El presidente chino encierra a una región y mata a 10.000 personas enfermas con gas venenoso para evitar que se propague una infección aún más peligrosa. Esto se cuenta en la premiada novela de ciencia ficción Wake (Viking Canada, 2009), de Robert J. Sawyer. En ese libro, para que el asesinato en masa no salga a la luz, ese país está desconectado de Internet.
Cuando se publicó esta obra en 2009, este escenario no parecía tan disparatado ante el encubrimiento y la censura del gobierno chino al tratar con el síndrome respiratorio Sras (ver Cronología). ¿Qué detalles de esta historia se relacionan con el brote del nuevo coronavirus? Según el Hospital universitario Johns Hopkins de Estados Unidos, ya hay 6.165 casos confirmados, 133 personas han muerto y 126 contagiados se han recuperado.
Imagine a una ciudad, que tiene unos 11 millones de habitantes, completamente cerrada ante el exterior. Sin conexiones de buses, trenes, vuelos ni transporte público. Las carreteras, bloqueadas y las salas de cine, cerradas. Actualmente, mientras lee esto, hay dos lugares en los que pasa eso. Están ubicados en la China Central, en medio del río Yangtze y se llaman Wuhan, de la que ha escuchado recientemente en las noticias, y Huanggang, que tiene la misma población de Bogotá, unos ocho millones.
Al respecto, el doctor Gauden Galea, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China, le dijo al diario The New York Times, “hasta donde sé, contener a 11 millones de personas es nuevo para la ciencia”.
Cada vez hay más personas cobijadas por estas medidas extremas para evitar que el problema de salud pública se dispare. Desde el pasado viernes 24 de enero, al menos 14 ciudades y, por lo tanto, alrededor de 35 millones de habitantes en China están en cuarentena para contener el coronavirus.
Lina Luna, internacionalista experta en China contemporánea y profesora de la Universidad Externado de Colombia, sostiene que aunque este país es cerrado en cuanto a sus políticas internas, no es igual en asuntos de salud globales. De hecho, dice, ellos han liderado la OMS y “han sido abiertos en cuanto a los datos sobre este virus. Ellos saben que lo más idóneo en casos como este es la colaboración global”.
Pese a la cuarentena, a diferencia de lo que sugiere la historia de ficción de Sawyer, hoy cuando este país vuelve a ser el epicentro de un virus, se ha hecho más abierto respecto a los datos que ha obtenido sobre la epidemia que tiene en vilo al mundo. En diez días, por ejemplo, un tiempo récord, investigadores chinos lograron secuenciar el virus 2019nCov y publicaron en Internet (en el portal de información genómica NGDC) los datos para todo el que quiera acceder a estos.
Lo que se sabe
Este brote la está poniendo difícil. Se disemina antes de que cualquier síntoma aparezca. Pero que el miedo no se propague más rápido: aún no está en Colombia y no es una pandemia. No todavía. Tampoco se sabe si lo será. El doctor Hugo Grisales Romero, matemático, estadístico y doctor en epidemiología de la U. de A., cuenta que existen modelos matemáticos para describir el avance de una determinada enfermedad, pero “no todo está escrito”.
La pandemia es definida por la OMS –única entidad que puede determinar si una epidemia se convierte en algo más– como una propagación mundial de una nueva enfermedad. Francisco Javier Díaz, médico virólogo y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, complementa: “El coronavirus no es pandemia porque aún no se han presentado casos autóctonos fuera de China”.
Sí los hay en Europa y América del Norte, pero todos fueron contagiados en China y posteriormente regresaron a sus sitios de origen.
En el artículo científico Tiempo de origen y dinámica epidémica de nuevo coronavirus, publicado en la Revista Biorxiv el 27 de enero de 2020, se señala que la infección comenzó el 17 diciembre de 2019. Los pacientes comenzaron a llegar con neumonía a las clínicas de Wuhan. Sus síntomas eran fiebre, tos y dificultades para respirar. Algo normal en el invierno en el que están.
Sin embargo, los médicos no encontraron las causas de las neumonías y los pacientes no respondían a los tratamientos con antibióticos. Hasta que apareció la primera señal de alarma: la mayoría de los infectados trabajan en un mercado de animales vivos en el que se comercializan algunos domésticos y salvajes.
El nuevo coronavirus ya llegó a 13 países y ya se sabe que el tiempo entre la infección y el inicio de la enfermedad en una persona es entre uno y 14 días.
Es mortal, mata en promedio a menos del 3 % de los infectados y cerca del 20 % experimentará enfermedad severa. Se preguntará entonces a qué se deben las alarmas y la preocupación.
¿Exageración?
Si bien aún no es pandemia, no baje la guardia. En el reporte del Global Preparedness Monitoring Board (GPMB), convocado conjuntamente por el Banco Mundial y la OMS, se advirtió en septiembre de 2019: “Por mucho tiempo hemos permitido un ciclo de pánico y negligencia cuando se trata de pandemias: nos abalanzamos en esfuerzos para combatir una amenaza seria, luego rápidamente nos olvidamos del peligro que subsiste”.
Aunque las enfermedades, epidemias y pandemias siempre han existido, cuenta Díaz, virólogo de la U. de A., “los dos factores fundamentales que complican el brote son el crecimiento de la densidad poblacional y el aumento de tránsito internacional”. Esa posibilidad contemporánea de viajar a cualquier parte del mundo en menos de 36 horas significaría que las infecciones se pueden dispersar de país en país y luego hacerse mundiales.
Alberto García, médico pediatra intensivista español, explicó en un hilo en Twitter, que el coronavirus depende de aquel a quien infecta para replicarse. Como todos los virus.
“Hay para todos: para perros, monos, murciélagos y humanos. Como viven de hacerse copias, a veces cometen un error que les viene estupendamente. La copia les permite saltar, por ejemplo, de murciélagos a humanos”. Esta última hipótesis la acaba de apoyar una investigación publicada en The Lancet, que le siguió la pista al “árbol genealógico” de varios virus hallados en murciélagos y son muy similares al del brote actual en personas.
Es importante recordar que las infecciones virales “no suelen requerir tratamiento”, agregó. Los virus se replican, pero los seres vivos, armados con el sistema inmunitario, sacan su compleja defensa para enfrentarlos.
Por eso es que el tratamiento suele ser manejar los síntomas y esperar. Si es un virus respiratorio, oxígeno o ayudas para respirar, y si es digestivo, hidratación constante. Las complicaciones, agrega García-Salido, se dan en los más pequeños, los más mayores y pacientes con enfermedades o situaciones de debilidad previas.
La alerta se pone en rojo cuando las infecciones se dan por un nuevo virus antes no descrito en humanos. Edwin Silva Monsalve, médico infectólogo de Bogotá, y parte de ciencia abierta en Latinoamérica, dijo en su cuenta de Twitter que esta es la “tercera vez que un virus zoonótico (de origen animal no humano), ha cruzado la barrera de especies”. Los otros dos son la gripe aviar y la porcina.
Las situaciones de gravedad y muertes se producen en su mayoría en poblaciones de riesgo. El resto, dice García-Salido, debe confiar en el sistema inmunitario. Sabrá cómo tratarlo”. Los pacientes se hospitalizan para frenar la propagación de un virus que no se conoce bien.
Por eso las agencias de salud como la OMS y el CDC de Estados Unidos toman medidas. Ya se sabe que es un virus de origen animal el que causa el brote y cómo se transmite. Ahora lo debido es contener y evitar que se expanda. Es apenas lógico y no debería alarmar a la población. En Colombia el ente encargado de la prevención es el Ministerio de Salud y Protección Social. Este miércoles Sandra Girón Vargas, directora de epidemiología y demografía de esta institución, dijo en una rueda de prensa que hasta ahora las medidas son las mismas que para la Infección Respiratoria Aguda (Ver Claves).
Esta situación se ha vivido antes, dice el doctor Díaz, y se ha aprendido bastante. En el pasado, al presentarse otras epidemias similares, muchos querían ayudar y no sabían cómo. Ahora se sabe que los planes de preparación iniciados en 2003 frente a la gripe aviar han sido de gran utilidad: se tomó consciencia de la importancia de los programas de vigilancia (una clase especial de protocolo en los que se controlan diversos parámetros de manera sistemática, periódica y oportuna) y se han establecido rutas para las alarmas y medidas de control. También ahora se sabe que hay una necesidad de controlar las epidemias de la gripe animal y que no existen grupos de edad no sensibles a los nuevos virus gripales.
La diferencia contemporánea es el flujo de información que tiene fascinados a los científicos. La ciencia cada vez más colaborativa y menos individualista está generando un gran banco de datos sobre el comportamiento del coronavirus y de su posible tratamiento. En un mes ya se tienen publicaciones científicas arbitradas que revisan asuntos clínicos, diagnósticos, posibles tratamientos y número de contagios estimados por pacientes (dos a cuatro).
Así que si el virus llega a Colombia, mantenga la calma. Las entidades encargadas, el Ministerio de Salud, la Aerocivil, Migración Colombia e, incluso, las mismas aerolíneas ya están preparadas para reaccionar ante la aparición de este virus. Usted tiene su cuota en la prevención con actos tan sencillos como lavarse las manos constantemente. Consultar a un especialista e informarse bien antes de entrar en pánico también es una buena estrategia.