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¿Se puede revivir un animal que se extinguió hace miles de años?

Con técnicas como clonación buscan revivir especies que ya no habitan el planeta. Tiene peros.

  • Imágenes de referencia. Fotos: Stock
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18 de febrero de 2022
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El mamut lanudo desapareció hace 4.000 años y desde Harvard, en compañía de la empresa Colossal, quieren verlo de nuevo en la tierra con sus cuernos gigantes. Desextinguirlo.

También quieren que regrese la paloma migratoria Martha, que murió en 1914; el dodo, extinto en 1662, los tigres de Tasmania, en 1936, los delfines de Yangtze, en 2006 y la cebra quagg, en 1883. Ya lo empezaron a hacer: el bucardo, un tipo de cabra extinto en 2000, fue clonado en 2003. La cría, llamada Celia, murió a los pocos minutos. Es el primer y único animal que fue recuperado, por un momento, de la extinción.

Daisy Alejandra Gómez Ruiz, bióloga y docente investigadora de la Facultad de Medicina Veterinaria de la Corporación Universitaria Remington, define el término como traer nuevamente a la vida a una especie ya extinta con técnicas de biología molecular y reproductiva.

¿Cómo hacerlo?

En el sentido estricto de la palabra no es una desextinción, sino más bien un hibridaje o una reintroducción de algunos pocos individuos de una especie extinta y sin variabilidad genética, unos organismos nuevos, débiles, sintéticos.

Una de las técnicas utilizadas consiste en identificar en los animales vivos aquellos parientes de los extintos y mezclarlos. Para el caso del mamut, por ejemplo, la única forma viable (hasta ahora) para gestarlo sería en el vientre de uno de los animales más cercanos, el elefante, y el resultado sería un híbrido o una especie nueva.

La otra es la clonación de especies con ingeniería genética sobre el ADN de animales aún vivos o muertos recientemente con buenas muestras conservadas de ADN, como el caso de Celia.

Gómez Martínez explica que la clonación toma núcleos, que son la parte de la célula que contiene la información genética, y se llevan a células totipotenciales, que son las que tienen la capacidad de generar cualquier otra célula funcional. Mediante procesos moleculares se copia, se replican fragmentos de ADN y se genera la clonación que luego se implanta en otro animal que pueda gestarlo.

Si ya no existe el individuo, el ADN se tomaría de de algunos tejidos que se conserven y estructurar el genoma. Posteriormente, se estudiaría con qué especie viviente hay suficiente similitud para reconstruir con técnicas de clonación un animal híbrido. “Si no hay una especie cercana a nivel evolutivo, mediante edición genética se puede tratar de editar ese genoma base de la especie aún no extinta y acercarlo a la ya extinta”, puntualiza Gómez Martínez.

La edición genética se da con una técnica llamada Crispr-Cas9, conocida como las tijeras genéticas más precisas, que cortan fragmentos específicos de ADN para luego posicionarlos en otro lugar hasta reconstruir un conjunto de genes.

“No es un cruzamiento, no es reproducción, porque son animales ya muertos. Ese individuo cercano servirá como reservorio, como vientre receptor de un óvulo producido en laboratorios con clonaciones y edición, o en el caso de especies cercanas, como base para cambiar genes y hacerlo parecido al extinto”.

Gómez Ruiz, al igual que otros científicos, es muy clara: se trata de uno que otro ejemplar el que traerían a la vida, no toda una especie.

Para recuperar una especie no basta con un solo individuo, se requieren varios, y ojalá genéticamente diferentes, no solo clonados, para que sean capaces, por sí solos, de sobrevivir a condiciones como los cambios del ambiente o las plagas y enfermedades y para que puedan tener descendencia viable.

¿Para qué un mamut?

La idea de desextinguir animales genera debate. Por un lado, algunos científicos lo apoyan, como el paleontólogo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Michael Archer: le dijo a National Geographic que si se trata de especies cuya desaparición fue causada por el ser humano, “es nuestra obligación intentar la desextinción”, como una deuda con la naturaleza. Estos animales desaparecidos cumplían en su momento funciones dentro de los ecosistemas que hoy, de volver, podrían suplir y traer de nuevo un equilibrio perdido en algunos hábitats.

Por otro lado, están quienes consideran que es jugar a ser Dios y causar alteraciones a los ecosistemas y, de hecho, parecen ser más los argumentos en contra. “Sería traer una especie a ocupar un lugar en el ecosistema que ya no tiene, a cumplir un rol que ya no tiene”, explica la bióloga.

La mayor oposición se centra en la ética: las implicaciones de experimentar con animales, de traer de nuevo a la Tierra un animal que desapareció porque en su momento no fue capaz de adaptarse y que hoy podría sufrir al intentar hacerlo o afectar a otros, causar enfermedades, infecciones, desequilibrios.

Otro de los argumentos es que el desarrollo científico y tecnológico que se requiere para desextinguir una especie podría ser utilizado para otros proyectos que ayuden a especies vivas, aquellas que están en riesgo de extinción o al mismo ser humano, con técnicas de reproducción en cautividad.

En términos económicos, es un proceso costoso que puede no valer la pena, porque como dice Gómez Ruiz, ese mismo dinero podría invertirse para preservar las especies de fauna y flora que ya están en peligro de desaparecer, pero que todavía no lo han hecho, como los grandes depredadores.

¿Por qué se extinguieron?

La Tierra, en sus 4.500 millones de años, ha sufrido cinco extinciones masivas que han acabado con la vida de especies: la muerte y la desaparición han sido naturales, frecuentes, parte del ciclo.

Esto ha cambiado desde que llegó el ser humano e interrumpió la naturaleza que ha causado, con sus actividades, la extinción y pérdida de animales.

Aunque no es el único culpable. A grandes rasgos, dice Juan Esteban Gómez Martínez, magíster en biotecnología y nutricionista animal, hay dos tipos de extinción: la funcional y la definitiva. Si es funcional, implica que hay muy pocos ejemplares, tan insuficientes que no logran por sí mismos repoblarse teniendo en cuenta sus formas de crecimiento y de población, sin hembras o machos suficientes. Definitiva es cuando no queda ningún individuo de esa especie.

Se trata de un proceso natural: todas las especies, incluidos los humanos, aparecen y desaparecen o desaparecerán en algún momento.

Puede ocurrir porque la especie no logró adaptarse a los cambios del ambiente, por causas naturales extremas como supervolcanes y meteoritos o por causas antropogénicas (acción humana) que generan presión en los ecosistemas y alteran la biodiversidad. Algunos expertos sostienen que se está atravesando la sexta extinción masiva.

La desextinción ya está pasando. Mire estos casos.

Hurón: no se ha extinguido

<b>Foto: Stock. </b>
Foto: Stock.

No se han extinguido los de pies negros, Mustela nigripes, de Norteamérica, pero ya fueron clonados y revividos, por lo que no se trató de una desextinción. Sin embargo, los científicos lograron traer a la vida un nuevo individuo a partir del ADN de una hurona muerta hace 30 años que fue implantado, como óvulo, en otra hurona doméstica. Fue una prueba exitosa de clonación que podría permitir, si en algún momento se extinguen, que esta especie sobreviva o reviva. Actualmente, se tienen registros de que el individuo está vivo, aunque escasea, y por eso se conservan muestran de algunos ya fallecidos.

Bucardo: la primera desextinción

<b>Foto: Stock. </b>
Foto: Stock.

El bucardo, o cabra montés, sí se extinguió al comienzo de este siglo. La única superviviente, para entonces, era Celia, que fue equipada con un collar de localización y le hacían constante seguimiento. Le extrajeron de su oreja muestras que permitieran recuperar su ADN. Celia murió en 2000 y tres años después fue clonada con éxito. De sus células extrajeron los núcleos que fueron mezclados con óvulos de cabras domésticas e, intentando mantener al máximo el ADN original, hicieron la fecundación. Intentaron muchas veces, más de 200 embriones clonados a más de 50 receptoras, siete gestaciones y solo una llegó a término. En 2003 volvió a nacer Celia, por cesárea. Pesó más de dos kilos y murió a los pocos minutos porque uno de sus pulmones no se desarrolló de forma correcta. Es un proceso costoso que está en pausa.

Mamut lanudo: el más reciente

<b>Foto: Stock. </b>
Foto: Stock.

En siberia encontraron rastros de pelo, piel, grasa y hasta médula ósea y huesos que permitirían practicar técnicas de clonación. Necesitan células vivas, viables, o por lo menos sus núcleos intactos, para reproducirlas, clonarlas y crear embriones que implantarían en elefantas, el pariente vivo más cercano, que tiene compatibilidad genética de 99,6 %. Esto ya es difícil, pero parece más complejo extraer óvulos de una elefanta para fecundarlos y luego volverle a implantar el embrión en su útero que deberá estar ahí por dos años. La empresa Colossal, dirigidos por la Facultad de Medicina de Harvard, es la que le apuesta a la desextinción. Dicen que con Crispr y con las muestras que ya tienen recuperadas iniciarían trabajos con los aportes iniciales de 15 millones de dólares de inversores privados. Esperan tener la primera cría en los próximos cuatro o seis años.

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