Encontrarse con un animal silvestre no pasa todos los días. No es común que una persona vea a una ballena varada en la playa o a un pequeño tigre caminando perdido por la carretera de cemento.
En septiembre del año pasado, por ejemplo, encontraron un tigrillo muerto en la vía Las Palmas y, más reciente, en noviembre, las autoridades ambientales rescataron de la zona rural de Amalfi un tigre albino (foto). Al otro lado del mundo, a principio de año, hallaron en una playa de Estepona, en España, a una ballena. No es común, entonces, pero sí pasa, en todo el mundo y con diferentes especies de fauna silvestre.
¿Por qué?
Tortugas, aves, monos, otros reptiles y hasta animales marinos pueden salir de su hábitat por equivocación o por causa de la acción humana y toparse con personas, o pueden ser víctimas de tráfico ilegal de especies, que en Colombia es lastimosamente una práctica común y una de las principales amenazas a la biodiversidad. Según el Ministerio de Ambiente, solo en 2020 incautó 19.580 especímenes de fauna y 202.255 de flora.
Seguramente ha visto videos de personas liberando o ayudando a esos animales, rescatándolos de situaciones de peligro, como el hombre que ayudó a un oso perezoso a cruzar una vía transitada por carros, o el que compraba aves por montón para liberarlas, o cúmulos de personas reunidas arrastrando enormes ballenas o delfines hacia el mar.
Parecen acciones heróicas, muy humanas, pero muchas veces generan más daño que bien, sobre todo para los mismos animales.
Le explicamos, de la mano de las expertas y profesoras de la Facultad de Medicina Veterinaria del Instituto Universitario Rémington, Marta Ocampo, docente del área de Fauna Silvestre, y Mary Cerliz Choperena, qué debe hacer si tiene uno de estos encuentros. Lo importante es cuidar la vida.
Recomendaciones:
1. ¿Cuál es el protocolo a seguir?
Sin importar si es reptil, ave, mamífero, terrestre, aéreo o marino, lo primero que debe hacer es contactar a la autoridad ambiental, que para el caso de Medellín y de algunas regiones de Antioquia y del país es el Área Metropolitana con el Centro de Atención y Valoración de la Fauna Silvestre, CAV, al número 385 60 00 extensión 104, 135, 115 y 138; a Corantioquia al 493 88 88 extensión 1293; o a la Policía Ambiental, solicitándola al 123.
Mientras tanto, no debe interferir o interactuar con el animal, evitando tocarlo o moverlo, pues serán los expertos ambientales quienes sabrán cómo manipularlo, evitando el mínimo daño para el espécimen y para las personas de la zona, sin generarle estrés adicional al animal o algún daño físico. Si está expuesto al sol, sí podrá intentar generarle sombra, siempre y cuando no lo manipule. Una vez llegue la autoridad serán ellos los encargados del rescate, la liberación en el lugar, de ser posible y si el animal está en las condiciones, o el proceso de análisis físico, médico y posterior reintroducción y atención.
2. ¿Qué NO se debe hacer?
Evite reintroducir o liberar usted mismo a los animales; debe ser la autoridad ambiental la que los valore y decida si están en buenas condiciones de salud. No lo mueva o lo toque, pues muchas veces son crías que están esperando a que sus madres los recojan, o están escondidos en un lugar en el que la madre los dejó. Esto ocurre con varias aves, venados o felinos, donde la hembra los esconde mientras busca alimento y luego vuelve por ellos. Obsérvelos por varios días y si definitivamente no van por ellos, llame a la autoridad ambiental.
Tampoco los libere ni en la misma zona ni los traslade a otro lugar, pues cada lugar tiene números y tipos de especies clave que funcionan para ese ecosistema e introduciendo especies donde no van puede alterar la dinámica. Finalmente, no compre ni apoye de ninguna manera el tráfico ilegal. Así su plan sea liberarlos o entregarlos a la autoridad, no compre animales. Esto solo fomenta y estimula la extracción de animales de su hábitat natural para el comercio ilegal. Lo que debe hacer es denunciar.
3. Riesgos para el animal, el ecosistema y para usted
Si usted manipula, sin tener conocimiento, al animal, puede causarle daños, lastimar alguna parte de su cuerpo, lesionarlo, fracturarlo, causar trauma o alterarlo y estresarlo hasta el punto en que el animal, en su huída, se haga daño él mismo. Si lo libera inmediatamente, sin exámenes y análisis previos, puede morir o enfermar pues podría estar con problemas y fallecer sin recibir tratamiento, contaminar a otras especies o, si no sabe cazar, buscar su propio alimento o defenderse, morir de hambre o víctima de algún ataque o depredador.
Además, pueden ser animales gregarios que no sobreviven estando solos. Se debe averiguar por la especie y el hábitat que habita, y tener clara la carga que soporta el ecosistema, conociendo los peligros que ese animal puede enfrentar o puede representar para otras especies de fauna y flora. Por eso, la autoridad es fundamental. Para los humanos también hay riesgos: se pueden accidentar en el proceso, ser mordidos, tumbados, picados, atacados o envenenados o se pueden contagiar de algunas enfermedades infectocontagiosas que el animal podría portar. De ahí que los expertos porten guantes, tapabocas, equipos completos y demás elementos.
4. Casos con excepción
Toda regla tiene excepciones. Hay unos que no dan espera, que son urgentes. Hay quienes encuentran animales varados en la playa que morirán sin agua y la única solución es devolverlos. En estos casos, igual se deben tomar precauciones: no manipular al animal sin guantes, porque se le pueden contagiar enfermedades a él o al humano; intentar no causar daños o fracturas y, de todas formas, comunicar a la autoridad ambiental.
Esos varamientos, explican los expertos, suelen darse como consecuencia de acciones humanas como el ruido de las embarcaciones y motos acuáticas que hace que se desubiquen, o por causas naturales, como el aumento de las mareas. Otros, sin embargo, puede que se alejen ellos mismos porque saben que van a morir. El ideal será siempre contar con expertos, pero puede haber zonas muy alejadas donde no sea posible. La recomendación es tomar todas las medidas antes mencionadas. Recuerde, además, que si una ballena ha muerto y lleva varios días en descomposición, puede llegar a explotar y sus órganos y líquidos ser catapultados a metros de distancia, guarde precaución.