La casa de Mario Velez no es como las de ahora: fachada blanca, doble garaje, dos pisos, cocina separada del comedor, cuadros de Jesucristo y estampitas de la virgen. Un jardín grande, como del tamaño de cuatro apartaestudios juntos, y bello: un arizá y un mango viejos e inmensos, anturios y orquídeas florecidas, pencas exageradas. Muros que parecen irrompibles. Sin vigilancia privada, al borde de una calle de El Portal, un barrio tradicional de Envigado, donde hasta hace poco los vecinos se conocían entre sí. Una zona plana, segura, con acceso a transporte público y a las vías principales, a centros comerciales, universidades, etc. Allí hay edificios recién construidos donde se venden apartamentos de $1.000 millones y se arriendan por $5 millones o $7 millones al mes sin mucho esfuerzo.
Hubo un tiempo donde Mario fue un hombre influyente, con un pie en el sector privado y otro en la política local. Fue buen amigo de Débora Arango, tiene libros y obras firmadas y dedicadas por ella. Hasta un retrato le hizo. En la sala, hay una foto de Mario posando al lado de Débora, del maestro Botero y de Juan Gómez Martínez. Mario es un coleccionista de música, tiene estanterías, cajones y maletines repletos de discos y grabaciones inéditas, también tocadiscos y parlantes viejos bien cuidados. Entre la casa y el patio hay un pequeño espacio con una mesa y dos sillas donde en las noches se sienta a tomar vino con su esposa mientras escuchan los discos, y uno viendo el paisaje y la música y escuchando a Mario le dan ganas de ser invitado, si no fuera porque la casa de Mario está a punto de caerse, o eso parece.
En las escaleras al segundo piso, en los baños, en las habitaciones principales, en el patio hay grietas por donde caben hasta dos dedos. Se expanden como una enredadera por todas partes, cruzan paredes, muros, muebles. En uno de los baños, en el segundo piso, casi hay que agacharse para entrar porque el techo ha cedido. En el piso hay desniveles. Al lado del espacio de las sillas y la mesa para tomar vino y escuchar boleros hay unos tacos metálicos recién puestos que sostienen el segundo piso porque se ha inclinado. La casa tiene 47 años de construida y, según Mario, la hicieron su padre y su hermano mayor que en su momento hicieron obras por todo Envigado, entre esas, la construcción de la iglesia de San José, emblemática en el municipio y en el departamento. Las grietas, los hundimientos y los crujidos del cemento empezaron, según él, hace poco más de un año, por cuenta de la construcción de un edificio nuevo de 12 pisos en la parte de atrás de la casa.
El edificio al que hace referencia Mario se llama Arco del Sur y fue construido por la constructora Las Vegas S.A, propiedad de Aníbal Gaviria (exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín) y sus hermanos y hermanas. Como representante legal de la compañía hasta el año pasado figuraba Juan Esteban Álvarez, el hombre de confianza de Gaviria para los negocios. Los precios de los apartamentos oscilan entre los $1.000 y $2.000 millones. Con ellos llevan Mario y otros vecinos un pleito de un año en la inspección de Policía del municipio.
De la constructora aseguran que durante la construcción de este edificio y de otro llamado La Punta, en el mismo barrio, “se presentaron algunos percances menores que, luego de evaluar las afectaciones, se determinó que algunos vecinos se vieron perjudicados en cierta medida”. Reconocen que a la hora de gestionar las actas de vecindad recibieron reclamaciones de seis vecinos (entre ellos Mario) quienes iniciaron un proceso ante la Inspección de Policía Urbana de Envigado. Dicen que hicieron los respectivos estudios de los daños y llegaron a acuerdos de pago con cuatro de los reclamantes, pero con dos de ellos, Mario y Guido Giraldo, no. La razón, aseguran, es que los resultados de los estudios técnicos especializados en patología de construcción “determinaron que las afectaciones reportadas en las viviendas no fueron ocasionadas por la edificación”.
Guido no vive en la casa que colinda con Arco del Sur, la tiene arrendada para un hogar geriátrico donde hay por lo menos una decena de habitaciones con igual número de ancianos. La zona recreativa es el garaje y el único patio al aire libre está totalmente hundido, dice Guido, desde la misma fecha de la construcción del edificio donde empezaron las grietas en la casa de Mario. En el geriátrico se desencajó todo: los tomas de luz, los marcos de las puertas y las ventanas ya no cazan. En la parte trasera, el muro del patio tiene una grieta de lado a lado, de por lo menos 10 metros, que Guido ha tenido que ir resanando de su propio bolsillo.
También de su propio bolsillo Mario y Guido han contratado estudios particulares que hacen diagnósticos opuestos al de la constructora. Aseguran que durante la construcción de los sótanos del edificio se alteró el nivel freático del suelo, lo que, por las condiciones del subsuelo del barrio, causó los daños. Un estudio realizado por la empresa Soil Ingeniería asegura que tras la construcción del edificio se generó una disminución de dos metros del nivel freático, pasando de 1 a 3 metros de profundidad desde el 2016 (antes de la obra) hasta 2024 (después de la obra). “La presencia de las fracturas diagonales en las paredes de la casa de Mario Vélez indican un proceso de asentamiento diferencial en el suelo, provocado por un abatimiento del nivel de aguas freáticas a partir de la conformación del sótano del edificio Arco del sur, que se encuentra a unos tres metros del nivel actual, para lo cual mantener los pisos secos se tuvo que proceder a construir filtros y hacer bombeos”, se lee en el informe. Otro estudio, hecho por otro ingeniero, asegura que el agrietamiento progresivo en los muros estructurales de la vivienda (Así escriben los ingenieros), “está poniendo en riesgo a las personas que habitan en la vivienda, de no atenderse de anera prioritaria dicho fenómeno”.
Una de las hipótesis que la constructora le dio en algún momento a Mario es que las raíces de los árboles inmensos y viejos estaban causando los daños. Entonces Mario tuvo que cavar un hueco alrededor de su casa para demostrar que por ahí no pasaba ninguna raíz.
Las Vegas S.A le entregó una cotización a Guido por $7,5 millones más la nivelación del suelo, pero este dice que con esto no le alcanza. Sobre Mario, la constructora dice que ha recibido cotizaciones “exorbitantes, con conceptos salidos de todo contexto”. Pero, Mario y Guido no son los únicos que han tenido problemas para llegar a un acuerdo. Javier, otro vecino del barrio afectado por la construcción y con quien hace pocos meses, después de años de reclamaciones, llegaron a un acuerdo, se queja también del trato que recibió de la compañía. Dice que duró dos años mandando cartas de su puño y letra para que le pagaran $600.000 por unos daños de pintura y jardinería que le hicieron en su casa. Armó una carpeta inmensa llena de documentos, estudios y pruebas, fue a todas las audiencias donde, según cuenta, le mandaban profesionales diferentes cada vez y él tenía que volver a explicar todo desde cero. Al final le hicieron una cotización por un valor cercano a los $10 millones, pero al final le ofrecieron $20 millones. Los tomó porque estaba cansado de pelear, pero pidió que le explicaran el porqué de ese salto en la oferta. Dice que sigue esperando la respuesta.
Finalmente, desde la Oficina de Planeación de Envigado responden que el proceso en la inspección de Policía está en la etapa procesal y que todavía no se ha tomado una decisión “por lo cual no se pueden afirmar las causas de dichos prejuicios”. Y agregan que, con las evaluaciones que hicieron a mediados del 2024 (hace casi un año) pueden determinar que “aún es seguro para las personas permanecer en sus viviendas”. ¿Están seguros?