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Donando 4 dólares puede ayudar a Franco a mantener su fundación de perros y gatos

En la guerra y en el amor los animales han estado con este hombre, por eso, ha dedicado su vida a cuidarlos y quiere seguir haciéndolo.

  • Franco tiene en este momento 200 perros en la fundación. FOTO Manuel Saldarriaga
    Franco tiene en este momento 200 perros en la fundación. FOTO Manuel Saldarriaga
  • Franco Ripoll lleva muchos años protegiendo animales, foto de 2011. FOTO Juan Antonio Sánchez
    Franco Ripoll lleva muchos años protegiendo animales, foto de 2011. FOTO Juan Antonio Sánchez
  • Este es el logo que Franco Ripoll creó para su fundación.
    Este es el logo que Franco Ripoll creó para su fundación.
26 de mayo de 2023
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Los recuerdos que más le importan a Franco Angelo Ripoll, a sus 64 años, están marcados por animales. Rememora anécdotas, algunas trágicas en exceso, con la certeza de que estará acompañado hasta la muerte por esos seres que lo han salvado tanto como él a ellos. No sabe con exactitud cuándo proteger a los animales se volvió su propósito: dice que ha rescatado más de 3.500 en toda su vida. Ahora, necesita la solidaridad de la gente para sacar adelante un emprendimiento, recoger dinero y mantener su fundación.

Franco nació con autismo cuando no era una condición muy conocida. Su comportamiento y forma de pensar eran extraños para los demás. Su mundo era una pintura a blanco y negro, habitado por una madre dura y unos hermanos distantes. Para los colores estaban los animales: perros, gatos, caballos, patos, pollitos, renacuajos despertaban su curiosidad y alegría. Después fue amor.

El sentimiento lo heredó del abuelo materno, hombre culto, bueno, estricto, que hablaba tres idiomas y le inculcó la lectura y la música clásica. Le dio los genes paisas (tenía ascendencia italiana por parte del padre).

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Era chalán y adiestrador de caballos, por lo cual se codeaba con hacendados y finqueros que lo contrataban por todo el país. Franco lo siguió a Bogotá cuando era adolescente. Allí terminó el bachillerato; luego estudió licenciatura en artes plásticas, en el Atlántico. Se convirtió en maestro, se casó y tuvo hijos.

Vivía una vida próspera con su familia, en Mutatá, Urabá antioqueño. Cuando tenía 42 años, 22 al servicio de la docencia, tenía 37 hectáreas de tierra, 98 reses, 5 empleados para la cosecha de plátano, 12 perros, pavos, patos y gansos. En el año 2000, Franco y su esposa estaban en una celebración, en la finca del compadre, a 40 minutos a caballo de la suya. En la casa se quedaron sus dos hijos mayores, Conrad (21 años) y Efrén (19 años), con la esposa y los gemelos bebés de este último.

La sombra de los animales

Franco soñó que sus 12 perros ladraban sin parar, lo sintió como una pesadilla que hoy considera premonición. Partió de nuevo a casa, con su esposa y otros tres hijos. Por el camino vio un montón de gente que salía en bestias y a pie con los corotos. Cuando llegó, supo que a Conrad y Efrén se los llevaron los paramilitares. Como se negaron a torturar y matar gente, los asesinaron y aparecieron cerca del río, entre 16 cuerpos. El resto de la familia tuvo que huir.

Camino a la escuela donde les dieron refugio, Franco iba con tres gatos y los ocho perros que los paramilitares no mataron. Pero en el resguardo había tanta gente hacinada que no le permitieron los animales. “Quédate con los muchachos, yo me quedo en el parque y hago un cambuche con los perros”, le dijo a su esposa. Días después, les dijeron que los enviarían en vuelos hacia Medellín. “Los perros no pueden ir”, le explicaron. “Vete con los muchachos, que yo me voy con mis ocho perros y mis tres gatos en autostop”.

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En la capital antioqueña, tras el reintegro familiar, un amigo le ofreció cuidar una finca que fue de Pablo Escobar y estaba en extinción de dominio, en La Frontera, entre Medellín y Envigado. El lote lo sedujo, le metió mano y lo volvió un hogar. La gente lo fue conociendo porque empezó a rescatar y cuidar perros y gatos, tal como lo recuerda Alfonso Parra, quien hoy conserva una floristería en La Frontera. Los cojos, hambrientos, maltratados, abandonados, mugrientos y pulgosos tenían un espacio allí. También salvó pájaros y zarigüeyas.

Pero mantener los animales implicaba muchos gastos, por lo cual decidió crear una fundación que llamó El Chalet de Snoopy. Siguió rescatando animales y acudía a veterinarias para que los más graves fueran atendidos barato, gratis o fiado. Hoy tiene créditos en seis veterinarias, donde los procedimientos le salen a mitad de precio.

Cada año, más perros. Casi lo mata el dolor cuando, en 2008, envenenaron a 20. Desde 2009, empezó a cuidar, de forma simultánea, la mansión Montecasino, que fue de los Castaño, también en La Frontera. Ambos terrenos los vigiló hasta 2011. Con la liquidación montó una empresa de jardinería con su hijo Fabricio y seguía dedicado a la fundación. Dio varios animales en adopción. El año antepasado, Fabricio falleció en un accidente de tránsito. Por cosas de la vida y papeleo, Franco perdió la empresa de jardinería y quedó solo con la pensión.

Gran parte la invierte en los animales. Hoy atraviesa una dificultad económica que tiene en vilo la fundación, pero, por eso, pide la ayuda de todo el que se quiera sumar. De lo que salvó de la microempresa invirtió en un lote en Santa Bárbara, Suroeste antioqueño, para construir la sede de la fundación, que se sueña con módulos grandes, unidad veterinaria y espacios para unos 800 animales.

Franco Ripoll lleva muchos años protegiendo animales, foto de 2011. FOTO Juan Antonio Sánchez
Franco Ripoll lleva muchos años protegiendo animales, foto de 2011. FOTO Juan Antonio Sánchez

Su fundación dejó de ser El chalet de Snoopy y pasó a llamarse Fundación Paraízoo Distrito de Peludos y está a punto de terminar todos los trámites legales de constitución. Para conseguir el dinero que le permita habilitarla y mantenerla, ideó un emprendimiento: crear el Centro de Formación y Capacitación para Paseadores de Perros. La idea es que los asistentes caninos se capaciten con los 200 perros de la fundación.

En principio, estarían en Envigado, Bello, Sabaneta, El Poblado y Laureles.

Franco cree que no pierde nada con convocar la solidaridad de famosos como “Maluma, J. Balvin, Carlos Vives, Yeferson Cossio, Sebastián Yatra y Manuel Turizo, entre otros artistas”, para que se sumen con apoyo, así sea dando a conocer su historia. El mismo favor se lo pide al concejal animalista Juan Ramón Jiménez Lara. Pero también cree que pueden sumarse todos, regando la voz.

Franco no abandonará a los perros y gatos, porque dice que ellos lo han ayudado a soportar la muerte de sus hijos, el horror de la guerra y la pérdida del arraigo y de la tierra.

¿Cómo puede ayudar?

Este es el logo que Franco Ripoll creó para su fundación.
Este es el logo que Franco Ripoll creó para su fundación.

Franco creó la campaña “Dona 4 dólares por un peludo”, que planea lanzar en redes sociales y el sitio web de Paraízoo Distrito de Peludos. Desde ese día, la gente encontrará en la página la personería jurídica de la fundación y el número de la cuenta corriente para recibir donaciones y así iniciar el emprendimiento y obtener dinero para habilitar el refugio de Santa Bárbara, donde desea tener una red de voluntarios, entre veterinarios: “No solo vamos a atender a los perros de la fundación, vamos a abrir las puertas a toda la gente que tenga su mascota enferma”. Si quiere ayudar a Franco, puede comunicarse con él al 313 598 5564.

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