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“El camino de Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri no termina”

La exFarc hizo ayer en Caicedo el reconocimiento por el secuestro y asesinato de Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri.

  • Un abrazo entre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, e Irene Gaviria, hermana del gobernador asesinado. FOTO camilo suárez
    Un abrazo entre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, e Irene Gaviria, hermana del gobernador asesinado. FOTO camilo suárez
07 de agosto de 2021
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El puente Vaho de Anocozca es, más que un puente, un memorial. Pintado de blanco y verde, con banderas antioqueñas y placas colgando de lado y lado, fue este sábado un lugar de peregrinaje. Un monumento en memoria de un magnicidio y una promesa escrita en el que aparece el lema de Caicedo: el camino continúa.

Allí fueron vistos por última vez en libertad Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri, un 21 de abril de 2002. Llegaron marchando en nombre de la paz. A cinco kilómetros del parque principal, el frente 34 de la antigua guerrilla de las Farc les arrebató la libertad y después la vida. La marcha nunca terminó.

Y no terminará, prometieron familiares, amigos y aprendices. En el coliseo de Caicedo, una placa polideportiva enmarcada en montañas de cultivos de café, se llevó a cabo ayer el acto de reconocimiento en el que integrantes de la extinta guerrilla de las Farc, hoy comprometidos con la paz, reconocieron su responsabilidad en el secuestro y posterior asesinato del entonces gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, y de su asesor de paz, Gilberto Echeverri. Lo hicieron frente a las víctimas que dejaron sus acciones. Lo hicieron reconociendo que no hay explicación posible.

“No encuentro palabras para decir la gran equivocación que cometimos”, repitió una y otra vez Rodrigo Londoño en su intervención: “No digo errores, fueron conductas que nos sacaron de la órbita de ser revolucionarios y nos pusieron en la órbita de ser bandidos”.

Los discursos y motivos que impulsaron a los dos líderes antioqueños a llegar ese 21 de abril de 2002 al puente Vaho estuvieron presentes en todo el acto: Abrir una puerta para el diálogo en aquel municipio del Occidente antioqueño que entonces estaba secuestrado en su hogar, que moría de hambre al verse incapaz de sacar a la venta el café que allí se cultivaba y que terminaba en manos de los guerrilleros.

“¿Era acaso Caicedo un enemigo de ustedes?”, preguntó Claudia Patricia Mariaca, habitante del municipio, “¿por qué se ensañaron con un pueblo tan humilde y escaso de recursos?, ¿por qué nos querían hacer participes de la guerra?”, preguntó una y otra vez. Los porqués sucedieron en el encuentro. Por qué Caicedo, por qué los mataron, por qué los secuestraron, por qué no hablaron con ellos... Habitantes del municipio, familiares, amigos, convencidos de la No violencia, todos se deshicieron en preguntas.

“Si los señores de las Farc hubieran entendido que ellos solo hablaban de paz, si lo hubieran dimensionado, cuántas muertes nos hubiéramos podido ahorrar”, señaló Yolanda Pinto, viuda de Gaviria y quien en vida lo acompañó en su trabajo. Ella leyó de su voz, que llegó a quebrarse en un par de ocasiones, las palabras de su esposo en cautiverio, escritas en el diario que logró llevar durante el año que estuvo secuestrado.

“No hay en ellas una sola palabra de odio o resentimiento, no hay un solo reproche, siempre confió en la reconciliación. Los invito a que lo lean, ya que nunca lo entendieron en vida”, le dijo Pinto a los exintegrantes de las Farc. Había estado esperando esta reparación toda su vida.

“Sabía que en algún momento iba a llegar, y bueno, ya estamos aquí”, dijo en el escenario. Durante las horas previas pensó en su esposo, en lo que decía y en lo que hacía, según le confesó a EL COLOMBIANO.

“Con su asesinato a mi también me arrebataron la vida. Y quedan tantas preguntas, tantos dolores...”. A ella se unió Irene Gaviria, hermana del entonces gobernador, quien “invocó el dolor de las familias de Caicedo. Este dolor no debe ser reprimido nunca más. Si las víctimas logramos trasmitir el dolor a los victimarios y ellos lo sienten sinceramente, tal vez habremos avanzado en un real proceso de paz”.

También hablaron Fancy María Orrego y Luis Úsuga, excombatientes de las Farc y líderes entonces del frente 34. “El desarrollo del conflicto lleva horrendos crímenes de guerra, hoy lo entendemos y lo lamentamos. Por eso estamos en este proceso y pedimos perdón a todas las víctimas”, señaló Orrego. Úsuga, a su vez, reafirmó que “Gaviria y Gilberto no eran nuestros enemigos. Pero la guerra no nos dejó mirar más allá y analizar el plan que ellos traían, como era la paz en toda Antioquia y en toda Colombia”.

Al final del encuentro, tras más de cuatro horas de intervenciones y entre los cantos del coro del municipio, Irene Gaviria compartió sus impresiones: “Lo escuchado de parte de las Farc, tengo que decirlo, es satisfactorio para mí. Creo que la pregunta más que el por qué, tan insistente hoy, es el cómo realmente vamos a construir una paz. Estos son grupos que uno ve muy comprometidos con la paz, pero se pregunta uno si ellos tienen la capacidad de liderar a los miles de integrantes de las Farc que realmente se desmovilicen y desarmen sus corazones”.

La Comisión de la Verdad se comprometió como último acto a sembrar un árbol de café en compañía de víctimas y victimarios. Un acto simbólico final alrededor de aquel grano que ha atravesado las penurias de este municipio, que una vez, ya hace 19 años, llevó a las tierras de Caicedo a dos líderes antioqueños que le apostaron a la paz como un proyecto de vida. “El camino continúa”, finalizó Irene, “continúa porque hoy más que nunca su legado, el de la No Violencia, es más que necesario”

19
años hace que Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri fueron secuestrados.
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