En el trabajo pasa gran parte de su vida: una media de 45 años son dedicados a las labores por las cuales recibe una retribución económica. Así, si uno de sus rasgos predominantes es la introversión, sería recomendable que eligiera un oficio que no implique demasiado contacto con extraños, para que no se frustre.
Esto porque cuando se elige una profesión, la personalidad, entendida como el conjunto de características estables de una persona y que la diferencian de las demás, debería ser tenida en cuenta. “La personalidad nos dice, por ejemplo, si somos más o menos sociables y con base en eso muchos elegimos nuestras ocupaciones. Sin embargo, no se trata de que tenga que ser estrictamente coherente lo uno con lo otro, pero sí tiene mucho más sentido buscar ocupaciones que nos permitan sentirnos satisfechos con nosotros mismos”, apunta Mariantonia Hoyos Lemos, PhD en Psicología y docente de la Universidad Eafit.
Son diversos los estudios que se han realizado a lo largo de los años en relación a este tema. Uno de los más recientes fue el adelantado por THT, una compañía multilatina de talento humano, que contó con la participación de 14.473 personas (estudiantes y egresados de 11 áreas, en 21 países de Latinoamérica, entre las que se encuentran agronomía, arquitectura, ciencias administrativas, educación, ciencias sociales, etc), con edades entre los 25 y los 45 años.
A través de una prueba DISC (que evalúa los comportamientos espontáneos de las personas y algunos rasgos de la personalidad), los investigadores determinaron que, si bien la elección de un tipo de trabajo estaría influenciada por un sinnúmero de elementos sociales, la profesión que se ejerce está estrechamente relacionada con el comportamiento, lo que confirma que en efecto existe una correlación entre ambas circunstancias (ver recuadros).
Elegir una ocupación suele considerarse una decisión importante, tanto así que los profesionales en psicología, con el fin de que sea lo más adecuada posible, recomiendan que dentro del sistema educativo y la familia se permita la exploración (sobre todo de los niños y adolescentes) de las diferentes áreas del conocimiento (ciencias naturales, administración, bellas artes, etc) y su puesta en práctica.
Ahora bien, no se trata de una camisa de fuerza. “La personalidad va cambiando con el tiempo, no tendremos la misma cuando somos adolescentes y cuando entramos en la adultez, además podemos moldearla si tomamos decisiones con respecto a algo, por ejemplo, frente a ser más disciplinados o tener comportamientos más saludables”.
Ahondar en la personalidad
La personalidad consta de dos componentes, ilustra Hoyos, el primero es el temperamento, entendido como aquello que se hereda de forma biológica (en él estaría, por ejemplo, ser más o menos reactivo ante los estímulos); el segundo es el carácter, que está determinado por el ambiente y las vivencias de cada individuo. “Gran parte de nuestra personalidad está determinada por lo ambiental (casi un 80 %), las experiencias de nuestra vida nos van definiendo, moldean quiénes somos, qué nos gusta más, qué nos apetece y todo eso nos puede llevar a considerar unas u otras profesiones”.
Aunque una coherencia perfecta entre estos dos aspectos puede ser compleja, es más que válido preguntarse de qué manera se vinculan, teniendo en cuenta además que los rasgos de la personalidad suelen ser evaluados en los procesos de selección de personal, “porque en efecto, la personalidad estaría relacionada con el desempeño de tu trabajo”, añade Samuel Alberto Taborda, psicólogo clínico infantil y juvenil. “Hoy tenemos muchos estudiantes que eligen una profesión, no porque los haga felices, sino porque anteponen intereses como el económico, eso los lleva luego a tener sentimientos de fracaso o incluso a la deserción universitaria”.
Según la Dirección de Desarrollo del Banco Mundial, Colombia es el segundo país en América Latina con mayor tasa de deserción universitaria (con un 42 %), y aunque no existen parámetros científicamente establecidos para garantizar una “buena” elección (teniendo en cuenta además que esto por sí solo no mejoraría la cifra, pues también hay contextos de vulnerabilidad y deficiente bienestar socioeconómico), “no tiene mucho sentido buscar un trabajo que vaya en contra de nuestras tendencias naturales, de nuestros rasgos de personalidad”, puntualiza Hoyos.
El papel de los colegios
Por ley las instituciones educativas en Colombia deben promover y definir ámbitos de trabajo en los que se les otorgue a los estudiantes de educación media herramientas para la toma de una decisión informada y objetiva frente a su futuro académico y proyección laboral.
Se trata de la Ley 2109 de 2021. “El modelo educativo es fundamental dentro de la formación y el desarrollo del ser humano, por eso debe contemplar aspectos como el de la personalidad, la búsqueda de talentos y la orientación vocacional a través de actividades que le permitan al ser humano explorar”, comenta Juan Guillermo Taborda González, licenciado y rector del Colegio Guillermo Taborda Restrepo. “Si no hay coherencia, podría no haber una satisfacción completa, no hay nada más hermoso que hacer lo que uno quiere hacer y sin duda ese deseo tiene que ver con los rasgos de la personalidad”.
Por otro lado, el papel de la sociedad debe ser, según los expertos, permitirle a cada uno ser la mejor versión de lo que puede ser. “Hay que fortalecer esto: no todos debemos parecernos a un mismo modelo”, finaliza Hoyos.
Así mismo, recuerda que trabajar no significa estar disfrutando todo el tiempo la tarea, pues habrá días en los que se estará más o menos cansado. Lo importante es que toda labor que se realice responda a lo que para cada uno es valioso y haya una sensación de logro. Una visión idealista puede llevar a la frustración con solo tener un día difícil.