Pese a tener uno de los presupuestos más boyantes del país, que tan solo para este año quedó fijado en $1,3 billones, el sistema educativo de Medellín pasa por una profunda crisis.
Además de los problemas en infraestructura que tienen llenos de humedades, grietas y otros daños a por lo menos 397 de los 419 colegios oficiales de la ciudad, la educación que están recibiendo los estudiante de Medellín pasa por un momento oscuro, según se desprende de variables como la deserción escolar, los obstáculos para transitar a la educación superior y los rezagos de los alumnos en áreas como matemáticas y lectura, que quedaron expuestos en las últimas Pruebas Saber 11.
Este panorama quedó retratado en el más reciente informe sobre educación publicado por Medellín Cómo Vamos, en el que ese programa construyó una radiografía de la situación de los estudiantes de la ciudad.
Mónica Ospina Londoño, directora de Medellín Cómo Vamos, resaltó que uno de los indicadores más preocupantes es el tránsito de los estudiantes a la educación superior, advirtiendo que de cada diez estudiantes que ingresan al sistema, solo uno llega allí.
En promedio, de cada 100 niños que se matricula en el grado transición en Medellín, los indicadores muestran que solamente 57 continúan su ruta educativa y llegan al grado sexto. A su vez, de esos 57, solamente 27 llegan al grado noveno y de estos solo 19 al grado undécimo. De este reducido grupo final, solamente 9 pasan a la universidad, mostrando que aproximadamente el 91% de los estudiantes medellineses se están quedando en el camino.
“Si nosotros no somos capaces de mantener a los niños y jóvenes en el sistema educativo, y además a los pocos que tenemos no les estamos desarrollando esas competencias básicas, no estamos cumpliendo la tarea. El derecho a la educación no es el derecho a ir a un colegio, es el derecho a educarme, desarrollarme y tener las competencias necesarias para la vida”, expresó Ospina Londoño.
Y es que además de la gruesa proporción de estudiantes que se queda por fuera del sistema, el informe de Medellín Cómo Vamos puso el resaltador en otros indicadores que dan cuenta de las falencias en materia de calidad educativa.
“Rajados” en las Saber 11
Una de las principales señales de alarma aparece en los resultados de las pruebas Saber 11 de 2022, en las que con un promedio global de 251,2 puntos, Medellín ocupó la penúltima posición entre las ciudades principales, solo quedando por encima de Cartagena, que con un promedio de 241,1 quedó en el último lugar.
En comparación con ciudades como Bucaramanga, que alcanzó la primera posición con un promedio de 281, o Bogotá, que quedó en segundo lugar con un promedio de 272,6, Medellín quedó con una distancia de 29,8 y 21,4 respectivamente.
Al desagregar esos resultados, la ciudad también se muestra como una de las más rezagadas en áreas como matemáticas y lectura, los dos campos más importantes a la hora de pensar en el tránsito a la educación superior.
En matemáticas, por ejemplo, un total de 13,3% de estudiantes quedaron categorizados en el nivel 1 y un 37,1% en nivel 2; lo que en términos prácticos significa que más de la mitad de los alumnos que llegaron al grado undécimo (50,4%) no lograron desarrollar las capacidades fundamentales para resolver problemas de razonamiento lógico.
En contraste, en una ciudad como Bucaramanga, la proporción de estudiantes con esa falencia fue tan solo del 27,6%.
Por el lado de lectura crítica, si bien los resultados de Medellín fueron mejores que los de matemáticas, la ciudad también mostró un rezago en comparación con otras ciudades el año pasado, con un 5,2% de estudiantes categorizados en nivel 1 y otro 33,2% en nivel 2.
Estos dos últimos niveles, que juntos agrupan a más de un tercio de los estudiantes (38,4%), dan cuenta de que esa proporción de estudiantes de undécimo llegaron a ese grado sin la capacidad de comprender la información implícita en los textos que analizan, una competencia clave también para llegar a la universidad e iniciar cualquier carrera.
En contraste, en ciudades como Bucaramanga y Bogotá ese mismo segmento de estudiantes representaban un 23,3% y un 26% respectivamente.
Aunado a estos dos puntos, otra variable preocupante que se desprendió de los últimos resultados de las pruebas Saber 11 fue la profundización de la brecha entre los colegios públicos y privados, en los que estos últimos pasaron de ir por debajo de la educación oficial a sobrepasarla con creces.
Por ejemplo, mientras en 2017 los colegios públicos obtuvieron un puntaje promedio de 260,8 y los privados uno de 260,1, manteniendo por un estrecho margen ese liderazgo hasta 2019, en 2020 la situación se volteó y los privados empezaron a liderar esos resultados, con un puntaje promedio de 253,3 mientras los públicos se quedaron atrás con uno de 248,2. El año pasado la distancia todavía fue más grande y mientras los colegios privados alcanzaron un puntaje de 257,3, los públicos alcanzaron uno de 248,2; es decir, una distancia de 9,1 puntos.
Con base en esos indicadores, la directora Ospina Londoño sostuvo que la principal conclusión que sale a flote es que las inversiones de la ciudad no se están traduciendo en una educación de calidad para los estudiantes oficiales. “Tenemos el segundo presupuesto más alto del país y no estamos resolviendo lo fundamental. No podemos ser ciegos ante esta situación”, dijo.
