La elección de los alcaldes metropolitanos dejó pocas sorpresas. En Itagüí y Envigado, municipios con dueño, las hegemonías ganaron fácil. Diego Torres se impuso en Itagüí y prolongó el dominio de Carlos Trujillo cuatro años más para cumplir un total de 16 años de predominio sin fisuras. Pero nada comparado con el más de medio siglo que cumplirá el feudo liberal en Envigado gracias al triunfo de Raúl Cardona, un viejo conocido que gobernó entre 2015 y 2018 y que pese a sus enredos con la justicia ganó con relativa holgura.
En Bello también ganó el caballo del comisario. Lorena González Ospina, quien en una movida polémica se quedó con el aval del Centro Democrático, se convirtió en la primera alcaldesa del municipio en 12 años.
Le puede interesar: Jaime Andrés Beltrán, el “Bukele” santandereano, ganó la Alcaldía de Bucaramanga
También operó la maquinaria en Caldas para ungir a Jorge Mario Rendón Vélez, más conocido como el Profe Piolo, quien en su tercer intento logró por fin quedarse con el cargo. En una maniobra orquestada en Bogotá, Rendón se quedó con el aval del partido Liberal por orden de César Gaviria, lo que dejó al concejal Santiago Fernández viendo un chispero. A la maquinaria liberal, el Profe le sumó la de Cambio Radical y así aseguró el triunfo.
Donde sí se descarriló la maquinaria tradicional fue en La Estrella. Allí, una mujer que hasta hace dos semanas tenía muerta su candidatura, se quedó con la elección más cerrada de todo el Valle de Aburrá y le propinó un batacazo a Juan Diego Echavarría y a Julián Bedoya, los grandes barones electorales del municipio, que se encargaron durante años de poner alcaldes y dominar a placer el poder local.
En Sabaneta el continuismo también ganó. Alder Cruz se impuso al exalcalde Iván Montoya a quien no le valió de nada armar un matrimonio con el uribista Daniel Galeano.
En Girardota se descarriló el candidato del alcalde. En la guerra de “todos contra el primo”, Kevin Bernal salió victorioso y se impuso al ungido por el alcalde y las fuerzas políticas dominantes del municipio, que era Juan Ignacio Torres, primo del actual alcalde.
En Copacabana el que salió airoso de un ambiente de desgano y decepción política fue Johnnatan Andrés Pineda Agudelo, uno de los candidatos más jóvenes en la contienda de este municipio, que dejó atrás a Jesús Aníbal Díaz Montoya, quien tenía a sus espaldas una poderosa coalición conformada por los partido Liberal, Conservador, Centro Democrático, La U, Cambio Radical y Alianza Social Independiente (ASI).
En cuanto a Barbosa, podría decirse que la cosa quedó en tablas. El continuismo representado por Víctor Graciano perdió el pulso ante Juan David Rojas que tenía una importante maquinaria del Partido Conservador, Liberal, Verde, Autoridades Indígenas de Colombia (Aico), Gente en Movimiento y Colombia Renaciente.
Los detalles de la elección
Quizás el hecho más relevante de la jornada fue la elección de Liliana Ramírez en La Estrella. Liliana se impuso con 11.541 votos, solo 10 votos por encima de Carlos Mario Gutiérrez Arrubla, el protegido y amigo personal del alcalde Juan Sebastián Abad.
Liliana pasó en dos semanas de estar por fuera de la carrera tras el reversazo del CNE que a finales de septiembre había revocado su candidatura por un tecnicismo al considerar que Ramírez no había renunciado a tiempo a su cargo como personera para lanzar su aspiración.
Lea también: Seis claves que dejó la aplastante victoria de Federico Gutiérrez a la Alcaldía de Medellín
A Liliana le “echaron el muerto” durante toda la campaña asociándola a su primo Daniel Quintero y calificándola como petrista. Sin embargo, una y otra vez negó estar en esta orilla y a última hora, para sacudirse de una vez por todas de ese sambenito, anunció su apoyo a Andrés Julián Rendón. La apuesta le salió porque venció en el feudo del senador Juan Diego Echavarría y de Julián Bedoya, grandes perdedores de la jornada.
Hablando de Echavarría, el poderoso senador liberal recibió otro golpe en Caldas, donde confiaba mantener su influencia con una de las movidas más polémicas en las campañas metropolitanas. El ungido por el senador era el concejal Santiago Fernández, pero a horas del cierre de inscripciones desde el directorio Liberal en Bogotá dieron la orden de entregarle el aval a Jorge Mario Rendón, lo que automáticamente dejaba a Fernández en riesgo de doble militancia si buscaba otro aval de urgencia. La solución fue poner al frente a su esposa, María Alejandra Giraldo, quien recibió el apoyo del ASI y en campaña se dejó ver en el Congreso reunidos con altos funcionarios del Gobierno intentando enviar el mensaje de que, de su mano, al municipio llegaría la inversión del Gobierno Nacional. Pero no valió: Giraldo quedó en tercer lugar.
Otro poderoso barón electoral liberal, Jhon Jairo Roldán, quien también camina por las toldas de Renovación, el matiz que lidera Julián Bedoya, también puede contar esta jornada entre sus derrotas. Resulta que Roldán, uno de los amos y señores de la política del norte del Valle de Aburrá, le había apostado a Juan Ignacio Torres, en Girardota y a Néstor Restrepo en Bello. A ambos solo les alcanzó para escoltar a los ganadores: Kevin Bernal y Lorena González, respectivamente.
Por otro lado, los gamonales que sí sonrieron en esta elección son Carlos Trujillo y Héctor Londoño. La tenían fácil. Trujillo había confiado la prolongación de su dinastía en Itagüí en manos de Diego Torres, un pupilo obediente que entró en su radar desde hace varios años, hizo sus primeros pinos en la Fiscalía y en 2020 aterrizó en la alcaldía de José Fernando Escobar, como secretario de Gobierno.
La estrategia utilizada para asegurar la cuarta alcaldía trujillista fue la misma: una campaña engrasada completamente por la estructura de la alcaldía lo que terminó asfixiando la posibilidad de crecimiento de sus oponentes en el municipio. Esta vez la principal víctima fue León Mario Bedoya, el propio que en su momento gobernó bajo el influjo trujillista.
“Ganó Itagüí, ganó un proyecto de ciudad que cree en la familia, la inversión social, la seguridad y el desarrollo empresarial, ganó el equipo que cumple, el equipo que transformó a Itagüí, el equipo que nos devolvió la esperanza”, dijo pletórico, abrazado a su padrino político.
En Envigado también pasó lo previsible. Raúl Cardona se convirtió nuevamente en alcalde sin ningún contratiempo. Su elección se dio casi por sentada desde el momento en el que el grupo del patriarca Héctor Londoño anunció el nombre de la persona que continuaría con el dominio liberal.
El único sobresalto que tuvo Cardona en campaña fue una denuncia durante esta última semana por parte de funcionarios de la Alcaldía que señalaron que al interior de la administración habían repartido propaganda del exalcalde en la que se prometía hasta préstamos flexibles para funcionarios públicos y todo tipo de gabelas de llegar otra vez a la alcaldía. La administración de Braulio Espinosa hizo la vista gorda con la denuncia y el asunto quedó ahí. Todo quedó en familia.
Hubo una derrota general en la jornada. Hubo disminución en la participación de la ciudadanía en varios municipios, una señal inequívoca del desencanto con su clase política. La disminución fue en la convocatoria ocurrió en Barbosa, Bello y Girardota.
En otros municipios como Envigado aumentó levemente la participación. Pasó del 48% al 51%. De todas maneras la participación no fue satisfactoria en líneas generales. Esto, sumado a la decisión en cinco municipios de cerrarle la puerta al continuismo, son claras señales de que el camino va torcido en el Valle de Aburrá y de que es urgente dar un timonazo.