Seguramente recuerda la popular frase “Houston, tenemos un problema”: las palabras del comandante Jim Lovell en octubre de 1970 al centro de comando de la Nasa momentos después de que el Apolo 13 fuera estremecido por una explosión.
Películas y series como De la Tierra a la Luna (1998), de HBO, lo han representado de manera realista: uno de los tanques de oxígeno explotó, dañando severamente la principal fuente de energía de la nave, aumentando los niveles de dióxido de carbono.
Lovell y su tripulación tuvieron que replegarse al módulo lunar que llevaba a bordo, instrumentos científicos alimentados por una batería que contenía 8,5 libras de plutonio puro. Desde entonces el plutonio ha sido clave en varias misiones exitosas.
Como ningún otro esfuerzo moderno, el programa espacial ha inspirado a muchas personas más allá de los límites. Enviar astronautas o robots fuera de la Tierra es muy difícil y a menudo falla. En el reconocimiento del terreno lunar con naves no tripuladas, según narra Pablo Cuartas en su libro “Un salto gigantesco” (Alfaomega, 2011), las sondas Ranger eran lanzadas directamente contra la superficie lunar a miles de kilómetros por hora, mientras enviaban fotografías a medida que se acercaban: las primeras cinco pruebas fueron un fracaso, solo en 1962 la Ranger 4 impactó la Luna.
Como en las diferentes disciplinas científicas los incidentes, errores o caminos incorrectos han sido clave en la historia de la exploración espacial.
Estos son algunos desastres espaciales antes y después de ir a la Luna, así como misiones que no se desarrollaron como se había planeado.