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La historia del hombre que pasó de ser una víctima del conflicto a ser el primer doctor del ITM de Medellín

Roger Martinez Ciro logró convertirse en un destacado académico en Medellín.

  • El profesor Roger Martínez es oriundo del municipio de San Francisco, en el oriente. FOTO Imagen tomada de internet
    El profesor Roger Martínez es oriundo del municipio de San Francisco, en el oriente. FOTO Imagen tomada de internet
  • El doctor Roger en el campus del ITM en el barrio Boston. FOTO: Jaime Pérez.
    El doctor Roger en el campus del ITM en el barrio Boston. FOTO: Jaime Pérez.
25 de junio de 2023
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En un país al que a cualquier político de ‘mediopelo’ o personaje con cierto poder se le dice “doctor” –sin que tengan tal distinción– es por lo menos curioso que un hombre que tiene un título universitario que lo acredita como tal le rehúya a esa denominación.

La explicación que da Roger Alexander Martínez Ciro es muy sencilla: “Quiero que la gente me siga viendo como la misma persona con la que siempre han hablado y que les ha reparado sus aparatos. No quiero que me vean como alguien distante”, apunta el docente, oriundo del municipio de San Francisco, oriente antioqueño, quien se convirtió en el primer doctor en ingeniería de la institución universitaria ITM de Medellín, en sus 32 años como establecimiento de educación superior.

La vida del doctor Martínez es la de un hombre sencillo y tranquilo que desborda optimismo y que da cuenta de como escuchar, aprovechar las oportunidades y seguir los trazos de la vocación sin olvidar su origen pueden ser la clave para llegar lejos.

Roger Martínez nació hace 36 años en una familia campesina de seis hijos, oriunda de la vereda San Isidro. Tal vez su destino habría sido el de un labriego más, pero la guerra que se ensañó contra San Francisco en la primera década del siglo XXI desencadenó cambios trascendentales en su vida.

“Estábamos rodeados de Ejército, guerrilla y ‘paras’ y por eso los operativos nos obligaron a salir desplazados al casco urbano. Allá llegamos adonde amigos y familiares que nos dieron posada”, comentó Martínez, cuyo rostro todavía refleja tristeza por el recuerdo del conflicto.

En medio de esa situación, Martínez tuvo la oportunidad de seguir estudiando en el colegio de San Francisco. Mientras cursaba el grado 10° se puso a manejar una volqueta para aportar dinero en su casa, por lo que descuidó el colegio. “Yo sabía que si no iba a estudiar lo lógico era perder el año, cosa que sucedió. Entonces una de las cosas que más aprendí de eso fue a tomar decisiones y responsabilidades”, explicó.

Sin embargo, lo que cambió la percepción de Roger fue una simple pregunta que le hizo un familiar a sus 16 años. “Me preguntó: ‘¿Se va quedar toda la vida trabajando en la volqueta?’. Y la verdad eso me puso a pensar bastante porque yo no me veía ahí. Y aunque perdí el año, decidí dedicarme de lleno a los estudios porque vi que la educación es una llave a muchas puertas”, agregó.

En 2005, gracias al apoyo de su tía Margarita Martínez, pudo establecerse en el barrio Prado de Medellín y terminar sus estudios de bachillerato. Fue por esos días que Roger se topó por pura casualidad con un artículo sobre electrónica. “Yo ni sabía qué era eso, pero me llamaba mucho la atención y eso me cambió la vida. Al terminarlo me dije que si en algún momento tenía la oportunidad estudiaría eso”, agregó.

El doctor Roger en el campus del ITM en el barrio Boston. FOTO: Jaime Pérez.
El doctor Roger en el campus del ITM en el barrio Boston. FOTO: Jaime Pérez.

Esa oportunidad le llegó en 2006 cuando ingresó a un instituto técnico de la Avenida Oriental a estudiar reparación electrónica y que según él le “encantó”, pues así se pudo sostener haciendo reparaciones de electrodomésticos, las cuales muchas veces realizaba para la gente de San Francisco.

Tras cuatro años en los que estuvo estudiando en el Instituto Pascual Bravo, de la mano de la profesora Nubia Giraldo, en 2010 Martínez pasó a estudiar Tecnología en Telecomunicaciones en el ITM, algo que él considera la mejor decisión que ha tomado.

“Allí conocí un profesor de acá del ITM que se llama Francisco López, que ha sido mi mentor, él que me ha orientado a la docencia y a la investigación y el que me impulsó a que cuando terminara la tecnología (en 2013) arrancara la ingeniería en telecomunicaciones, la cual pude acabar en 2015 aprovechando la modalidad de ciclos propedéuticos”, apuntó.

Aunque Martínez lo cuenta como si fuera el asunto más normal del mundo, con humildad admite que tres años después obtuvo su maestría becado y con una calificación casi perfecta, lo que le abrió el campo a la docencia en el ITM.

En 2019, el ahora profesor Roger, decidió hacer un doctorado en Ingeniería en la Universidad de Antioquia. Su sorpresa fue mayor, pues en el examen de admisión sacó una calificación de 99.8 sobre 100 tal vez “pelándose” en una sola pregunta. Sin embargo, desisitó de iniciar sus estudios allí pues la oferta que le hizo la U. de A. —que incluía una beca y una pasantía— lo obligaba a dejar su vínculo con el ITM, lo que por lealtad rechazó.

“Preferí esperar a que se habilitara el doctorado acá. A esa primera convocatoria de 2019 nos presentamos cinco estudiantes. Y de esos, por cosas de la vida, el único que lo terminé en el tiempo estipulado fui yo. Así me convertí en 2023 en el primer doctor en ingeniería del ITM”, relata Martínez sin ningún tono de alarde, a pesar de que la recta final de semejante logro académico la superó en plena pandemia y mientras se estrenaba en su nuevo rol de papá de la pequeña Salomé.

El doctor Martínez reconoce que durante sus últimos años de estudio pensaba mucho en su esposa Diana Morales, quien también tiene una historia de vida similar, “aunque la de ella es mucho más dura” (ver para saber más).

“A ella y a mí nos toca demostrar lo que podemos hacer sin importar de dónde vengamos y en qué condiciones nos encontremos, porque para quien tenga todos los privilegios es muy fácil hacer una maestría o un doctorado, pero para uno que viene del campo, donde la educación es de difícil acceso, todo es más duro. Con mi historia espero demostrar que hay muchas oportunidades de seguir adelante si es lo que uno quiere”, agregó.

El doctor Roger se dedica ahora de lleno a la docencia y aunque tiene en la mira un posdoctorado quiere disfrutar un poco de la cercanía con los estudiantes, no solo del ITM, sino de otras instituciones de la ciudad y de su municipio a los que inspira con la historia de como un campesino desplazado terminó convirtiéndose en uno de los académicos más importantes de una universidad de Medellín. Y también destina tiempo para volver cada tanto a San Francisco a arreglar los aparatos de sus vecinos.

“Los muchachos me dicen ‘tenemos condiciones muy difíciles, pero si usted pudo salir adelante tal vez nosotros también’, o sea, son pelados que se van proyectando desde ya porque muchas veces al salir del colegio le siguen el cuento a un familiar que les dice ‘estudie lo que dé plata’, pero mi mensaje es: primero encuentren algo que les apasione, y cuando hallen eso, busquen herramientas para poder realizarlo. Así es que se puede encontrar el éxito”.

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