El pasado 14 de febrero, un sábado, la Fiscalía y la Policía hicieron un operativo para capturar a Ferney de Jesús Cardona, alias Solla, acusado de narcotráfico y de lavado de activos para el Clan del Golfo en Urabá y Medellín.
El procedimiento incluyó cinco allanamientos simultáneos que llevaron a la captura de otras seis personas que, según los investigadores judiciales, hacen parte de la red delincuencial de Solla, nacido en Apartadó hace 43 años. En esos allanamientos capturaron a Juan Salazar, acusado de ser el contador de Solla; a Luis Molina, quien supuestamente le maneja unas empresas fantasma en Urabá donde lavan plata; a Luz Arboleda, a quien acusan de lavado de activos a través de la adquisición de predios; a Victoria Bello, madre de Solla; a Diana Reyes, la mujer de Solla; y a María Luisa Botero, a quien acusan de enriquecimiento ilícito por supuestamente prestarse para lavar la plata de Solla, que en sociedad se presentaba como un ganadero y comerciante.
Según las autoridades y de acuerdo con el testimonio de alias Candado, condenado en 2021 por liderar la red de narcotráfico del Clan del Golfo desde el 2012, Solla se dedica supuestamente al tráfico de unas cinco toneladas mensuales de estupefacientes desde Urabá hacia Europa y Centroamérica, y oculta sus rentas en actividades lícitas como la ganadería, la agricultura, jugadores de fútbol y presuntas empresas de papel.
La captura de Cardona y su círculo se reseñó en las noticias en su momento y del tema no se había vuelto a hablar hasta esta semana, cuando se supo que Maria Luisa Botero, Lulu, era la hija de Andrés Botero, un deportista de élite (por su rendimiento y por el tipo de deportes que practicó, como el esquí naútico y la equitación) que luego se convirtió en dirigente deportivo también de élite: fue director del Comité Olímpico Colombiano, de Coldeportes y presidente de Atlético Nacional.
Lulú, de ascendencia francesa, británica, deportiva y política se educó en los mejores colegios de la ciudad. Deportista acuática como su padre, estudió con una beca diseño de interiores en Estados Unidos. Regresó a Colombia y formó una familia con el comerciante y ganadero Álvaro José Benoit (clave en la historia). Juntos montaron Rancho Apalache, una escuela de vaquería y criadero de caballos que primero tuvo sede en Pereira, luego en Honda y hasta el 24 de febrero pasado funcionó en la Vereda Perico, entre Envigado y Santa Elena. Botero, campeona mundial del concurso de la Mujer Vaquera en Villavicencio en 2016, se encargaba de dar las clases y Benoit, de las finanzas y la logística.
En Rancho Apalache estaba Botero el sábado en que la capturaron. Para sorpresa de la Policía Judicial allá mismo se encontraron a Diana Reyes, la mujer de Solla, a quien, según dijeron en la audiencia de legalización de captura, no iban a buscar, aunque si tenía orden de captura, al igual que Botero.
La razón de la captura de Botero, dice la Fiscalía, es que al parecer ella asume en papeles la propiedad de los inmuebles de Benoit (su pareja), quien supuestamente es un testaferro cercano y de confianza de Solla. De hecho, entre las pruebas presentadas por la Fiscalía en la audiencia de imputación de cargos, la mayoría de los audios y de las pruebas muestran una relación cercana entre Benoit y Solla, pero no entre Botero y el presunto narco. La razón por la cual la que terminó capturada y, de momento en detención domiciliaria, fue Botero y no Benoit es porque este último hizo parte de la lista Clinton (donde las autoridades de Estados Unidos ponen a las personas y empresas que tienen alguna relación con el narcotráfico o el lavado de activos) entre 2007 y 2012 y desde entonces no tiene propiedades ni cuentas bancarias a su nombre, por lo que todas sus transacciones y compras se hacen a través de las cuentas de Botero, cuya versión de los hechos es diferente.
Según ella, ambos se conocieron con Ferney de Jesús Cardona, alias Solla, y su esposa, Diana Reyes, en 2019 porque los hijos de estos empezaron a ir a la academia de vaquería. Esa es la relación que dicen tener: profesor de vaquería y familia de alumno. Según la defensa de Botero, como Solla se presentó como un ganadero, hizo buena relación con Benoit y de ahí que comenzaran a hablar del tema y a encontrarse en algunos espacios como subastas ganaderas. Pero nada más que eso, aseguran.
Para probar la cercanía entre la pareja Botero-Benoit y Cardona-Reyes, la Fiscalía presentó una serie de audios producto de interceptaciones a los celulares de Solla, Botero y Benoit que empezaron a comienzos de 2022 y terminaron apenas en enero de este año, lo que da cuenta de que la investigación viene de hace rato.
En uno de los audios, de febrero del 2023, se escucha a Lulú hablando con Jack, quien al parecer es el padre de otro de los alumnos de la escuela. Lulú le dice que tiene algunos problemas con las pesebreras del rancho porque varias personas han decidido sacar sus caballos a lo que Jack le responde que “cuando tengan problemas deben decir que eso lo dijo Ferney Cardona, que son una familia”. Según la defensa de Botero, ese fue un audio sacado de contexto en el que el tono era jocoso y hacía referencia a la unión que había entre los miembros de la vaquería. Son varios los audios donde Botero hace referencia a la difícil situación económica por la que supuestamente atravesaba la empresa desde tiempo atrás.
De hecho, en una interceptación al celular de Benoit de agosto del 2022 se le escucha a este hablar con Yuli, quien sería su contadora. Benoit le pide una cita urgente porque según él está produciendo mucho sin ver resultados, a lo que ella le responde que para tener un informe este debe entregarle más información porque, dice ella en el audio, “sabemos que existe una realidad diferente porque usted tiene otros gastos adicionales que nosotros no estamos incluyendo y otros ingresos adicionales que no estamos incluyendo”.
El que es tal vez el audio más comprometedor de la cercanía entre las dos familias es del 23 de septiembre del 2023. A pesar de que es una interceptación al celular de Benoit, la voz que se escucha no es la suya sino la Solla. Al otro lado de la línea contesta un tal Henry que le dice a Solla que “baje pronto” (a Medellín) para informarle de un “cambalache” que hicieron de una finca y un lote entre Medellín y La Ceja. La Fiscalía además agregó una fotografía de octubre de 2023 en la que se ve a las dos parejas departiendo en una feria ganadera en Chigorodó, Urabá antioqueño.
Por todo lo anterior, para la Fiscalía existe una relación más íntima que la mera cordialidad entre un profesor y la familia de su alumno, entre los Botero y los Cardona.
No obstante, las evidencias que la Fiscalía ha mostrado hasta ahora no parecen tan sólidas para probar que Botero y su pareja se han enriquecido injustificadamente o han aumentado de manera importante su patrimonio desde que conocieron a Solla.
Los investigadores indagaron en las finanzas de Botero (y por ende en las de Benoit) entre 2010 y 2022 y encontraron ingresos por poco más de $4.500 millones, es decir un promedio de $346 millones anuales o $28 millones de pesos mensuales, una cifra que para la defensa de Botero no resulta llamativa cuando cada clase de una hora de vaquería cuesta $120.000 y el alquiler de una pesebrera al mes cuesta más de $1.000.000. La Fiscalía también le puso la lupa a su patrimonio y determinó que durante los 13 años en cuestión, Botero compró tres inmuebles, dos muebles y 33 semovientes (animales). Sin embargo, ninguna de las compras de los inmuebles ocurrió después del 2018, es decir que no aparece que haya comprado nada desde la fecha en que ella asegura haber conocido a Solla. La acusación más fuerte del Fiscal es que, comparando lo que Botero presentó en cada declaración de renta entre 2010 y 2022 con todos los movimientos de sus cuentas bancarias, los valores de venta de sus activos, hay $3.413 millones que no cuadran. Sin embargo, un par de contadores y revisores fiscales consultados coinciden en que no todos los movimientos de una cuenta bancaria representan ingresos en la declaración de renta, así como tampoco lo es la venta de un activo, pues con el dinero producto de esa venta puede comprarse otro directamente o pagarse una deuda, de manera que este no queda registrado como un ingreso.
Sin embargo, hay años donde la información de la declaración de renta llama la atención, pero no por los altos montos, sino por lo bajos. Por ejemplo, entre 2013 y 2016, Botero registró ingresos anuales que rondaban los $30 millones. Eso es $2.5 millones al mes para dos personas de clase alta en Medellín, pues recordemos que todos los ingresos de su esposo iban a su cuenta. En el 2016, Lulú declaró $31 millones en ingresos pero por sus cuentas bancarias pasaron $433 millones. A partir del 2016, los ingresos declarados de Botero aumentaron, pero no de manera exponencial: en el 2017 fueron de $120 millones, en el 2020 de $151 y en el 2022 saltaron a $288. El problema, insiste la Fiscalía, es la diferencia entre lo declarado y lo que pasó por las cuentas. Esos más de $3.000 millones son los que la tienen en el ojo del huracán. “Entre 2010 y 2022 la renta líquida de ella ha aumentado $290 millones, ¿a usted eso le parece números de alguien que supuestamente es testaferro de un narcotraficante”, concluye la defensa de Botero.