La apacible tierra de La Ceja está por estos días convulsionada y la razón es una explotación minera para extraer roca pulverizable que está en ciernes en los límites con el municipio de La Unión.
Justamente para este miércoles fue citada por Cornare (Corporación Autónoma Regional de las cuencas de los ríos Negro y Nare) una audiencia pública con el fin de poner
sobre la mesa los argumentos de quienes enarbolan el proyecto como la respuesta a una necesidad sentida y quienes se oponen por considerar que si se llega a materializar, la cantera transformará, para mal, la vida del sector y de una amplia zona de influencia.
La expectativa alrededor del tema es tanta que para la diligencia que comienza a las 9 a.m., en el teatro municipal de La Ceja, se inscribieron 60 personas que quieren hablar, es decir que está asegurada una jornada de por lo menos todo un día.
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El área donde hay mayor prevención porque recibirían el impacto de manera más directa corresponde a las veredas Lomitas, en La Ceja, y Pantalio, de La Unión, pero también se han alertado otros sectores comunitarios con cobertura municipal, como la Mesa Ambiental y el Consejo Territorial de Planeación, por el daño que según ellos se ocasionará a los ecosistemas naturales y a varias fuentes de agua. Así mismo, avizoran que se alteraría la tranquilidad en un área que hoy día está rodeada de bosques y habitada de variedad de animales y flora.
De hecho, una amplia zona aledaña, mejor dicho la cuchilla ubicada entre La Ceja, El Retiro y El Carmen de Viboral fue declarada en 2015 como Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) por su valor estratégico para conservar el recurso hídrico y la biodiversidad. Por allí, según Rafael Molina, presidente del comité de vecinos que se creó para oponerse a la explotación del yacimiento mineral, hay árboles en riesgo de extinción y viven muchos pájaros, anfibios y mamíferos como los osos perezosos.
Solo que tres años antes, los propietarios del terreno donde se haría este desarrollo minero habían tramitado un título para sacar arenas naturales y gravas, y lo hicieron valer con el fin de que los excluyeran del perimetro de protección. Comenzaron a tramitar la licencia ambiental ante Cornare en agosto de 2023, a nombre de Gravas La Colina, pero más tardaron en presentar los papeles que la comunidad en manifestar su oposición; el primer paso fue hacerse parte en el proceso y pedir la audiencia que se hace este 15 de mayo, con lo cual los trámites para la aprobación del permiso de la autoridad ambiental se debían congelar mientras tanto.
“Un DRMI se decreta porque una zona es estratégica y lo paradójico es que porque hay un título anterior al decreto sacan el terreno de ahí, como si fuera el decreto lo que vuelve estratégica la zona, y es al contrario”, protesta Molina, quien a renglón seguido y con su vecino Mario Gómez hace un listado de las que consideran serán las afectaciones, empezando por los efectos en el paisaje, la flora y la fauna.
Molina llegó a Lomitas hace 9 años y Gómez, hace mucho más, unos 15 años, buscando una vida relajada en el campo. Ambos viven con sus familias en la parcelación La Pastora, que queda a unos 700 metros del yacimiento en cuestión. Dicen que desde entonces han visto consumirse ese santuario natural por las construcciones, los cultivos de flores que generan contaminación y por otra cantera cercana que ahora toman como un espejo que refleja lo que, según ellos, puede ocurrir con una segunda mina activa. Mencionan los martillos neumáticos gigantes produciendo vibración, la onda expansiva de las explosiones que retumba en el suelo, las retroexcavadoras y las volquetas que entran y salen para recoger el material. Prácticamente las dos minas quedarían ahora equidistantes y ellos atrapados, según afirman.
“En ese lote hay nacimientos y corrientes de agua, y de ahí alimentan cultivos de flores y de aguacate, lo mismo que lecherías, parcelaciones y más de 5.000 personas que viven en Lomitas”, según Molina.
Y Gómez complementa hablando del gran auge de construcción que vive La Ceja, por lo que ese crecimiento del municipio estaría en vilo al requerir ampliar las fuentes para los servicios públicos, “y estas laderas son fábricas de agua”.
Para ir a Lomitas y Panalio se toma la vía pavimentada de La Ceja a la Unión y en el kilómetro 7 hay una derivación destapada y más estrecha, y es justo por donde comenzaría la controvertida explotación minera. La más próxima es Las Lomas, y Pantalio queda al final, en el cerro San Nicolás.
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De acuerdo con los líderes, ahí estaría el otro aspecto neurálgico porque con las nuevas volquetas de gran tamaño entrando y saliendo, la vía veredal se hará insuficiente y eso avizora para ellos que se congestionará también la carretera central entre los dos municipios. Calculan que los trabajadores que van entre esos dos lugares duplicarían de 25 a 50 minutos o una hora el tiempo de recorrido y se aumentaría la accidentalidad vial.
“Cualquier persona que trabaje en La Unión y viva en La Ceja se va a afectar con esto”, vaticina Molina a la vez que Gómez plantea que hasta los ciclistas que suelen entrenar por estos parajes se verían perjudicados con la congestión y el riesgo.
‘No es el acabose’
En cambio, Alexander Correa, el ingeniero ambiental que dirigió los estudios de impacto ambiental de La Colina descarta ese apocalipsis. Explicó que la demanda de vivienda y de construcción de obras civiles, por ejemplo vías, en el Oriente está requiriendo de materiales con los que no cuenta la zona, los cuales llegan con sobrecostos de hasta millón y medio de pesos por viaje, porque tienen que transportarlos desde Santa Fe de Antioquia o Río Claro.
Su cálculo es que la mina tiene reservas por 1,3 millones de metros cúbicos de material y aunque el título es a 30 años, la explotación dependería de aspectos como la demanda, teniendo en cuenta que el mercado natural sería la misma subregión del Oriente. Sin embargo, el plan es operar por seis años, pero si se requiere para bajar el impacto considerarían reducir el ritmo de extracción aumentando el tiempo a 12 o 18 años.
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La petición del permiso está para 16,6 hectáreas –de las cuales solo 6 serían de uso minero, mientras que 10 son de pasto para ganadería- y, según él, en compensación habrá 50,6 hectáreas sembradas con bosques para pago de “servicios ambientales”.
Aseguró que en el predio no hay fuentes hídricas y que solo una linda con el lote, pero sería aislada para no ocasionar afectaciones en ella, y tampoco el proyecto no contempla el uso de recurso hídrico porque no involucra procesos de lavado de material.
Añadió que tampoco habría explosiones con dinamita, sino con Anfo que no genera ondas expansivas porque lo que da es una implosión y existe un plan de manejo para aminorar los impactos de todo tipo sobre las comunidades vecinas.
“Con relación a las especies animales, hay medidas de manejo, porque uno no puede hacer aprovechamiento forestal sin eso y Cornare exige que cada semestre se haga una caracterización para que la fauna no se vea afectada”.
En cuanto a la saturación de las vías actuales, Correa afirmó que el diseño de las mismas está dado para que soporten el flujo vehicular que se espera, pero que en todo caso no es un asunto de su resorte.
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Por su parte, el secretario de Cornare, Oladier Ramírez, explicó que, la normatividad del país le da un tratamiento de “interés público” a la producción de materiales para construcción de vías y obras civiles, pero esto se debe hacer con las mejores prácticas para reducir posibles efectos adversos.
Y con relación al caso concreto de la mina de Gravas La Colina puntualizó que, luego de que en la audiencia se sustenten las posiciones de todas las partes, la corporación valorará los argumentos y hará una constatación en terreno.