Por Duglas Balbín V.
La adquisición de vivienda debería estar mediada por la racionalidad. Porque si es para habitarla, habrá incidencia en la calidad de vida. Y si es para arrendarla, en la generación de una renta, la valorización de la inversión y en la consolidación del patrimonio.
La decisión no se puede limitar a lo que permita la capacidad de compra y/o de endeudamiento, hay que evaluar variables como la ubicación, las vías o la seguridad.
Ante la duda de si comprar casa o apartamento, hay una realidad creciente en ciudades como Medellín: la construcción en altura deja poco espacio para la permanencia de las casas tradicionales y el desarrollo de nuevas.
La oferta de inmuebles nuevos con corte a junio, según Camacol, era de 18.869 en Antioquia y 165.081 en todo el país. De hecho, en las revistas de promoción inmobiliaria, solo aparecen siete proyectos con casas en Bello, Girardota, Carmen de Viboral, Rionegro, La Ceja y El Retiro. Seis en unidad cerrada y una abierta tipo VIS.
Más allá del corazón
Quizá movidos por la nostalgia, hay compradores inclinados a invertir en casa: quieren la amplitud disfrutada en la infancia, algo más de independencia, un jardín y a lo mejor el patio.
Ello, a pesar de algunos detalles como el mayor valor de la inversión en mantenimiento, probablemente más impuestos y una cuota de administración más alta. Para Sofía Martínez, asesora inmobiliaria, “el que quiere espacio más grande, está dispuesto a pagar por ello”.
Agrega que el comprador debe evaluar cuántas personas conforman el hogar; si tiene hijos, son niños o adolescentes; vive con mascotas y qué áreas comunes requiere o le interesan. Y elementos fundamentales sobre el entorno como colegios, tiendas, supermercados, servicios como salud, transporte, entretenimiento.
Sobre la cercanía a servicios coincide Carlos Orozco, director de ventas del proyecto Llanoazul, en zona semirrural de Girardota. Pero también, dice, el comprador desea entorno tranquilo y campestre, “porque quiere salir del caos, percibir un ambiente diferente, mejorar la vivienda actual, dejar el cansancio de los trancones y cambiar el estilo de vida”.
Hay quienes anhelan vivir fuera de la ciudad, con la expectativa de mayor bienestar. En otros casos, para dar el paso previo al retiro laboral o disfrutar la jubilación. Orozco considera que algunos quieren casa porque se quitan el estrés de la vida actual y recuperan algo del concepto de barrio donde se puede conocer comunidad. Y otros, apartamento, motivados por el goce de zonas verdes, menos congestiones y facilidad de acceso a servicios.
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El criterio del urbanista
No es lo común detenerse a pensar en cómo es que se está ocupando el suelo en la ciudad y la región y cuáles son las implicaciones. Y menos, considerar que, así como se requieren viviendas igualmente deben destinarse áreas para las actividades productivas, el empleo, la producción de alimentos, agua y energía y para gestionar los impactos de la actividad humana, como la generación de residuos.
El arquitecto y urbanista Jorge Pérez Jaramillo recuerda que la vivienda en altura —apartamentos— es resultado de compartir el suelo, de multiplicarlo. “Los arreglos colectivos para hacer ciudades más compactas, más densas, apuntan a cómo evitar el impacto en el suelo”, dice, y agrega que no es solo un asunto de buen vivir o de buen gusto, sino que se deben considerar variables de sostenibilidad ambiental, viabilidad económica y recursos que consume la humanidad.
Por su parte, el arquitecto Alejandro Jaramillo, gerente de Estudio Regional de Arquitectura SAS, invita a que la compra de vivienda no sea impulsiva y recomienda interesarse no solo por la vivienda, sino por el entorno; conocer qué dice la norma (POT – PMOT); estudiar el proyecto, con sus bondades y las dificultades que pueda implicar y evaluar aspectos como la accesibilidad.
Desde lo técnico, recomienda tener clara la orientación del edificio para no terminar disfrutando de la vista, pero sufriendo con el poniente. Conocer el sistema constructivo para hacer modificaciones o personalizar los espacios.
“Creo que la responsabilidad de uno como ciudadano y comprador es entender el crecimiento urbano a partir de las normas, saber sobre las dinámicas del entorno, su crecimiento y proyecciones”, agrega y cuestiona que se esté haciendo tanta vivienda en suelo rural, servida con las mismas vías de los campesinos.
Urbanizar nuevas zonas
Al arquitecto y Urbanista Jorge Pérez lo inquieta que hoy cerca de 50 municipios de Antioquia se estén suburbanizando y que el uso del suelo sea casi exclusivamente residencial, relegando actividades estratégicas como el agro, sin tener en cuenta necesidades de recursos como agua y energía.
“Cuando urbanizas en Medellín o algún municipio del Valle de Aburrá hay dotación de servicios públicos, vías, transporte, hospitales; pero cuando decides habitar territorio suburbano tiendes a vivir aislado, sin comunidad, sin servicios sociales, sin integración en espacio público, sin dotación de equipamientos sociales y actividades colectivas”, explica, y suma el hecho de que al vivir lejos de los centros urbanos, dependiendo de grandes distancias en automóvil, la construcción colectiva, cultural y social es más limitada y plantea que la gran pregunta es qué tipo de sociedad queremos construir.