Las siglas LGTBIQ+ hacen referencia a los términos lesbiana, gay, trans, bisexual, intersexual, queer y un + para aludir al resto de diversidades sexuales y de género. Desde hace unos años algunos colectivos tienden a incluir también una A al final de las letras para incidir en otra orientación sexual poco visible: la asexualidad.
Este año, en el marco de las celebraciones del Orgullo 2024, la Asociación para la Diversidad Afectivo-Sexual y de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación (PRISMA) y Asexual Community Es (ACEs) han publicado un documento o breve libro blanco para darla a conocer y exponer los desafíos a los que se enfrenta. Su título es Asexualidad: invisibilidad, discriminación y necesidad de inclusión legal.
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“El objetivo de este white paper es visibilizar la realidad del colectivo asexual, que ha sido invisibilizado y discriminado durante mucho tiempo, así como los problemas que encuentra en la sociedad actual”, explica Pablo Turrión, miembro de PRISMA. “La fuente de los datos ha sido ACEs”, apunta.
Según el documento, aunque una persona asexual no sienta el deseo de tener sexo con otra persona, sí puede experimentar otro tipo de atracción, bien sea afectiva (que puede ser romántica –con conexión emocional profunda– o no), sensual (con contactos físicos no sexuales, como abrazos y caricias) o estética (apreciación de la belleza o la apariencia física).