El deseo de conocer a su hijo recién nacido, fue la oportunidad que aprovecharon las autoridades para capturar a uno de los delincuentes más peligrosos de Antioquia en la última década: Michael Humberto Pérez Cadavid, alias “el Gato”, presunto cabecilla de la organización criminal “la Oficina del Suroeste”.
Fuentes judiciales le revelaron a EL COLOMBIANO que la detención se registró en la madrugada de este domingo en una vivienda de Manrique, en el nororiente de Medellín. Hasta allí llegaron decenas de agentes del CTI de la Fiscalía y de la Sijín Antioquia, acompañados del Grupo de Operaciones Especiales (Goes).
Y no era para menos, pues “el Gato” es un delincuente bastante escurridizo, ya se había fugado de los calabozos de dos estaciones de Policía, en los municipios de Marinilla y Guarne, y estaba prófugo desde julio de 2020.
De acuerdo con la investigación de la Fiscalía, Pérez Cadavid es el supuesto líder “la Oficina del Suroeste” (también llamada “la Oficina de Andes”), una banda de crimen organizado que delinque en esa subregión antioqueña, con presencia en las localidades de Andes, Ciudad Bolívar, Betania y Jardín.
La organización se dedica a las extorsiones, el tráfico local de estupefacientes, amenazas, sicariato y desplazamientos forzados, entre otros delitos. Tiene una sociedad delincuencial con “la Terraza”, la antigua banda de Medellín, que la apoya con armamento, vehículos y personal.
En su lucha por el control territorial y las plazas de vicio, la estructura ilegal se ha enfrentado al Clan del Golfo y a varios combos locales, situación que ha incrementado la violencia en el Suroeste desde 2019, con matanzas y asesinatos selectivos.
A “el Gato” la Fiscalía le atribuye la masacre de 10 personas en la finca cafetera La Gabriela, en el municipio de Betania, perpetrada el 22 de noviembre de 2022. Esa noche, un comando sicarial incursionó en el predio y masacró a tiros a los recolectores de café.
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También la masacre de cinco personas en el corregimiento Tapartó, del municipio de Andes, el 17 de febrero de 2021. Sucedió en la finca La Ilusión, donde los homicidas emplearon armas de fuego y machetes para matar a los campesinos.
Por estos crímenes, en contra de “el Gato” había órdenes de captura por homicidio agravado, concierto para delinquir agravado y tráfico y porte ilegal de armas. Cuando los agentes le preguntaron si tenía un abogado de confianza, él dijo: “Sí, por ahí debe haber uno”.