La Asomadera (26.63 h); la de Recreación Urbana Humedal El Trianón – La Heliodora (23.31 h); y el Humedal Ditaires (12.54 h)
6.888
hectáreas tiene esta reserva que abarca desde Bello hasta el municipio de Donmatías.
350
mil hectáreas en 19 áreas protegidas ha declarado la corporación Corantioquia.