La sangre es considerada la fuente del rejuvenecimiento. Es por eso que existen historias como la de Elizabeth Báthory (1560-1614), la condesa de Hungría que asesinó a más de 600 jóvenes virginales para usar su sangre y esparcirla en su cuerpo y así obtener la “juventud eterna”.
Esta historia demuestra cómo la sangre ha sido un símbolo de juventud, y aunque no son ejemplos equiparables, la ciencia comprobó que sí tiene un beneficio que puede usarse en procedimientos estéticos para favorecer la piel.
El “facial vampiro” es un tratamiento cosmético conocido también como “Facial de proteínas ricas en plasma”, que consiste en extraer la sangre de cada paciente, y a través de un proceso meticuloso, separar las plaquetas y luego inyectarlas con microagujas en el rostro para así rejuvenecer la piel y favorecer la desaparición de arrugas.
“Tras extraer la sangre del paciente, esta se somete a un proceso de centrifugación para obtener plasma rico en plaquetas, una fracción de la sangre que contiene plaquetas activadas que producen factores de crecimiento que estimulan la formación de colágeno y elastina en la piel. Luego, se aplica y se usa un equipo de microagujas que mediante punciones genera pequeños canales para aumentar la penetración de la sustancia en la piel”, explicó la dermatóloga Catalina Cuellar Martínez de Aurora Clínica Dermatológica Especializada.
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El plasma rico en plaquetas tiene evidencia científica que muestra que puede “mejorar la textura, tono y firmeza de la piel, lo que implica una mejoría de las arrugas”, agregó la experta.
Aunque este procedimiento tiene evidencia científica, también ha sido controvertido, ya que un manejo inadecuado de los protocolos de seguridad en los establecimientos puede ser fatal. Un hecho reconocido, y sin precedentes, fue el que ocurrió en Nuevo México, donde se reportaron tres mujeres contagiadas con VIH luego de someterse a este tratamiento, según reveló el diario The Washington Post.
En 2018 las cuatro mujeres habrían asistido a un centro estético no autorizado denominado VIP Spa en Albuquerque, y tras una larga investigación, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) confirmaron que al menos dos clientes habían dado positivo a este diagnóstico antes de sus visitas al spa.
Recientemente los CDC ataron cabos y concluyeron, en una investigación publicada en abril de este año, que era posible que el personal del spa reutilizara microagujas o viales de sangre, que serían las principales vías de transmisión de la enfermedad.
Anna Stadelman-Behar, epidemióloga de los CDC, subrayó que la anomalía de este grupo de VIH vinculado a procedimientos estéticos “fue un shock para ellas”, porque no tenían otros factores de riesgo para contagiarse de esta enfermedad. Además de las cuatro mujeres víctimas, un hombre, pareja sexual de una de ellas, también recibió este diagnóstico. Dejando en total, cinco víctimas.
Desde la entidad de salud se abrió el debate de la necesidad de que los establecimientos cumplan con los controles y las medidas de seguridad para prevenir este tipo de desenlaces que afectan la vida de los pacientes.
“Se encontraron jeringas sin envolver en cajones, mostradores y desechadas en botes de basura normales. En el local no se encontró ningún autoclave (esterilizador a vapor)”, indica la CDC, que aseguran que la superficie del equipo de procedimientos “se limpió con un aerosol desinfectante de cloruro de amonio y toallitas desinfectantes de cloruro de benzalconio después de cada visita al cliente, y las puntas de los desecadores eléctricos desechables se limpiaron mediante inmersión en alcohol y se reutilizaron”.